Hoy por la mañana la ONG Human Rights Watch, dedicada a la investigación, defensa y promoción de los Derechos Humanos, presentó un informe en el que se detallan los abusos sistemáticos de la dictadura cubana contra quienes se manifiestan en contra de la vida en la isla. En él se documentaron violaciones a los Derechos Humanos contra 130 víctimas, que fueron detenidas luego de las históricas protestas del 11 de julio.
“El gobierno cubano ha llevado a cabo, de forma sistemática, detenciones arbitrarias, maltratos contra detenidos y procesos penales abusivos en respuesta a las protestas abrumadoramente pacíficas de julio de 2021″, comienza el informe. “Los patrones consistentes y reiterados de abusos por parte de múltiples fuerzas de seguridad en distintos lugares de Cuba sugieren de manera sólida que estas violaciones de derechos humanos responden a un plan deliberado de las autoridades cubanas para suprimir y reprimir la protesta”.
Horas antes de que saliera a la luz el documento de HRW, el diario The Washington Post publicó un reportaje sobre la represión de las autoridades el 11 de julio y sobre el estado de detención de quienes están privados de su libertad. Allí recoge testimonios de las víctimas que muestran no sólo las condiciones paupérrimas de su encarcelamiento sino también el carácter sistémico de esta manera de actuar por parte del régimen, repitiéndose las mismas prácticas en muchos casos en distintos centros de detención.
El primer caso del que se hace eco el medio periodístico es el de Michel Parra, un trabajador de la salud de 20 años de edad. Para Parra, tanto por su corta edad como por la activa supresión del derecho a protestar que existe en la isla, el 11J fue la primera vez que participó de una manifestación. “Por primera vez en mi vida, estaba marchando”, le dijo al diario norteamericano.
Pero su emoción y su participación en la marcha no duraron demasiado. En el medio de la manifestación en la ciudad de Matanzas en la que se encontraban aparecieron unos hombres vestidos de civil que se lo llevaron a él y a su hermana. Fueron trasladados a un centro de detención y allí Parra fue llevado a un cuarto de interrogatorio. “Estaban gritando, diciendo que me dispararían a mí y a mi familia”, declaró. “Les rogué que se detuvieran mientras seguían llamándome gusano” -el término gusano es utilizado por los oficiales del Estado para referirse a los cubanos anticomunistas.
“Me dieron un golpe que me hizo caer al suelo”, relató. “Me pegaron patadas por todo el cuerpo. No pararon. Me golpearon en las manos y las rodillas con una porra. A mí se me hizo eterno, aunque quizá sólo fueron 60 segundos. Lo que sé es que sentí dolor durante 20 días seguidos”.
El caso de Michel es uno entre cientos. Luego del 11J se registraron más de 1000 detenciones por parte de las fuerzas de seguridad a ciudadanos que habían participado de las marchas. Al día de hoy continúan recluidas cerca de 500 personas, según la organización cubana de Derechos Humanos Cubalex, entre ellos muchos menores de edad.
Otro caso sobre el que pudo profundizar el Washington Post es el del periodista Orelvys Cabrera. Luego de ser detenido por cubrir las manifestaciones, fue obligado a desnudarse mientras lo interrogaban. “Me sentí violado”, afirmó. Según cuenta, fue reprendido durante horas con historias gloriosas de la Cuba comunista y de su difunto fundador, Fidel Castro. Luego fue puesto en una celda junto con otros siete reclusos.
“Dormí en el suelo durante 33 días. Nos alimentaban con arroz con tierra y sopa con grasa. Los desayunos eran sólo una rebanada de pan”, declaró. Además, dijo que la forma que tenían los detenidos de resistir era cantando estrofas de la canción “Patria y Vida”, que ya se volvió un símbolo de las protestas en contra de la dictadura. Cabrera fue puesto en prisión domiciliaria luego de pagar una fianza de 40 dólares -el salario mensual promedio de Cuba es, justamente, casi 40 dólares.
Otro caso es el de Maria Cristina Garrido. La ciudadana de 39 años fue detenida junto a su hermana la mañana de las protestas. Su marido, Michael Valladares, cuenta que según testigos la policía las golpeó mientras las arrestaba. Recién le permitieron ver a su esposa 18 días después. Según le describió ella, fue arrojada a una “celda de castigo” con excremento en el piso luego de negarse a gritar “¡Viva Fidel!”. “Cada vez que se negaba, me dijo, una soldado la golpeaba tan fuerte que se orinaba encima”.
Ahora el foco está puesto en las manifestaciones planeadas para el 15 de noviembre, aunque la dictadura de Díaz-Canel anunció que no iba a permitir que estas se lleven a cabo aduciendo que los organizadores están vinculados con “organizaciones o agencias subversivas financiadas por el gobierno de los Estados Unidos”. Esto, sumado al temor a las detenciones en masa, puede hacer que la participación no sea tan elevada como se espera.
“Algunos acudiremos a pesar de la campaña de intimidación contra nosotros, pero no creo que sea como el 11 de julio”, dijo Manuel Cuesta Morúa, un activista de 58 años detenido la noche del 11 de julio. Si bien fue liberado, continúa bajo observación regular por parte de agentes de seguridad. “Los que saldrán serán menos, tal vez cientos, por miedo a la represión”, dijo. “¿Si creo que nos van a volver a detener? Si”.
El 15 de noviembre es el dia que Cuba reabre sus puertas al turismo internacional. Es por esto que los ciudadanos tienen la pequeña esperanza de que el régimen controle, en parte por lo menos, sus instintos represivos para evitar mostrar una mala imagen ante la comunidad internacional que podría complicar la tan ansiada llegada de dólares a la isla.
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