Los ciudadanos noruegos están llamados este lunes a votar en unas elecciones parlamentarias que han tenido como principal protagonista en campaña a la lucha contra el cambio climático, en particular por el futuro que debe tener la potente industria petrolera del país nórdico.
La divulgación de un informe auspiciado por la ONU y que reclamaba medidas más drásticas para contener las emisiones de gases contaminantes ha agitado un escenario político en el que, al menos de momento, los principales partidos parecen reacios a pasar página a los combustibles fósiles, conscientes del dinero y el empleo que hay detrás.
El Partido Conservador llega a esta cita en horas bajas y los sondeos vaticinan un retroceso de la formación de Erna Solberg, primera ministra desde 2013. Con menos diputados, se arriesga a perder el poder en favor del Partido Laborista de Jonas Gahr Store, para el que los sondeos auguran también un retroceso pero más opciones de cara a tejer futuras alianzas.
Entre los potenciales socios laboristas figura el Partido de Centro o el Partido de la Izquierda Socialista, si bien este último, al igual que el Partido Verde, plantearían en principio como requisito para subirse a bordo la suspensión en la concesión de nuevas licencias de explotación energética, según la agencia Bloomberg.
Store, que se ha mostrado a favor de una política “justa” en materia medioambiental e incluso ha reconocido que Noruega puede estar a las puertas de una nueva era, ha descartado poner demasiadas ataduras a una industria energética valorada en 40.000 millones de dólares.
Cabe también la posibilidad de que Solberg dé una nueva sorpresa, como ya ocurrió en las elecciones de 2017, aunque ‘a priori’ en esta ocasión parece menos probable que entonces. Ningún otro gobernante ha permanecido tanto tiempo en el poder en el país nórdico y la actual primera ministra, de 60 años, ha apelado precisamente a su veteranía política como garantía de estabilidad.
RUPTURA DOLOROSA
Una ruptura total sería dolorosa para Noruega, ya que el sector petrolero representa el 14% de su Producto Interior Bruto (PIB), más del 40% de sus exportaciones y 160.000 empleos directos.
Con el correr de los años, los hidrocarburos le permitieron financiar su generoso Estado de bienestar pero también costosas medidas a favor del clima, como la incitación a comprar vehículos eléctricos, la protección de los bosques tropicales y la captura y almacenamiento de CO2.
Gracias a este maná, este país de 5,4 millones de habitantes también amasó uno de los fondos soberanos más grandes del mundo, que supera actualmente la increíble suma de 12 billones de coronas noruegas (cerca de 1,4 billones de dólares).
Del lado de la industria, se pone de relieve que el crudo noruego es el que libera menos gases de efecto invernadero, al menos en la etapa de extracción.
Un reciente estudio afirmó incluso que el cese de la producción nacional de hidrocarburos provocaría un alza de las emisiones mundiales porque sería reemplazada por energías aún más contaminantes.
“Sería paradójico frenar la producción de hidrocarburos que tiene la menor huella de carbono en un momento en el que el planeta aún la necesita”, afirma Anniken Hauglie, jefa del grupo de presión petrolero Norsk Olje & Gass.
“Es necesario primero hacer una cruz sobre otros tipos de energías fósiles, sobre todo el carbón”, dice.
Además, insiste Hauglie, las empresas petroleras son proveedoras esenciales de conocimientos, tecnologías y capitales necesarios para el desarrollo de soluciones a futuro como las energías eólicas en el mar, el hidrógeno o la captura y almacenamiento de CO2.
EL PAPEL DE LOS PARTIDOS MINORITARIOS
La balanza puede terminar de inclinarse en favor de uno u otro bloque en función de los resultados que alcancen los partidos minoritarios, que previsiblemente ganarán presencia en detrimento de los grandes.
El sistema electoral noruego deja abierta la posibilidad de giros de última hora, ya que de los 169 escaños que conforman el Storting (Parlamento), 150 se reparten en función de las distintas circunscripciones y 19 quedan en el aire para compensar a aquellas formaciones que superen el 4% de votos a nivel nacional pero no hayan obtenido una representatividad equiparable.
(con información de EP y AFP)
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