Rahela Nussrat, de 17 años, oriunda de Daikondi, una de las provincias más pobres del país, está cursando su último año del secundario, pero no ha podido asistir a clases. La razón: el nuevo gobierno de Afganistán ha decidido mantener a las adolescentes fuera de la educación por ahora.
El mes pasado, los talibanes anunciaron que abrirían escuelas. Se pidió a los niños de todas las edades que regresaran a la escuela, menos las adolescentes que asisten al secundario. La medida ha llamado la atención con respecto a la política del grupo sobre la educación de la mujer.
De todas maneras, los talibanes dijeron que se necesitaba “un entorno de aprendizaje seguro” antes de que las adolescentes pudieran regresar a la escuela, y agregaron que las escuelas volverán a abrir lo antes posible, sin dar un plazo.
“La educación es uno de los derechos humanos más fundamentales, pero hoy, ese derecho básico me lo han sacado a mí y a millones de chicas afganas”, dijo Nussrat.
Afganistán luchó para que las niñas volvieran a la escuela durante el gobierno del presidente Ashraf Ghani, respaldado por Occidente. Según una encuesta de 2015 preparada para la UNESCO por el Foro Mundial de Educación, casi el 50 por ciento de las escuelas afganas carecían de edificios utilizables.
La falta de comunicación y claridad en sus dichos de los talibanes sobre la reapertura de las escuelas secundarias ha agravado el problema y es una tragedia para millones de niñas, especialmente aquellas cuyas familias pensaban que el fin de la guerra podría volver a una apariencia de vida normal.
Una de las afectadas todavía no comprende el razonamiento por el cual solo se excluye a las adolescentes de la educación, pero está segura de que si continúa, será contraproducente para los talibanes.
“Continúan diciendo que querían que los jóvenes se quedaran y usarán sus talentos, pero simplemente nos están echando a todos”, dijo Nussrat por teléfono desde su casa en Kabul.
Miles de jóvenes afganos huyeron del país después de que los talibanes volvieran al poder el 15 de agosto, 20 años después de que fuera destituido del poder en una invasión militar liderada por Estados Unidos. Nusrat se vio a sí misma como un ejemplo y dijo que actualmente se está preparando para los exámenes de inglés para poder solicitar oportunidades de estudios en el extranjero.
Al ser alguien que logró salir de una de las provincias más pobres del país, donde incluso los niños abandonan la escuela en la adolescencia para comenzar a trabajar, Nussrat dijo que los talibanes están perdiendo a generaciones enteras de jóvenes decididos y motivados.
“Estudié durante 14 años en Kabul, fui a la escuela primaria y secundaria durante una guerra, pero ahora tendré que irme del país para la universidad”, dijo.
“Voy a aplicar a universidades extranjeras y algún otro país me aceptará a mí y a mis talentos, porque saben que no es posible estudiar en un Afganistán liderado por los talibanes”.
La postura de los talibanes sobre la educación de niñas y mujeres ha enfrentado críticas tanto de Qatar como de Pakistán, que han pedido a la comunidad internacional que entable relación con los talibanes.
En una conferencia de prensa el mes pasado, el ministro de Relaciones Exteriores de Qatar, el jeque Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, dijo que “ha sido muy decepcionante ver algunos pasos hacia atrás” por parte de los talibanes, que en la década de 1990 fueron los únicos líderes que privaron a las mujeres y las niñas de la educación y el trabajo.
Sheikh Mohammed dijo que Qatar, sede de la oficina política de los talibanes, debería usarse como modelo de cómo se puede dirigir una sociedad musulmana. “Nuestro sistema es un sistema islámico [pero] tenemos más mujeres que hombres en la fuerza laboral, en el gobierno y en la educación superior”.
Por otro lado, Imran Khan, el primer ministro paquistaní, dijo que aunque dudaba que los talibanes volvieran a prohibir completamente la educación de las niñas, se debería recordar al grupo que el Islam nunca permitiría que algo así sucediera de nuevo.
