El virólogo chino, Zang Wenhong, se encuentra entre los objetivos de alto perfil en una campaña de usuarios web nacionalistas para acosar a cualquiera que consideren críticos del gobierno chino y presionar a los funcionarios y sitios web para que los censuren.
Dicen que Zhang socavó la estrategia de COVID-zero de Beijing al sugerir que China debería aprender a vivir con el virus. Usuarios de internet desenterraron su tesis de hace 20 años y lo acusaron de plagio. Su alma mater, la Universidad Fudan en Shangai, más tarde aseguró que la acusación era falsa.
El caso de Zhang muestra el fuerte alcance de los nacionalistas del teclado en China, quienes navegan en la web en busca de publicaciones o individuos que consideran antipatrióticos o sujetos de influencia extranjera. Entre sus objetivos se encuentran celebridades, científicos, feministas y figuras públicas que sufren censura, listas negras y disminución de ingresos. Frecuentemente, los internautas airados están respaldados por agencias gubernamentales que apoyan la vergüenza extrajudicial.
“Hasta cierto punto, se trata de una revolución cibercultural: movilización masiva, lenguaje abusivo, ‘condena’ por parte de la mafia sin ninguna prueba o lógica adecuada, anulación del derecho de expresión de las personas sólo porque han sido etiquetadas por la mafia como malos”, dijo Fang Kecheng, un asistente de profesor de la escuela de Periodismo y Comunicación en la Universidad de Hong Kong. Pero también hay un interés comercial: “Muchas cuentas nacionalistas de redes sociales ganan tráfico al participar en este tipo de ataques”.
Al igual que plataformas occidentales como Twitter y Facebook, las redes sociales chinas están muy polarizadas, pero los nacionalistas están ganando cada vez más ventaja.
Esta versión china de la cultura de la cancelación se ha visto impulsada por el incremento del orgullo nacional, expresado con más intensidad durante este año que el Partido Comunista (PCCh) celebra su centenario, y por la creciente hostilidad hacia las críticas del exterior, impulsadas por la pandemia y la guerra comercial con Estados Unidos, lo que va en contra del objetivo declarado por el presidente Xi Jinping de que China ofrezca una imagen “amable y respetable” en el extranjero.
“Fomentar las expresiones de nacionalismo antiextranjero en casa socava los esfuerzos del PCCh por cultivar una imagen internacional benigna”, dijo Kacie Kieko Miura, un asistente de profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Diego. “Pero el PCCh no tiene elección. El nacionalismo es un pilar fundamental de la legitimidad interna del PCCh. Por otro lado, la estabilidad de las relaciones internacionales de China es esencial para continuar en crecimiento”.
Las opiniones negativas de China se mantienen cerca de los máximos históricos en el mundo desarrollado, de acuerdo con la última encuesta de Pew. Es probable que esta polarización empeore conforme los nacionalistas en China marginen individuos y organizaciones que están tratando de encontrar punto en común.
“El PCCh legitima sus políticas prometiendo a la población una China fuerte, y muchos nacionalistas ahora demandan a sus líderes una dura política exterior como consecuencia”, dijo Florian Schneider, profesor principal de política en la China moderna y director del Centro Leiden Asia. “Los funcionarios chinos no pueden darse el lujo de parecer débiles”.
Las plataformas de redes sociales como Weibo o WeChat han tenido que apresurarse a cerrar las cuentas de los criticados. A menudo las razones de la censura no son claras. El mes pasado, WeChat cerró las cuentas de asociaciones LGBTQ+ de universidades, incluida Tsinghua y Pekin, por violar reglas no especificadas. Los usuarios celebraron los cierres, sugiriendo que los grupos habían sido secuestrados por países extranjeros y estaban en contra de China.
Al igual que la caza de brujas política anticomunista del senador Joseph McCarthy en Estados Unidos en los años 40 y 50, la justificación subyacente de muchos de los ataques es la amplia acusación de ser antichinos.
“Podemos entender fácilmente que China se vuelva más nacionalista a medida que tiene éxito económico”, dijo Frank Tsai, profesor del Campus de Shanghai de la Escuela de Negocios Emlyon y fundador de la consultora China Crossroads, con sede en Shanghai. “El peligro es que China se extralimite. La economía china puede acabar sufriendo la arrogancia de un régimen que piensa que realmente puede ir solo, cuando las cifras muestran que cualquier bloque económico que China lidere es todavía mucho más pequeño que el de Occidente”.
Objetivos extranjeros
Celebridades extranjeras como el gerente general de la NBA, Daryl Morey, y el actor estadounidense John Cena, y empresas como Dolce & Gabbana Srl y Hennes & Mauritz AB, están familiarizados con esta “ciber expedición”. Cada vez más, también son periodistas.
Después de que las inundaciones causaron la muerte de más de 300 personas en la provincia de Henan el mes pasado, la cuenta local de la Liga de la Juventud Comunista de Weibo alentó a registrar el comportamiento de un periodista de la BBC que reportaba el evento, y un corresponsal de la emisora alemana Deutsche Welle se enfrentó a una multitud de personas por “difamar a China”. Pero son los propios ciudadanos y organizaciones chinas los que están cada vez más bajo el microscopio.
Even Hu Xijin, editor en jefe del periódico nacionalista Global Times, y algunos de sus subordinados están acusados de “traidores” por los internautas después de que el diario criticara una foto que comparaba el lanzamiento de cohetes de China con las piras funerarias en India. En otros casos, incluso la asociación con alguien considerado antipatriótico es suficiente para iniciar una diatriba, como lo descubrió el Centro para China y Globalización (CCG).
Fundado por Wang Huiyao, un ex asesor del gabinete chino, el CCG se creó para actuar como un puente entre China y el resto del mundo, explicando la posición de Beijing en todo, desde los supuestos trabajos forzados en Xinjiang hasta la ley de seguridad nacional para Hong Kong. Sin embargo, durante un foro de la CCG celebrado en Pekín el mes pasado, Chu Yin, profesor de la Universidad de Relaciones Internacionales, criticó a los académicos y diplomáticos chinos por sus métodos de comunicación, que podrían no ser fácilmente entendidos por un público extranjero.
algunos comentaristas en línea señalaron a Chu y al CCG. Pronto los post en redes relacionados con el evento comenzaron a desaparecer, así como las cuentas de los comentaristas más destacados.
Wang dijo que las “opiniones más extremas” que aparecen en redes sociales fueron vertidas por jugadores irrelevantes de poca monta. “Nosotros no queremos amplificar eso. Son realmente bajos como para mirarlos”, dijo en una entrevista. “Recibimos críticas en China diciendo que somos prooccidentales, y críticas de algunos en Occidente”.
Algunas veces, la evidencia usada contra el objetivo es de años anteriores. El organismo principal contra la corrupción en China, la Comisión Central de Inspección Disciplinaria, criticó al actor Zhang Zhehan este mes por fotografías tomadas hace años frente al santuario Yasukuni de Japón, un símbolo para los chinos de la pasada agresión militar japonesa.
La Asociación China de Artes Escénicas del Ministerio de Cultura llamó a boicotear al actor, decenas de marcas dijeron que dejarían de trabajar con él y Weibo y Douyin de ByteDance Ltd. borraron sus cuentas personales en las redes sociales.
La hostilidad de Estados Unidos hacia China, agravada bajo la administración Trump, tuvo parte de culpa, dijo Wang. “Hay un nacionalismo en Estados Unidos que está en su punto más alto y eso, a su vez, ha empujado el nacionalismo chino, también”, dijo.
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