La campaña de vacunación contra el coronavirus en China superó las 2.000 millones de dosis, según anunciaron las autoridades, pero las tácticas de coerción para aumentar la cantidad de inmunizados están generando rechazo en distintas zonas del país.
Hasta el jueves, más de 889 millones de personas en China habían sido completamente vacunadas, con más de 2.000 millones de aplicaciones de vacunas contra el COVID-19 de producción nacional, dijo un funcionario de la Comisión Nacional de Salud en una conferencia de prensa este viernes. De esta manera, el país asiático se sitúa al mismo nivel que el Reino Unido y por delante de Estados Unidos en cuanto al porcentaje de población totalmente inoculada.
Estos datos demuestran que China aplicó alrededor del 40% de las aproximadamente 5.000 millones de vacunas administradas en todo el mundo.
La campaña de vacunación se aceleró en julio cuando la variante Delta del coronavirus comenzó a impactar en el país. Las autoridades sanitarias anunciaron este viernes que el brote había sido “efectivamente controlado”, con una disminución del número de casos durante 11 días consecutivos desde el 16 de agosto, según informó CNN.
En una conferencia sobre salud la semana pasada, Zhong Nanshan, el principal experto chino en enfermedades respiratorias, declaró que el país espera tener al 80% de sus 1.400 millones de habitantes vacunados para finales de año.
La última campaña de inmunización se enfocó en los ancianos, los menores y los residentes de zonas rurales del país, considerados grupos de difícil acceso que no habían sido cubiertos en anteriores etapas.
Pese a que la Comisión Nacional de Salud de la República Popular de China (NHC) ha insistido en repetidas oportunidades que la vacunación debe ser voluntaria, las autoridades locales recurren cada vez más a medidas coercitivas para inmunizar a las personas.
En todo el país, una gran cantidad de localidades ha prohibido a los residentes no vacunados el acceso a los servicios públicos, incluidos los hospitales, las escuelas y el transporte público, según CNN.
En la metrópolis suroccidental de Chongqing, los gobiernos de los distritos anunciaron que los residentes que se negaran a vacunarse sin una razón legítima verían afectado su crédito social, un sistema nacional que utiliza grandes datos para incentivar determinados comportamientos.
Mientras que en la provincia de Qinghai, una comunidad residencial advirtió esta semana a los residentes que se suspenderían sus pensiones, seguros médicos y prestaciones sociales si un miembro de su familia inmediata no se vacunaba. Un funcionario reveló que el aviso pretendía “asustar” a la gente para que se vacunara, ya que la comunidad no había cumplido su objetivo de inmunización, informó el noticiero estatal, de acuerdo a CNN.
Estas medidas de coerción han generado críticas en las redes sociales chinas, donde muchos usuarios acusan a las autoridades locales de violar la política del gobierno central y hacer obligatoria la campaña de vacunación que en principio se había anunciado voluntaria.
Yanzhong Huang, investigador principal de salud global en el Consejo de Relaciones Exteriores, dijo que la discrepancia entre la política del gobierno central y su aplicación local es un tema común en China porque los funcionarios provinciales están sometidos a una enorme presión para cumplir los objetivos establecidos por Beijing.
“El incumplimiento de estos objetivos conlleva una penalización, lo que incentiva a los funcionarios locales a adoptar medidas de mano dura para conseguirlo”, afirmó, según CNN.
Varios gobiernos municipales han advertido a los funcionarios locales que serán “gravemente responsables” si se producen contagios entre los no vacunados. Autoridades locales denunciaron que los residentes han sido atraídos a través de las fronteras a los lugares de inoculación en las ciudades vecinas mediante recompensas en efectivo, ya que los funcionarios compiten para cumplir los objetivos de vacunación, según CNN.
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