La crisis de los contenedores no es un juego, es un problema real que está afectando a todo el mundo y si nunca habías escuchado de ella presta atención porque está afectando tu bolsillo.
No es para menos, sobre todo si tenemos en cuenta que el 90% de todo el tráfico de carga que se mueve a nivel mundial lo hace por vía marítima, y que los contenedores son la principal forma en la que viaja esa carga.
Estamos hablando de la inmensa mayoría de productos comerciales que se adquieren en supermercados, tiendas y almacenes de cadena. Desde alimentos básicos como arroz, trigo o granos, hasta materias primas como textiles, electrodomésticos o partes de ellos, madera, vestidos, todo, literalmente todo, se mueve por el transporte de carga marítima. Y resulta que, a causa de la pandemia, ese transporte sufrió un golpe histórico en su estabilidad y ahora escasea, haciendo que traer productos sea cada vez más caro, por lo que los precios están subiendo rápidamente.
Solo para tener una referencia, si antes de la pandemia el precio de un flete - coste del alquiler de un embarcación con mercancía en ella- desde China a la costa oeste de Estados Unidos costaba aproximadamente 2.000 dólares, ahora está rondando los 20.000 dólares. Un aumento sin precedentes que tiene a gremios y expertos con los pelos de punta.
El incremento vertiginoso del precio de los fletes se debe a una multiplicidad de factores, la gran mayoría de ellos asociados con la pandemia, pero lo más preocupante es que, aunque hay algunos síntomas de mejora, la verdad es que no es claro hasta cuando pueda extenderse esta crisis.
Lo que sí está claro, y ha sido repetido por importantes representantes de sectores económicos, es que las compras de navidad se están viendo amenazadas, sea por la escasez de productos o por el encarecimiento de los mismos. La situación ha llegado a tal punto que la recomendación de los expertos es que se adelanten las compras de fin de año.
“Compra tus regalos de Navidad ahora”, dijo literalmente Steve Lamar, director ejecutivo de la Asociación Estadounidense de Ropa y Calzado, a finales de julio, cuando la demora en las entregas de ciertos productos ya anunciaban lo que puede venir en unos meses.
Lamar hizo su advertencia en una carta dirigida al presidente Joe Biden en la cual apuntaba una “crisis marítima aguda”, por la que el gobierno de Estados Unidos debía tomar medidas para ayudar a poner fin a “un ciclo destructivo de extensos retrasos y costos disparados”.
Algo similar dijo Deborh Thomas, directora financiera de Hasbro, la gigante de los juguetes, quien instó al público a hacer compras anticipadas para la navidad, pues dentro de las proyecciones de la compañía se prevé un gasto de transporte marítimos cuatro veces más alto que el año pasado, lo que irremediablemente repercutirá en los precios.
El origen de la crisis: la pandemia
Todo este complejo escenario se está produciendo por una insólita escasez de espacio disponible para transportar productos de Asia a Occidente. Especialmente después de que en China, que es la principal potencia exportadora de transporte de carga, se desatara la última pandemia que ha enfrentado la humanidad.
En pocas palabras, no hay contenedores para transportar la creciente demanda de productos. ¿Por qué llegamos a esto? Porque durante el primer brote del Covid-19 se produjo un bloqueo global al comercio como consecuencia del cierre de fronteras y los esfuerzos de los gobiernos para tratar de contener el avance del virus en sus países.
Con las fronteras cerradas y las personas encerradas, la demanda de productos también bajó, la economía tomó un golpe muy grande, muchas empresas cerraron y consecuentemente, el transporte marítimo también mermó, se pusieron menos barcos de carga en circulación y menos contenedores, algo que encareció los precios y que se mantuvo durante todo el año pasado.
Este año, con el paso de los picos, el avance de la vacunación y el esfuerzo por reactivar la economía, la demanda de productos está creciendo otra vez, pero no hay suficiente oferta de barcos ni contenedores para suplirla, haciendo que todo el sistema tambalee.
