Las calles de varias ciudades de Francia volvieron a ser escenario este sábado, por quinta semana consecutiva, de movilizaciones en contra del certificado sanitario promovido desde el Gobierno para combatir la pandemia de COVID-19. Más de 210.000 personas manifestaron en esta ocasión, según datos del Ministerio del Interior.
El recuento, ligeramente inferior al notificado por las autoridades en la semana previa, resumen los datos de más de dos centenares de movilizaciones en todo el país. En París, algo menos de 14.000 personas participaron de la protesta, mientras que en Tolón, en la Costa Azul, se habrían registrado unas 22.000.
El pase sanitario, que da fe de que la persona está totalmente vacunada contra el covid-19, es necesario para tomar un café en terraza, ir al cine o al museo o tomar un transporte público en Francia. En su defecto se puede presentar un test de diagnóstico negativo.
Para el presidente, Emmanuel Macron, es la manera de fomentar la vacunación, proteger a la población y evitar nuevos confinamientos. Para sus detractores, esta ley aprobada a finales de julio es un abuso de poder que corta las libertades esenciales, divide y segrega.
Tanto en la capital como en otras zonas de Francia, las movilizaciones discurrieron sin incidentes en las primeras horas, ante la atenta vigilancia de las fuerzas de seguridad. Las cadenas de televisión locales mostraron a los asistentes coreando consignas de “liberemos a Francia”, “paremos la coronalocura”, y “toma tu pasaporte, Macron, y vete”.
El politólogo Jean-Yves Camus, consultado por agencias de noticias, opinó que las movilizaciones no son monolíticas, en la medida en que habrían logrado sumar bajo banderas comunes a simpatizantes de la ultraderecha, adeptos a teorías de la conspiración e incluso miembros de los ‘chalecos amarillos’, el movimiento de protesta surgido inicialmente para protestar por el alza en el precio del combustible.
“No puedo ir donde quiero”, declaró Marie Huguet, jubilada.
“Hay una división entre quienes no tienen el pasaporte y quienes sí lo tienen, es decir, entre los privilegiados y los demás”, denunció Béatrice Cazal, de 47 años, en París.
Desde principios de julio, esta ola de protestas sigue aumentando. La semana pasada, salieron a las calles de Francia unas 237.000 personas, según el Ministerio de Interior.
La protesta supera ya al movimiento antivacunas y los manifestantes acusan al gobierno de estar subestimando la movilización.
Además, de París, en Toulon, en el sureste, unas 22.000 personas, según cifras de la policía, salieron a protestar a las calles, pese al intenso calor registrado.
“Venimos por ellos, para que no se conviertan en cobayas”, comentó una madre de familia, acompañada de su hija de 16 años.
“Me opongo a la obligación de vacunarse sobre todo porque estamos aún probando las vacunas”, dijo en Lille (norte) Marie, una enfermera de 36 años que asegura que prefiere cambiar de trabajo antes que vacunarse a la fuerza.
En este momento en Francia, un 68% de la población (unos 46 millones de personas) ha recibido al menos una dosis de la vacuna contra el covid-19 y un 57,5% han recibido las dos. Actualmente, el número de casos diarios de coronavirus ronda los 28.000 y la situación es especialmente crítica en territorios de ultramar como Guadalupe y Martinica.
Los manifestantes franceses denuncian una “dictadura sanitaria”, una acusación que indigna al gobierno. Desde Martinica, que ha tenido que instaurar de nuevo un confinamiento debido al grave aumento de los casos, el ministro de Salud, Olivier Verán, consideró esta semana que “se está hablando demasiado” de estas protestas, que enarbolan “pancartas variopintas, razones dudosas y a menudo asquerosas”.
El gobierno francés quiere que a finales de agosto 50 millones de ciudadanos hayan recibido al menos una dosis de la vacuna.
En los territorios de ultramar, la vacunación va mucho más lenta y por eso la variante delta del coronavirus ha golpeado con fuerza, dijo el primer ministro francés, Jean Castex.
(Con información de EuropaPress y AFP)
SEGUIR LEYENDO: