Los problemas del sector inmobiliario o la crisis de suministro energético hicieron que la economía de China se ralentizara en el tercer trimestre, en el que su producto interior bruto (PIB) creció un 4,9% en comparación con el mismo período del año anterior.
Las autoridades chinas hablan de un entorno “complejo y duro” a nivel doméstico e internacional, con más “incertidumbres” en este último, y, aunque confían en que la economía sigue manteniendo su tendencia a la recuperación pospandémica, advierten de que ésta todavía es “inestable y desigual”.
La cifra es inferior a las previsiones de 5% de analistas consultados por AFP, y representó una desaceleración desde la expansión de 7,9% en el período de abril a junio.
Si bien el gasto de los consumidores se recuperó tras los rebrotes de la variante delta de agosto, la producción industrial sufrió en septiembre debido a la escasez de energía por los problemas de suministro de carbón -principal fuente de energía de China- y los altos precios de ese material, que se han traducido en políticas de racionamiento en algunas importantes zonas de producción. No obstante, un portavoz de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) aseguró que el impacto de la escasez de electricidad sobre la economía es “temporal” y que está “bajo control”.
Por otra parte, la incertidumbre en el sector inmobiliario ante los problemas de deuda del gigante Evergrande continuó en septiembre, mes en el que los analistas estiman que se redujo la inversión en activos fijos, especialmente en segmentos como las nuevas construcciones o las ventas de viviendas.
Pese a esto, tanto instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) como el banco central chino estiman que la economía china crecerá en torno a un 8% este año, superando así el objetivo marcado por el Gobierno, de “más de un 6%”.
“El PIB débil del tercer trimestre refleja una combinación de factores negativos”, como interrupciones en la cadena de abastecimiento, comentó Rajiv Biswas, economista jefe para Asia-Pacífico en IHS Markit.
Analistas de Fidelity International dijeron que, si bien los temores inmobiliarios están en el “epicentro del choque”, el lastre económico se ve exacerbado por el problema energético, los cierres regionales y la estrategia de “cero Covid”, que golpeó al sector de servicios. “La única sorpresa en las cifras del PIB chino es que no fueran más bajas”, indicó Paras Anand, oficial jefe de inversiones de Asia-Pacìfico de Fidelity.
El racionamiento energético de las últimas semanas, junto al creciente costo de las materias primas y las medidas climáticas del gobierno han provocado una reducción en la actividad minera y manufacturera.
Sin embargo, las ventas al detalle crecieron 4,4%, por encima del 2,5% de agosto, al levantarse algunas medidas de contención sanitaria en el país, que impuso cierres de emergencia en algunas zonas afectadas por el virus.
La tasa de desempleo urbano alcanzó 4,9% en septiembre.
El gobierno chino ha intentado recalibrar la economía para orientarla más a los consumidores y menos hacia la inversión y las exportaciones. Pero las autoridades deben mantener un delicado equilibrio entre el apoyo al crecimiento y contener la inflación, ante el aumento más acelerado en los precios de fábrica del último cuarto de siglo.
Pese a que la demanda continúa fuerte, factores como el clima extremo y los brotes del coronavirus -además de la escasez energética y el declive del mercado inmobiliario- han causado la desaceleración económica china, según analistas.
(Con información de EFE y AFP)
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