Egipto manifestó este miércoles su “profunda preocupación” por la apertura de una parte de Varosha, el barrio sellado de la ciudad de Famagusta, situado en la parte bajo influencia turca de Chipre, y el levantamiento del estatus de zona militar.
”La República Árabe de Egipto expresa su profunda preocupación por el anuncio del cambio de la situación de la región de Varosha en Chipre y de abrirla parcialmente, en una contravención de las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”, según un comunicado de Exteriores egipcio.
En este sentido, Egipto exigió “la necesidad de cumplir con las resoluciones” de la ONU y “evitar cualquier acción unilateral que pueda complicar la situación y aumentar el nivel de tensión”.
La reacción egipcia se produce después de que Erdogan cerrara este martes una visita al norte de Chipre en la que dio definitivamente un portazo a las negociaciones de reunificación de la isla y dejó en manos del liderazgo turcochipriota anunciar una apertura parcial del sellado barrio de Varosha, contra toda resolución de la ONU.
El líder nacionalista turcochipriota, Ersin Tatar, anunció que levantará el estatus de zona militar en un 3,5% de este barrio fantasma de Famagusta, sellado tras la invasión turca, y del que fueron desplazados unos 12.000 grecochipriotas.
La historia de Varosha
Tras la invasión turca en Chipre el 20 de julio de 1974 en respuesta al golpe de Estado «pro-griego», el Ejército Grecochipriota retiró sus fuerzas a Larnaca. El Ejército Turco avanzó hasta la Línea Verde, que es la frontera actual entre las dos comunidades. Horas antes de que el Ejército Turco y el Grecochipriota cruzaran fuego en las calles de Famagusta, toda la población, temiendo una masacre, huyó. Muchos de sus habitantes se refugiaron en el sur, en distintas ciudades. Una de esas ciudades, Paralimni, se convirtió desde entonces en la nueva capital del distrito chipriota de Famagusta.
Cuando el Ejército Turco tomó el control de la zona durante la invasión, la valló. Desde entonces ha prohibido el acceso, excepto a militares turcos.
La razón por la que Varosha está abandonada se debe a la Resolución 550 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (tomada el 11 de mayo de 1984), que expone que “los intentos de asentamiento en cualquier parte de Varosha por cualquier persona que no sea habitante es inadmisible”. Por lo tanto, las Fuerzas armadas de Turquía (TSK) no pueden repoblar el área que está bajo su control, lo que ha llevado a un abandono del distrito de Varosha.
La ausencia de población y, por tanto, de reparaciones, hace que los edificios se estén desmoronando poco a poco. La naturaleza está ganando terreno, el metal se corroe, las ventanas se rompen y las plantas extienden sus raíces en las paredes y el pavimento. También se han visto tortugas marinas desovando en sus playas desiertas. Los concesionarios están congelados con antiguos vehículos de 1974 y, años después de su abandono, hay gente que dice haber visto bombillas que aún brillan a través de las ventanas de los edificios vacíos.
Desde entonces, la isla está dividida por una línea de demarcación: al sur, la República de Chipre, de mayoría grecochipriota, que pertenece a la Unión Europea; en el tercio norte, la República Turca de Chipre del Norte, habitada por turcochipriotas y solo reconocida por Ankara.
Varias veces, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, junto al primer ministro de la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre (KKTC), Ersin Tatar, ordenaron la reapertura de Varosha.
Casi inmediatamente, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas reafirmó la condición de Varosha según lo establecido en resoluciones anteriores del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, incluida la resolución 550 (1984) y la resolución 789 (1992). Asimismo, reiteró que no debían llevarse a cabo acciones en relación con esa localidad que no se ajusten a esas resoluciones.
Según un sondeo realizado por la Universidad de Nicosia, que interrogó a 1.000 ex habitantes de Varosha, el 73% rechazaría reinstalarse en la ciudad si, una vez abierta, estuviera bajo control de la administración turcochipriota.
“Convirtieron la ciudad en inhabitable. Es fácil para ellos proponernos volver porque saben que diremos que no. Rechazamos vivir bajo la ley turca”, dice Andreas Anastassiou, de 67 años, ex habitante del lugar.
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