“La erupción de La Palma es sin duda la más destructiva de la historia de España”. La categórica frase pertenece al prestigioso geólogo Juan Carlos Carracedo, quien con 79 años lleva casi toda su vida estudiando el volcanismo en Canarias. En diálogo con el periódico El País, el experto acotó: “Ni siquiera el Timanfaya en la isla de Lanzarote en 1730 causó tanto daño”.
Una nueva colada de lava muy líquida del volcán se derrama en la isla canaria, donde Cumbre Vieja ya expulsó 80 millones de metros cúbicos de magma desde su entrada en erupción hace casi dos semanas.
El magma del volcán en erupción de la isla española de La Palma eliminó al llegar al mar “cualquier vestigio de la zona de Guirres, una zona reconocida y disfrutada por multitud de surfistas”, lamentó la Federación Española de este deporte.
La ceniza expulsada por el volcán desde el inicio de su erupción el 19 de septiembre cubrió una superficie de 3.304 hectáreas. Así consta en la última actualización del sistema de satélites europeo de monitorización terrestre Copernicus con datos recabados en la tarde de este viernes.
En la misma, reduce sensiblemente la estimación de la superficie ocupada por la lava, incluido el terreno que ha ganado al mar desde la noche del día 28. Pasa de las 709 hectáreas a las 367,3.
En cuanto a las edificaciones afectadas por las coladas, se mantiene el cálculo de 1.005, aunque se elevan a 880 las que han quedado completamente destruidas, diez más en comparación con el anterior recuento.
El número de kilómetros de carreteras afectados aumentó hasta los 30,7, de los cuales 28,3 han sido destruidos por el paso de la lava.
Por su parte, el geólogo del Ilustre Colegio de Geólogos José Luis Barrera no descartó que el volcán pueda abrir nuevas bocas de erupción, además de la última boca doble que se ha registrado durante la madrugada de este viernes, situada a unos 450 metros al norte del cráter. La lava que emite es muy líquida y ha ganado terreno en dirección oeste.
Barrera ha explicado en declaraciones a la agencia Europa Press que ahora mismo la colada es más fluida y está saliendo a una temperatura más alta que los primeros días, cuando los científicos apuntaban que estaba a más de 1.000 grados centígrados.
Además, precisó que las primeras emisiones eran más explosivas a consecuencia de que los gases estaban “abriendo el conducto de emisión”, a modo de limpieza mientras que ahora, aunque siguen las explosiones, no son tan frecuentes e intensas como las de los primeros días. Eso se debe a que el conducto de emisión está más limpio y la lava sale “menos contaminada, más fluida y desde ahí baja directamente al mar”.
Al mismo tiempo, cree que la nueva colada se podría unir a la inicial. Pero advierte que ahora la “antigua” colada se está empezando a ensanchar dentro de tierra y si esta nueva lava se suma a ella “sería malo” para la actual emergencia, ya que podría afectar a nuevas infraestructuras y bienes que antes no estaban en riesgo.
De ese modo, incide en que cuando la lava caiga al mar en cascada se enfriará “bruscamente” al contacto con el mar y se podrá ir formando “otra nueva ampliación del litoral”.
“Es posible que se puedan abrir más bocas, pero hay que hacer un seguimiento de parámetros de sismicidad”, alerta el geólogo que señala la importancia de vigilar la profundidad de estos movimientos sísmicos, ahora a unos 10 o 14 kilómetros de profundidad.
Por último, apunta respecto a los parones de actividad volcánica que se trata de los “pulsos propios de la erupción”, que “no funciona como un grifo abierto”, sino que son los gases los que arrastran la lava a la superficie para expulsarla.
Según informó el Instituto Geográfico Nacional (IGN), en las últimas 24 horas se han contabilizado 12 terremotos en el sur de la isla, en las proximidades de la erupción volcánica en curso. Asimismo, confirmó que los hipocentros se encuentran situados entre los 10-14 kilómetros de profundidad en la misma zona donde comenzó la reactivación el 11 de septiembre.
SEGUIR LEYENDO: