Islandia parecía haberse convertido en el primer país de Europa con una mayoría de mujeres en el Parlamento, pero tras un recuento de los resultados finales de las elecciones, este domingo pasaron a representar menos del 50% del hemiciclo, indicó un responsable electoral a la AFP.
Tras este nuevo recuento, que modificó los resultados en una de las seis circunscripciones del país, tres mujeres perdieron el escaño que en habían obtenido en un primer momento y la parte de las diputadas en el nuevo Parlamento cayó de 33 a 30, explicó a la AFP Ingi Tryggvason, presidente de la comisión electoral local.
Hasta hace unas horas parecía confirmado el que iba a ser un resultado histórico, puesto que ningún país de Europa había flanqueado la barrera simbólica del 50%, con Suecia hasta ahora en primer lugar con el 47% de mujeres diputadas, de acuerdo al Banco Mundial.
Pese a que varios partidos reservan una proporción mínima de mujeres entre sus propios candidatos, no existe ninguna ley que imponga una cuota en las legislativas en Islandia, según la organización democrática International Idea.
Islandia suele estar a la vanguardia en la causa de las mujeres y ha encabezado durante 12 años consecutivos la clasificación del Foro Económico Mundial en materia de igualdad de género.
Paradójicamente, sin embargo, es una mujer la que ha salido más perjudicada en estas elecciones: la primera ministra, Katrin Jakobsdottir, cuyo partido Movimiento Izquierda-Verde perdió tres escaños y obtuvo el 12,6% de los votos detrás de sus dos actuales aliados de derecha.
Júbilo
El gran ganador es el Partido del Progreso (centroderecha), que consiguió 13 escaños, cinco más que en las pasadas legislativas de 2017, con el 17,3% de los votos.
El júbilo reinaba el sábado en esta formación, que regresa “al primer plano de la escena política”, según su líder, Sigurour Ingi Jóhannsson.
El Partido de la Independencia (conservador) del ex primer ministro Bjarni Benediktsson se mantiene sin embargo como la principal fuerza en el país, con 24,4% de los votos, de modo que conserva sus 16 escaños.
Con un total de 37 diputados, los tres partidos aliados consolidan su mayoría, pero la derecha se encuentra en una posición de fuerza, con opciones de formar una coalición con otro socio más cercano ideológicdamente como los centristas Reforma (cinco escaños), Centro (tres) o, incluso, el Partido Popular (seis).
A pesar de que el futuro de la coalición sigue siendo incierto, Islandia se aleja de un escenario de bloqueo político como anunciaban las encuestas.
Desde la espectacular quiebra de los bancos islandeses en 2008, nunca un gobierno de la isla ha conservado su mayoría. Hay que remontarse a 2003 para encontrar un precedente.
El debilitamiento de la primera ministra, en cambio, plantea la cuestión de su futuro en Stjornarradid, la sede del gobierno.
“Dado el declive que estamos viendo, es posible que la Izquierda-Verde tenga que revaluar su posición en el gobierno”, explicó Eva Önnudóttir, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Islandia.
Desde 2017, Jakobsdottir ha introducido los impuestos más progresivos, invirtiendo en vivienda social y en el permiso de paternidad.
Su gestión del covid-19, con sólo 33 muertos, ha sido elogiada. Pero, esta ecologista de izquierda en el poder también tuvo que renunciar a objetivos para salvar su coalición, como su promesa de crear un parque nacional en el centro del país.
Esa alianza le brindó a Islandia cuatro años de estabilidad después de una década de crisis.
Entre 2007 y 2017, los islandeses tuvieron que ir a las urnas en cinco ocasiones para elegir a sus diputados en un contexto de desconfianza ante la clase política y de repetidos escándalos.
(Con información de AFP)
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