Alrededor del mundo, más de 650 millones de mujeres con vida hoy fueron casadas siendo niñas. Según cifras oficiales del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cada año, 12 millones de mujeres menores de 18 años se casan, esto quiere decir, una niña cada 28 minutos. En países subdesarrollados, el número se duplica: 40% de niñas se casan con menos de 18 años, y un 12% con menos de 15 años.
En países como Zimbabue, Nigeria, Nueva Guinea, el matrimonio infantil es una practica común, normalizada, la cual el gobierno esconde, e indirectamente autoriza. Estas prácticas causan más de 22.000 muertes de niñas al año, y los embarazos y partos en estas situaciones generan seis víctimas en el sur de Asia por día.
En Zimbabue, una de cada tres mujeres se casa antes de cumplir los 18 años, según cifras de las agencias de las Naciones Unidas. Ninguna de las dos leyes matrimoniales en el país establece una edad mínima para el consentimiento matrimonial, mientras que el derecho consuetudinario permite la poligamia. El representante de la ONU en Zimbabwe, dijo en una declaración que “toma nota con profunda preocupación y condena enérgicamente” las circunstancias que llevaron a la muerte de Memory Machaya.
La cadena CNN relata que la pequeña Anna, casada con apenas 14 años, falleció en julio durante el trabajo de parto en un santuario de una iglesia, lo que causó un enojo entre los habitantes de su pueblo y los activistas de derechos humanos. Falleció, según miembros de la iglesia en un lugar sagrado con poder espiritual, y es donde los miembros llevan a cabo rezos y reciben instrucciones espirituales del líder de la iglesia.
En la ciudad de Epworth, al sureste de Harare se comenzó a hablar de la muerte de Machaya, entre las adolescentes casadas, ya con hijos.
“Me enteré de su muerte con gran conmoción. ¿Y si hubiese sido yo? Me siento afortunada de estar viva porque di a luz en la casa. Cualquier cosa podría haber pasado”, expresó una de las madres. Ella fue obligada a casarse a los 15 años, tras dejar el colegio, con un hombre de 26. Contó que ha perdido todo tipo de esperanza de volver a la escuela, y que pasan semanas que no ve a su marido por su trabajo, y con lo que ganan los dos apenas pueden sostener a la familia. “Sobrevivo haciendo trabajos de baja categoría. Es difícil conseguir jabón para lavar la ropa de mi hijo. Esta es una vida difícil”.
Anna dejó su vida durante el trabajo de parto en la Iglesia Apostólica Johanne Marange. Estaba casada con uno de los miembros de la iglesia, Hatira Momberume, de 26 años, 12 más que ella. Tanto él como los padres de ella han sido arrestados, y el enfrenta cargos de violación. Sus padres, por otro lado, han sido acusados de obstrucción de la justicia por presentar documentación falsa que ocultaban la edad real de Anna. También le habían prometido a Momberume su hija menor, de 9 años de edad.
Alice Mabika, representante legal de la familia, no puede dar detalles acerca de la investigación hasta que se termine.
La Iglesia Apostólica incentiva a las niñas jóvenes a casarse con hombres más grandes, para guiar espiritualmente, y entre algunas iglesias apostólicas, estos casamientos son desenfrenados. El matrimonio infantil es imparable en Zimbabue, especialmente entre iglesias apostólicas indigenas, un grupo evangelista que mezcla tradiciones y valores cristianos con culturales tradicionales, los cuales tienen millones de seguidores alrededor del mundo.
De todas maneras, los portavoces de la iglesia niegan el matrimonio infantil, y el abuso de la iglesia hacia menores de edad. Argumentan que cualquier tipo de miembro que se involucra en esas prácticas, queda excomulgado de la iglesia, y tiene que ser juzgado en un tribunal.
Según las declaraciones de la iglesia, Anna Machaya no murió dentro del templo, sino en un sector que es propiedad de tal, ya que los cultos religiosos han sido cancelados por el COVID-19. También declararon que han cooperado con la policía para encontrar a Marambure, que se escondió tras la muerte de su esposa legal.
Además de traer pobreza, falta de escolarización, y muertes, la pandemia ha sido un disparador para el aumento de casos de matrimonios infantiles. Muchas niñas ya escolarizadas se tuvieron que quedar en casa, lo que llevó al aumento de estos problemas. “Como no tienen nada que hacer, son sometidas a matrimonios en una temprana edad” dijo Natshiarishe Maritsa, cuya iniciativa consiste en dar clases de autodefensa a madres adolescentes en Epworth, uno de los municipios más pobres del sur de Harare.
Entre enero y febrero de este año, 5.000 adolescentes quedaron embarazadas, y 1.174 matrimonios infantiles fueron declarados , según la ministra de Asuntos de la Mujer de Zimbabue, Sithembiso Nyoni, le dijo al parlamento del país en marzo. Los sectores más rurales son los más afectados, con los números de embarazos altísimos. El ministerio llamó a las autoridades a actuar en contra de las iglesias y de los hombres acusados de estos comportamientos.
Arimuzchu, víctima del matrimonio infantil, gana menos de 2 dólares por dia lavando ropa, junto con otros trabajos domésticos. Su hijo de 9 meses generalmente pasa hambre. A sus 16 años, está embarazada de vuelta y esta esperando para registrarse en la clínica de cuidado prenatal mientras que su marido trabaja en minas de oro, lo cual lleva a tener salarios bajísimos, y entre los dos no son suficiente para mantenerlos cómodos. Estos problemas económicos, llevan a abusos domésticos por parte de su marido: “Cuando me quejo por tener hambre, se enoja”. “No tengo paz en mi propia casa”.
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