A eso hay que sumarle que el surgimiento de nuevas variantes siguen manteniendo el miedo a reactivar todo el comercio como era antes de la pandemia, y muchos puertos, como los de China, operan bajo grandes restricciones de seguridad. Pero no solo pasa en China, pues en otros países los atascos y cierres temporales de puertos están aún a la orden del día.
En conclusión, ante una demanda creciente y con miras de crecer aún más en los meses que vienen, los barcos no son suficientes, tampoco lo son los contenedores, y hay muchos retrasos en los puertos para la entrada y salida de productos. Todo eso afecta la cadena logística al punto que, la escasez de ciertos productos, como los artículos electrodomésticos, está casi que garantizada para este fin de año.
Aumenta el flete, aumenta el precio
“Dado que el costo logístico internacional representa entre el 15% y 20% del valor del comercio exterior puede hacer que todo lo que consumamos importado sea más caro por el aumento de los costos de transporte”, explicó en su Twitter Federico Vaccarezza, máster en Relaciones Internacionales Comerciales y docente de la Universidad Nacional de Avellaneda y de la Universidad Austral.
Según el experto, el crecimiento de la demanda de contenedores por la “pospandemia” y la imposibilidad de responder ante ella, está produciendo que “se destinen los buques a las rutas más rentables entre Asia y el Hemisferio Norte, dejando lo que quede para los tráficos menos rentables del Sur Global”.
En el mejor de los escenarios, esta situación podría extenderse de seis meses a un año, mientras los principales transportadores marítimos lineales globales, como Cosco, Hamburg Sud, Hapag Loyd o Marsk, evalúan el mercado y decidan de acuerdo a su evolución si es conveniente reactivar sus flotas.
Mientras eso pasa, seguiremos funcionando literalmente a media máquina, pues desde el 2020 apenas hay en funcionamiento un 50% de la flota mundial.
De acuerdo con el World Container Index (WCI), la entidad que mide la evolución de los fletes en las principales rutas comerciales, esto ha causado que en los últimos 12 meses el valor promedio de un flete para un contenedor de 40 pies esté costando -a fecha de 2 de septiembre- 9.987 dólares cuando un año s costaba 1.913 dólares, representando un aumento cercano al 400% en un año.
El pico este año fue el 26 de agosto cuando el costo promedio del flete mundial llegó a los 10.300 dólares, un aumento del 500% frente al año anterior. Aumento que en gran parte se debió al cierre temporal del puerto chino de Ningbo-Zhoushan -que mueve el mayor volumen de carga en el mundo y la tercera mayor cantidad de contenedores- por un caso de COVID-19.
La peor situación se produjo en la ruta marítima entre Shanghái y Rotterdam, en Países Bajos, donde el costo del flete aumentó en un 659%. Por su parte, regiones como Sudamérica que hace un año promediaba fletes por 2.00 dólares hoy cuestan alrededor de 7.000 dólares promedio de acuerdo a estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo.
Claro que esto varía de país a país y por ejemplo en Argentina el costo de los fletes supera esa media regional, como lo muestra la información compartida por el empresario textil Tomás Karagozian, CEO de la empresa TN&Platex, quien mostró la evolución de los últimos 12 meses de los fletes cobrados a la compañía para traer materias primas desde Asia. Para el 22 de agosto el flete estaba en 12.500 dólares, y de acuerdo a su comentario, para septiembre lo estaban cotizando en 17.000 dólares.
Con la incertidumbre frente a las nuevas variantes del coronavirus, en especial la variante Delta que ya está motivando nuevas políticas de lockdown en Europa y Estados Unidos, el panorama no pinta prometedor, y puede que el “mejor escenario” de un año para reactivar el comercio a niveles pre pandémicos tarde un poco más.
Eso quiere decir que el aumento de los precios se puede dar por descontado, y aunque la llamada reactivación económica nos esté invitando a gastar, tal vez sea un buen momento para ser responsables con nuestro dinero y ahorrar, sobre todo con la navidad a la vuelta de la esquina.
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