Mientras se demora la instalación del “corredor humanitario” en el aeropuerto de Kabul, los afganos y la comunidad internacional seguían esperando este viernes la composición del nuevo Gobierno dirigido por los talibanes, cuya reconquista relámpago del país sigue enfrentándose a un foco de resistencia en el valle de Panshir.
El anuncio del gabinete, que según prometieron los talibanes será representativo y tolerante, se esperaba inicialmente para después de la plegaria del viernes, pero un portavoz talibán indicó a la agencia AFP que este no llegaría, al menos, hasta el sábado.
El movimiento islamista radical se enfrenta al enorme desafío de pasar de ser un grupo insurgente a administrar el poder apenas días después de la retirada definitiva de las tropas de Estados Unidos tras dos décadas de guerra.
Sin embargo, siguen luchando por apagar la última llama de resistencia en el valle de Panshir, que resistió durante una década la ocupación de la Unión Soviética y también al primer gobierno de los talibanes entre 1996 y 2001.
Ali Maisam Nazary, un portavoz de la resistencia en Pashir, dijo el viernes que se sufrieron nuevos ataques de las fuerzas talibanes durante la noche.
Los combatientes del Frente Nacional de Resistencia (FNR), formado por milicias antitalibanes y antiguas fuerzas de seguridad afganas, tienen importantes reservas de armas en el valle, situado a unos 80 kilómetros al norte de Kabul.
Sin embargo, el viernes, las cuentas de Twitter protalibanes difundieron videos en los que se afirmaba que los combatientes del nuevo régimen habían retomado tanques y otros equipos militares pesados en el valle. Estas afirmaciones no pudieron ser verificadas de forma independiente.
Mientras que la mayoría de la comunidad internacional ha adoptado un enfoque de cautela y recelo con los nuevos líderes, hay algunos indicios de interacción por parte de algunos países.
China confirmó la información de un portavoz talibán, según el cual el Ministerio de Asuntos Exteriores chino se comprometió a mantener abierta su embajada en Kabul y a mejorar sus relaciones.
“Esperamos que los talibanes establezcan una estructura política inclusiva y abierta, lleven a cabo una política interior y exterior moderada y estable y rompan con todos los grupos terroristas”, indicó el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Wang Wenbin.
Por su parte, los países de la Unión Europea (UE) decidieron coordinarse para mantener una presencia en Kabul, con el fin de facilitar las evacuaciones de quienes deseen salir del país, siempre y cuando las condiciones de seguridad lo permitan.
Naciones Unidas anunció la reanudación de sus vuelos humanitarios desde Pakistán hacia las ciudades de Mazar-i-Sharif (norte) y Kandahar (sur).
La aerolínea local Ariana dijo al a AFP que los vuelos nacionales se reanudarán el viernes, empezando con una ruta de Mazar-i-Sharif a Kabul, tras haber obtenido “el visto bueno de los talibanes y de las autoridades de la aviación”.
Además, las empresas Western Union y Moneygram reactivaron sus servicios de giro de dinero en el país, de los que dependen muchos afganos receptores de remesas de familiares emigrados.
Incluso antes de la ofensiva relámpago de los talibanes, Afganistán era ya un país muy dependiente de la ayuda del extranjero y el 40% de su PIB procedía de la financiación externa.
La ONU advirtió que hay 18 millones de personas a las puertas de un desastre humanitario y que esta cifra podría duplicarse muy rápidamente.
Qatar, en tanto, espera establecer corredores humanitarios en los aeropuertos afganos en un plazo de 48 horas, según indicó el emisario de Doha para Afganistán a la cadena Al Jazeera este viernes.
“Esperamos que en las próximas 24 o 48 horas asistamos a la apertura de corredores humanitarios para que la ayuda humanitaria pueda entrar a través del aeropuerto de Kabul y otros aeropuertos que están operativos”, declaró desde Afganistán Mutlaq al Qahtani al canal qatarí.
El gobierno de Qatar anunció el jueves que está negociando con los talibanes para reabrir el aeropuerto de Kabul “cuanto antes”.
Doha desempeñó un papel de mediador en el proceso de paz entre el gobierno afgano y los talibanes, antes de que estos tomaran el poder en Afganistán el 15 de agosto. Este país mantiene desde entonces un vínculo privilegiado con el nuevo régimen islamista instalado en Kabul. Por ello, el rico emirato atrae todas las miradas de la comunidad internacional.
El regreso de los talibanes al poder obligó a los occidentales a evacuar en poco tiempo desde el aeropuerto de Kabul a sus ciudadanos y a los afganos que trabajaron con las tropas extranjeras.
Los nuevos dirigentes afganos prometieron un régimen más abierto al que lideraron entre 1996 y 2001, conocido por la aplicación brutal de la ley islámica y su trato a las mujeres, que tenían prohibido estudiar, trabajar o salir a la calle sin compañía de un hombre.
La atención se centra también en si los talibanes pueden formar un gobierno capaz de manejar una economía destruida por la guerra y honrar sus promesas de un gobierno “inclusivo”.
Protestas de mujeres
Existe mucha especulación sobre la confección del nuevo gabinete, y un alto cargo indicó esta semana que difícilmente incluirá mujeres. En Kabul, unas 30 mujeres se manifestaron para reclamar su derecho a trabajar y un gobierno inclusivo, un día después de que otras varias decenas de ellas protagonizaran una protesta similar en la ciudad de Herat, en el oeste del país.
Los derechos de las mujeres son solo uno de los múltiples retos del nuevo gobierno. En Kabul, muchos ciudadanos estaban preocupados por las dificultades económicas del país.
(Con información de AFP)
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