“La idea de que las mujeres no deberían ser educadas simplemente no es islámica. No tiene nada que ver con la religión “, dijo Khan a la BBC.
Antes de la llegada de los talibanes, algunas familias utilizaron las tradiciones culturales como base para que sus hijas, especialmente las mayores, no asistieran al secundario. Según UNICEF, el 33 por ciento de las niñas afganas se casan antes de los 18 años.
Aisha Khurram, estudiante de posgrado de derecho en la Universidad de Kabul, dijo que tiene poca fe en que los talibanes permitan que las mujeres afganas desempeñen un papel significativo en la sociedad. Desde que llegaron al poder, los talibanes han enviado señales contradictorias sobre el regreso de las mujeres a trabajar en las oficinas gubernamentales y han obligado a las universidades a promulgar políticas de segregación de género para poder reabrir.
Khurram, una exrepresentante de jóvenes ante las Naciones Unidas, dijo que no veía la necesidad de dividir a los géneros en la principal institución de educación superior de Afganistán.
“La Universidad de Kabul se conoció siempre por su entorno inclusivo e integrador para las estudiantes”, dijo.
Aunque le cuesta relacionarlo con sus experiencias educativas en Afganistán, Khurram dijo que la segregación de género no debe utilizarse como excusa para impedir que todas las mujeres afganas reciban educación como hicieron los talibanes en la década de 1990.
Según sus dichos, aunque las mujeres afganas han aceptado estas nuevas regulaciones sobre segregación, los talibanes no han cumplido con su parte del trato: abrir las escuelas.
“Las promesas de los talibanes aún no se han demostrado en sus acciones. Todavía tienen que aceptar que Afganistán ha cambiado desde el breve gobierno de cinco años del grupo en la década de 1990. El lunes, el jefe de la ONU criticó las promesas “incumplidas” de los talibanes a las mujeres y niñas afganas, refiriéndose al cierre continuo de escuelas.
Otras mujeres con las que se comunicó Al Jazeera dijeron que aunque la separación de hombres y mujeres recibió mucha atención en las redes sociales, no debería ser el centro de atención de las personas que realmente desean que las oportunidades educativas regresen para hombres y mujeres en Afganistán.
Pashtana Durrani, defensora de la educación que se enfoca en llevar herramientas de aprendizaje digital a las áreas rurales, dijo que para millones de mujeres en todo el país, separar los géneros no es tan importante como los medios extranjeros y ciertos residentes en Kabul lo están haciendo.
“En muchas partes del país, la segregación de género es la norma. La gente está acostumbrada. Incluso en Kabul, las bodas están separadas por género “, dijo Durrani.
Argumentó que, para muchas familias, la segregación de género podría ser clave para permitir que sus niñas mayores estudien a nivel universitario, y dijo que incluso antes de la toma de posesión de los talibanes, las niñas en las universidades públicas y privadas de Kandahar vestían niqabs de estilo árabe, “porque los hombres estarían cerca “.
Lo más importante para las niñas y mujeres afganas ahora es lograr que puedan estudiar sin interferencia de los talibanes.
“Ahora, para estas niñas, todo se trata de educación. Incluso si se casan y tienen que quedarse en casa después de eso, solo quieren el diploma, la hoja de papel, para mostrar lo que pudieron lograr “, dijo Durrani sobre las mujeres jóvenes con las que ha hablado en Kandahar.
Incluso, las directoras con las que ha hablado en tres escuelas diferentes en la ciudad de Kandahar y sus alrededores temen por su futuro, aunque supuestamente, ya está todo listo para que las adolescentes regresen a la secundaria y la universidad. Los talibanes han ordenado que solo las maestras puedan dar clases en las escuelas secundarias para mujeres. Los profesores varones mayores solo podrían acceder en caso de no haber suficientes profesoras.
Tratar de evitar que las adolescentes reciban educación es solo el primer paso hacia algo más grande y peligroso. La falta de mujeres en el gabinete, la vestimenta y el no dejar a las mujeres usar perfume, son vistos como presagios de algo peor por venir para muchas mujeres afganas.
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