Un documento publicado por Amnistía Internacional, en conjunto con la Federación Internacional de los Derechos Humanos (FIDH) y la Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT), dan cuenta de la avanzada del grupo fundamentalista sobre las conquistas de Derechos Humanos. Si bien había ciertas dudas acerca de cómo actuaría la organización en relación a este tema -debido a que al asumir el poder declararon que respetarían a la población afgana- y de las mujeres en particular, la investigación llevada a cabo por estas organizaciones muestra que esto no fue así.
Se han detectado múltiples abusos contra los derechos humanos en el último mes, entre los que se incluyen el bloqueo de la ayuda humanitaria, la extorsión y amenaza a periodistas, y el asesinato de civiles y soldados que se habían rendido. Además, las restricciones impuestas a las mujeres son numerosas, así como también las restricciones a la libertad de expresión y a la sociedad civil en general.
Activistas por los Derechos Humanos han sufrido ataques prácticamente todos los días desde el 15 de agosto, día en que los talibanes tomaron el control de Kabul. Esto sucede porque la organización terrorista los considera enemigos, y en un intento de amedrentarlos allanan sus oficinas y domicilios, los extorsionan y golpean a sus compañeros y compañeras. Se ven obligados a manejarse con extrema cautela, ya que corren el riesgo de ser arrestados, torturados y hasta asesinados.
La situación de los y las periodistas es similar, ya que también son vistos como enemigos del régimen. El documento de Amnistía Internacional relata la experiencia de dos periodistas mujeres que tuvieron que dejar Kabul por las amenazas recibidas. Una de ellas, nombrada como Aadila -un pseudónimo utilizado para proteger su identidad-, relató que los talibanes fueron a buscarla a su casa y, por suerte, ella ya no estaba. Otro periodista, llamado Abdul, fue avisado que solo se le permitiría ejercer su profesión mientras lo haga siguiendo lo establecido por la Sharia y por las normas y reglamentos islámicos.
Con respecto a la situación de las mujeres, la investigación encontró que muchas mujeres optaron por comenzar a usar la burka, por dejar de salir de sus casas sin la compañía de un hombre y abandonaron sus actividades tanto educativas como laborales por temor a las posibles represalias. Durante las últimas semanas las mujeres convocaron a marchas de protesta pacíficas, pero estas fueron violentamente reprimidas. Y el 8 de septiembre el Ministerio del Interior decidió prohibir todas las manifestaciones y reuniones, violando así otro derecho fundamental más.
Maria Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina declaró que “En sólo cinco semanas desde que los talibanes asumieron el control de Afganistán, presenciamos una oleada de violaciones de derechos: desde represalias y restricciones a las mujeres, hasta represión de protestas pacíficas, y ataques a medios de comunicación y a la sociedad civil”.
El documento de casi 40 páginas, disponible sólo en inglés, relata en detalle cada una de las acusaciones y de los hechos probados de violación de los Derechos Humanos. Al final, hace un pedido a la comunidad internacional y a los Estados a actuar inmediatamente “para proteger a las personas afganas que están en peligro”.
SEGUIR LEYENDO: