De la pobreza rural a los miles de millones en bienes raíces, la fortuna de Xu Jiayin, fundador y presidente de Evergrande, ha seguido el crecimiento desenfrenado de China durante gran parte de las dos últimas décadas, pero ahora está luchando por salvar su conglomerado de un atolladero de deudas.
Este hombre de 62 años (también conocido como Hui Ka Yan en cantonés) fue en su momento el hombre más rico de China según los rankings especializados, con un gusto por las marcas de lujo, los yates exclusivos y un olfato para alabar al Partido Comunista que dirigió la economía hacia un boom de la propiedad de viviendas.
En 2017, su riqueza se estimó en 43.000 millones de dólares, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg. Sin embargo, esta cifra se ha reducido a menos de USD 9.000 millones, después de haber perdido otros 14.500 millones sólo desde principios de año, al desplomarse el valor de Evergrande.
Algunos han especulado con que su éxito se debe a sus estrechas relaciones, entre ellas con el hermano del ex primer ministro Wen Jiabao.
Pero Xu ha atribuido su éxito a la educación y al Partido Comunista: “Sin la reanudación del examen nacional de acceso a la universidad, sigo en el campo. Sin una beca estatal de 14 yuanes, no podría ir a la universidad. Sin la reforma y la apertura del país, Evergrande no es lo que es hoy”, dijo. “Todo lo de Evergrande viene dado por el Partido, el Estado y la sociedad”.
Tres veces encabezó el listado de Forbes de los mayores filántropos del país, con donaciones que llegaron a 470 millones de dólares por año.
Sus buenas relaciones en el Partido Comunista lo llevaron a recibir una invitación al congreso partidario del 2018, donde pronunció un discurso y saludó la contribución de la empresa privada al crecimiento de China.
Según la consultora Cercius Group, especializada en la política de la élite china, Hui se benefició de las estrechas conexiones con Zeng Qinghong, ex vicepresidente del país en la década de 2000, pero ya retirado de la política. También mantiene estrechas relaciones con otros multimillonarios de Hong Kong, como Joseph Lau y Cheung Chung-Kiu, con los que juega poker.
Recientemente, fue fotografiado en la plaza de Tiananmen durante el centenario del partido. Pero esa no sería una buena señal “El hecho de que Hui haya sido invitado al centenario del Partido este año significa que está en el radar de Xi Jinping, lo que no suele ser bueno”, señalan los investigadores de Cercius, citados por el Financial Times.
Es que recientemente, los magnates han caído en desgracia con Xi, que ahora impulsa la “prosperidad común”. Así, Xu se enfrenta a una ofensiva gubernamental contra la riqueza extrema.
Evergrande comenzó a tambalearse bajo las nuevas “tres líneas rojas” impuestas a los promotores en una ofensiva estatal en agosto de 2020, lo que obligó al grupo a deshacerse de propiedades con descuentos cada vez mayores.
La compañía se hunde por estas semanas bajo cientos de miles de millones de dólares de deuda, mientras aumenta el temor a un inminente colapso que podría repercutir en la segunda economía más grande del mundo. “Los promotores inmobiliarios de China -y sus acreedores- parecen estar acercándose a un ajuste de cuentas”, afirman los analistas de Capital Economics en una nota. Advirtieron que Evergrande está “cerca del colapso” y que se avecinan grandes pérdidas para los bancos, los tenedores de bonos y los compradores de viviendas.
Los pasivos totales se han incrementado hasta los 1,97 billones de yuanes (305.000 millones de dólares), equivalente a aproximadamente el 2% del producto interior bruto (PIB) del gigante asiático.
Así, Hui es considerado el promotor inmobiliario más endeudado del mundo y ya es llamado en algunos círculos como “el rey de la deuda”.
Una vida en ascenso
El ascenso de Xu ha sido un reflejo de China, que ha pasado de ser una sociedad rural y empobrecida a la gigantesca economía que es hoy.
El ahora multimillonario, cuya madre murió cuando él tenía menos de un año, recordó en un discurso de 2017 cómo se alimentó sólo de batata y pan al vapor durante sus años escolares, siendo criado por su abuela. “Las sábanas que ponía, las colchas que cubría y la ropa que llevaba estaban cubiertas de montones de parches”, dijo Xu. “En aquella época, mi mayor deseo era salir del campo, encontrar un trabajo y poder comer mejor”.
Tras dejar la escuela en 1976 -el final de la década de la Revolución Cultural-, luchó por encontrar trabajo. Con la reapertura de las universidades, Xu estudió metalurgia y más tarde fue destinado a una fábrica de acero estatal. En 1992 se marchó a Shenzhen, el bullicioso corazón del experimento de reforma y apertura de China en la década de 1990, antes de fundar Evergrande en 1996.
Los 323 apartamentos del primer proyecto finalizado de la empresa se vendieron en medio día y recaudaron 80 millones de yuanes. Evergrande se lanzó a la promoción en masa, construyendo apartamentos muy demandados en toda China y aprovechando su rápida acumulación de riqueza.
El grupo cotizó en Hong Kong en 2009, recaudando 70.500 millones de la moneda local, el dólar de Hong Kong (9.000 millones de dólares estadounidenses) en su oferta pública inicial, lo que la convirtió en la mayor empresa inmobiliaria privada de China y convirtió a Xu en el hombre más rico de la China continental, con un patrimonio neto de 42.200 millones de yuanes.
En 2010, Xu compró el entonces asediado equipo de fútbol del Guangzhou, lo rebautizó como Guangzhou Evergrande e invirtió dinero en jugadores y entrenadores de talla mundial. Aunque era un novato en el fútbol cuando compró el club, Xu ayudó al equipo a ganar ocho campeonatos de liga y se convirtió en el primer club chino en triunfar en la Liga de Campeones de Asia.
También reprimió el mal comportamiento, al parecer multando a un jugador que desafió al árbitro e introduciendo los “Cinco Deberes”, entre ellos “Los jugadores deben obedecer incondicionalmente la decisión del árbitro”.
El grupo también invirtió en vehículos eléctricos, turismo y agua embotellada.
Según el sitio web SuperYachtFan, Xu es propietario de un yate de 60 millones de dólares. También tiene un jet privado que, según los medios australianos, utilizó para explorar oportunidades de desarrollo en Sídney en 2014.
Xu también se hizo conocido por su afición a las marcas de lujo, en particular la francesa Hermes, y se ganó el apodo de “Belt Xu” tras llevar un cinturón de Hermes en el congreso político nacional de 2012.
(Con información de AFP)
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