El Gobierno de Etiopía declaró hoy el estado de emergencia en todo el territorio nacional para tratar de frenar la ofensiva de los rebeldes de Tigray, después de que estos lograran estratégicos avances sobre la vecina región de Amhara en los últimos días dentro de una guerra que está a punto de cumplir un año.
El estado de emergencia, que entra en vigor hoy mismo y se mantendrá por un plazo de seis meses (prorrogable, si es necesario), fue ordenado por el Consejo de Ministros etíope, según comunicó en una rueda de prensa el ministro de Justicia, Gedion Timothewos.
La medida, según este funcionario, se adoptó para frenar a las fuerzas tigriñas y evitar la desintegración del país. “El Gobierno tiene la obligación moral y legal de proteger de sus enemigos internos y externos la existencia del país, la soberanía y la integridad territorial”, afirmó el ministro.
El estado de emergencia restringe el derecho de manifestación y, en general, de cualquier acto que interrumpa la producción o sabotee los servicios económicos esenciales.
Todo aquel que pueda ser sospechoso de colaborar con fuerzas enemigas podría ser arrestado sin necesidad de una orden judicial y permanecer detenido mientras dure el estado de emergencia.
También se prohíbe diseminar información o propaganda en apoyo de los grupos considerados terroristas -como los rebeldes de Tigray- y portar armas de fuego, excepto para las personas autorizadas por las fuerzas de seguridad.
El decreto también permitirá que el centro de mando del estado de emergencia focalice las decisiones y que incluso, si lo considera necesario, movilice a los ciudadanos mayores de edad que tengan armas para recibir entrenamiento militar y poder combatir.
En las partes del país más vulnerables también podrá suspender el liderazgo político local total o parcialmente para sustituirlo por otros dirigentes civiles o militares.
La declaración del estado de emergencia se produjo después de que, entre el sábado y el lunes, el rebelde Frente Popular de Liberación Tigray (FPLT) -gobernante en esta región norteña hasta el estallido del conflicto en noviembre de 2020- anunció la toma de las ciudades de Dessie y Kombolcha, ambas situadas en Amhara, una región vecina de Tigray con la que mantiene una disputa territorial histórica, y a menos de 400 kilómetros de la capital de Etiopía.
Esto situaría a los rebeldes del FPLT en el mismo territorio donde operan los insurgentes de etnia oromo del Ejército de Liberación Oromo (ELO), con quienes anunciaron una alianza a finales del pasado agosto.
Las telecomunicaciones están cortadas en gran parte del norte de Etiopía, por lo que verificar estas informaciones resulta muy complicado.
Aunque el Gobierno negó que Dessie y Kombolcha estén bajo control rebelde, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, envió en la noche del domingo un mensaje a los etíopes urgiendo a poner “temporalmente” sus asuntos cotidianos en espera y a unirse y a organizarse para poner “todas las armas y recursos” al servicio de la guerra contra el FPLT.
En declaraciones a Efe este lunes, el vocero del Gobierno etíope, Legesse Tulu, acusó al FPLT de haber ejecutado sumariamente a al menos 100 jóvenes durante su ataque contra Kombolcha, con el objetivo de “aterrorizar a la población y forzar su docilidad”, pero los rebeldes niegan esos crímenes.
Adicionalmente, las autoridades de Adís Abeba pidieron hoy a los residentes de la ciudad que registren todas sus armas privadas y que cooperen con las fuerzas de seguridad para defender sus barrios.
La reciente acometida rebelde sobre Amhara, a su vez, había sucedido después de varios días de bombardeos por parte del Gobierno etíope y de sus aliados sobre la capital tigriña, Mekele, y otras zonas de la región.
La guerra entre Tigray y el Ejecutivo central de Etiopía estalló el 4 de noviembre de 2020, cuando el primer ministro etíope ordenó una ofensiva contra el FPLT en represalia por un ataque contra una base militar federal y después de una escalada de tensiones políticas.
Desde entonces miles de personas han muerto, unos dos millones se han visto desplazadas internamente en Tigray y al menos 75.000 etíopes han huido al vecino Sudán, según datos oficiales.
Además, casi siete millones de personas afrontan una “crisis de hambre” por la guerra, según advirtió en septiembre el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU.
Con información de EFE
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