Luego de la multitudinaria manifestación en Brasilia convocada en defensa de la “libertad” pero en la que sobresalieron demandas con tintes antidemocráticos, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, encabezó en San Pablo otra movilización en medio de un clima de alta tensión donde grupos opositores al mandatario realizaran protestas.
En su discurso por la tarde, Bolsonaro dijo que rechaza participar en una “farsa” electoral en 2022, en referencia al sistema electrónico de votación al que volvió a cuestionar ante decenas de miles de seguidores en Sao Paulo.
“Queremos elecciones limpias, democráticas, con conteo público de los votos. No puedo participar en una farsa como la que defiende el Tribunal Superior Electoral”, afirmó en Sao Paulo el mandatario, que convocó las protestas de esta jornada en medio de una caída de su popularidad y un crudo enfrentamiento con el poder judicial.
“Quiero decir a aquellos que me quieren volver inelegible en Brasilia: solo Dios me saca de allá”, dijo en un inflamado discurso durante una masiva manifestación en Avenida Paulista de Sao Paulo.
“(Quiero) decir a los canallas que yo nunca estaré preso. Mi vida pertenece a Dios pero la victoria es de todos nosotros”, completó el líder ultraderechista.
Más temprano, durante su discurso ante miles de personas en Brasilia, Bolsonaro volvió a amenazar al Tribunal Supremo, quien ha abierto una investigación contra el mandatario sobre difusión de noticias falsas y amenazas a la democracia que ya ha llevado a la cárcel a numerosos activistas de ultraderecha.
“No podemos aceptar más prisiones políticas en nuestro Brasil. O el jefe de ese poder encuadra a los suyos o ese poder puede sufrir aquello que nosotros no queremos”, afirmó el mandatario ante sus seguidores, sin especificar exactamente las supuestas represalias.
“No queremos pelear con ningún poder, pero no podemos admitir que una persona turbe nuestra democracia y ponga en riesgo nuestra libertad”, agregó en una referencia velada al magistrado Alexandre de Moraes, con el que se ha enemistado en el marco de un grave conflicto institucional.
El mandatario sobrevoló en helicóptero, acompañado de algunos ministros, la región donde se concentraban miles de manifestantes en Brasilia, y posteriormente se desplazó en coche por la Explanada de los Ministerios, avenida donde se concentran las sedes de los tres poderes.
Los participantes, vestidos con camisas y banderas verdes y amarillas, los colores de Brasil, sostenían pancartas en las que pedían, entre otros asuntos, la destitución de los magistrados del Supremo e incluso una intervención militar.
El ataque a las instituciones, con las que Bolsonaro se ha enfrentado en los últimos meses, fue de una de las banderas de las manifestaciones, la cuales fueron convocadas por el propio presidente en defensa de la “libertad” y los valores conservadores.
Las manifestación de Brasilia, una de las más multitudinarias, contó con algunos momentos de tensión después de que un grupo de manifestantes intentó traspasar una barrera policial, lo que obligó a los agentes a lanzar bombas de gas lacrimógeno para dispersar el grupo.
Por otra parte, decenas de miles de personas también se congregaron en la Avenida Paulista de Sao Paulo, donde el presidente prometió dar un discurso “más robusto” por la tarde, así como en la playa de Copacabana de Rio de Janeiro.
En Sao Paulo, la ciudad más poblada del país, también está prevista una manifestación opositora bajo el lema “Fuera Bolsonaro”.
Las protestas de este martes se producen en medio de las crecientes tensiones políticas y sociales en Brasil, agudizadas ahora por la desconfianza sembrada por Bolsonaro en el sistema electrónico de votación que Brasil adoptó en 1996, que desde entonces no ha sido objeto de una sola denuncia de fraude, pero que según el mandatario, que no presentó pruebas, propicia las trampas.
Bolsonaro afirmó en los últimos días que esperaba movilizaciones multitudinarias para enviar un “ultimátum” a los jueces de la corte suprema.
El índice de popularidad de Bolsonaro cayó en julio al 24%, su nivel más bajo desde que llegó al poder en 2019, debido especialmente a la gestión de la pandemia, que ya deja más de 580.000 muertos, y una crisis económica que está repercutiendo en el bolsillo de los brasileños.
Para Maurício Santoro, de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro, es la primera vez desde la vuelta de la democracia en Brasil que se “vive una situación así”, “semejante a lo que vimos en países como Hungría, Polonia, Venezuela y en Estados Unidos durante Trump”. “Es una retórica autoritaria que debilita la democracia por dentro”, dijo a la AFP.
A 13 meses de las elecciones presidenciales, “lo que estamos viendo hoy es un ensayo general de Bolsonaro” para entonces, agregó este profesor de Ciencia Política, que teme situaciones venideras de “violencia y de inestabilidad”.
Según los sondeos, Bolsonaro sería ampliamente derrotado por el expresidente Lula da Silva, quien todavía no ha confirmado su candidatura.
(Con información de AFP y EFE)
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