- Háblenos brevemente de su carrera, de por qué ingresó en el servicio diplomático y de cómo fue nombrada para su actual cargo de Representante Permanente de su país ante la ONU en Ginebra.
Entré en el servicio diplomático de la República de Moldavia hace unos 17 años, después de recibirme en derecho internacional. Fue más un curso afortunado de los acontecimientos que un sueño largamente buscado, ya que inicialmente me veía siguiendo una carrera diferente, la de abogado, defendiendo los derechos de las personas en los tribunales. Sin embargo, como había recibido una invitación para solicitar un puesto en el servicio exterior, aproveché la oportunidad y nunca me he arrepentido.
Es un trabajo duro y requiere mucha preparación, constancia y, por lo general, muchas horas en tu escritorio, sobre todo durante los primeros años, por lo que es mucho menos vistoso de lo que uno se imagina en una película. Sin embargo, a lo largo de todos estos años, trabajando en diferentes temas y en diferentes puestos, siempre fue extremadamente interesante, desafiante y gratificante al mismo tiempo.
Como Vice-Ministro, antes de este cargo, trabajé estrechamente con nuestra Misión en Ginebra para promover los intereses de Moldavia entre las numerosas organizaciones internacionales ubicadas aquí. Puedo afirmar sin lugar a dudas que el entorno multilateral es el que más me atrae y en el que más puedo ayudar a mi país.
Así es como conseguí ser nombrada para este puesto. La ventaja es que esto me ha llevado al corazón del lugar donde se debaten y revisan los derechos humanos, un asunto que me interesa mucho desde hace mucho tiempo.
- ¿Puede compartir con nosotros un acontecimiento (positivo o negativo) que haya marcado su carrera y explicar por qué?
Es difícil señalar un acontecimiento, o incluso dos, que haya marcado mi carrera en sentido positivo, ya que normalmente, una vez que concluyes con éxito un proyecto, hay otro a la vuelta de la esquina que viene corriendo hacia tí. Por supuesto, hubieron algunos acontecimientos que podrían considerarse destacados, pero es injusto señalar uno en particular, ya que incluso los acontecimientos menores no tienen precio. Fue y es un gran placer y una inmensa satisfacción cuando ves que los resultados del trabajo de tu institución o equipo tienen un impacto concreto y positivo en un país o región concretos, o incluso en el mundo.
Sin embargo, recuerdo demasiado bien las negativas y, por desgracia, fueron demasiadas. Firmar los libros de condolencias es una práctica o protocolo que seguimos en los casos en los que ocurren sucesos trágicos en otros países. Esta fue y sigue siendo una experiencia difícil para mí.
Hace unos dos años tuve que firmar un mensaje de condolencias en relación con un accidente ocurrido en un espacio público en un país de nuestra región y que se cobró la vida de muchos niños y jóvenes. Me sentí desolada, e incluso me costó terminar el mensaje porque las lágrimas me corrían por la cara. Te preguntas si se podría haber evitado, si conseguiremos evitar estas tragedias en el futuro... Las respuestas no suelen ser las que me gustan.
- ¿Cuáles son las principales prioridades nacionales que defiende ante la ONU y sus organismos en Ginebra?
Ginebra es una de las ciudades más internacionales del mundo. En realidad, yo diría que es la más internacional, no sólo por el número de organizaciones internacionales, ONG o misiones diplomáticas que se encuentran aquí, sino también por el abanico de temas que abarca, como la paz y la seguridad, el desarme, la acción humanitaria, los derechos humanos y la migración, el trabajo, la salud, el comercio y los derechos de propiedad intelectual, el desarrollo y el transporte, por citar sólo algunos.
Seleccionar una o dos prioridades es realmente un reto. Por supuesto, me atengo a nuestro programa de trabajo nacional con la ONU, dando prioridad al trabajo del Consejo de Derechos Humanos, por ejemplo, pero la Ginebra internacional tiene su propia manera de imponer una agenda y dictar prioridades.
Por ejemplo, durante el último año, nuestra agenda ha estado dominada por temas como la salud, las vacunas y los medicamentos. Interactuamos a diario con colegas de la OMS, GAVI y otras organizaciones para encontrar soluciones a la pandemia actual. También trabajamos con la OMC, la OMPI, la CEPE y otros socios para ayudar a nuestras economías a recuperarse, al tiempo que mantenemos los flujos comerciales estables y permitimos que los mercados funcionen de forma abierta, transparente y justa.
La multiplicidad de tareas es algo con lo que tienen que lidiar las misiones de los países pequeños. Es intenso, pero también extremadamente gratificante.
- ¿Cuáles son los principales aspectos del patrimonio cultural moldavo que intenta destacar en su trabajo como embajador?
Moldavia es un país pequeño, pero tiene un patrimonio cultural y artístico impresionante. Me siento muy honrada de poder mostrarlo y compartir parte de él con la comunidad internacional en Ginebra.
Ya en septiembre del año pasado, entre los cierres durante la pandemia, conseguimos organizar una exposición de alfombras tradicionales moldavas tejidas a mano en el Palacio de las Naciones. Lo que es único de estas alfombras no es sólo la forma en que se han tejido durante cientos de años, sino también el hecho de que son en su mayoría obra de mujeres de zonas rurales, que tienen una historia que contar a través de estas piezas de arte. Esto es muy valioso y quería destacar este hecho. En cuanto las condiciones lo permitan, seguiremos organizando proyectos similares, destacando el hábil trabajo de los artesanos moldavos en la producción de trajes tradicionales, pinturas y esculturas. La comida y el vino son también una parte de nuestro patrimonio que deseo dar a conocer a más gente. También me gustaría compartir y mostrar la riqueza de la música moldava y llamar la atención sobre sus famosos compositores, como Eugen Doga, cuyo vals ha sido incluido por la UNESCO en la lista de obras maestras del siglo XX.
* Prisca Chaoui es Editora en Jefe de UN Today. Entrevista originalmente publicada en UN Today.