Se acabaron las mascarillas obligatorias en el interior y no poder abrazar a los amigos. Inglaterra levanta este lunes las restricciones contra el covid-19, pero ante la disparada de contagios por la variante Delta, su “freedom day” (Día de la Libertad) está marcado por llamados a la prudencia.
“Creemos que ahora es el momento adecuado para proceder, cuando tenemos el cortafuegos natural” del verano, con las escuelas cerradas y la gente reuniéndose al aire libre, explicó el primer ministro Boris Johnson al confirmar el fin de la mayoría de imposiciones legales por la pandemia.
Uno de los países europeos más castigados por el coronavirus, con 128.500 muertos, el Reino Unido ha visto su economía duramente golpeada por los sucesivos confinamientos, con una caída de casi 10% del PIB en 2020. Y el Estado ha gastado más de 400.000 millones de libras (554.000 millones de dólares) para amortiguar el golpe, a costa de un déficit público récord.
Ante la creciente presión de una parte de su Partido Conservador, el gobierno decidió la reapertura total apoyándose en su exitosa campaña de vacunación: dos tercios de los 55 millones de adultos recibieron ya dos dosis y las vacunas se han mostrado eficaces contra el grueso de hospitalizaciones y muertes.
Así, en la última etapa de un largo y lento desconfinamiento iniciado en marzo, se levantará la consigna del teletrabajo, podrán reabrir los locales de ocio nocturno, y los teatros y estadios recibirán aforo completo.
También dejarán de ser obligatorias las mascarillas en lugares cerrados y el distanciamiento social, decisiones criticadas por destacados expertos en un momento en que los nuevos casos por la más contagiosa variante Delta del coronavirus rozan los 50.000 al día y amenaza con llegar a 100.000 este verano.
Esta “estrategia de infección masiva corre el riesgo de socavar los esfuerzos de control de la pandemia no sólo en el Reino Unido, sino también en otros países”, advirtió el viernes un grupo de científicos entre quienes figuran Walter Ricciardi y Michael Baker, que asesoran a los ministerios de sanidad de Italia y Nueva Zelanda, señalando el riesgo de desarrollo de nuevas variantes resistentes a las vacunas.
Por ahora, las previsiones trazadas por el gobierno se cumplieron: el lunes llegará con más de 50 mil casos nuevos por jornada. Y la proyección es que en pocos días se alcancen los 100 mil positivos por jornada, superando ampliamente los récords previos. Pero Downing Street confía en que las hospitalizaciones y muertes aumenten a un ritmo mucho menor por la inmunización.
Confusión y polémica
En este contexto, el día que muchos esperaban con impaciencia, bautizado por la prensa como “freedom day”, inicialmente previsto para el 21 de junio pero aplazado para avanzar la vacunación, va acompañado de un mensaje de moderación.
“Es absolutamente vital que procedamos ahora con prudencia”, advirtió Johnson. “No podemos volver instantáneamente desde el lunes 19 de julio a la vida anterior al covid”, insistió, pasando de la imposición legal a la responsabilidad personal.
Así, se instará a los clubes nocturnos a pedir una prueba de vacunación o un test negativo para entrar -aunque este no será obligatorio como en otros países- y se aconseja a la población llevar mascarillas en lugares concurridos.
Considerando que “la opción más sencilla y segura habría sido que el gobierno mantuviera la obligación nacional de llevar mascarilla en el transporte público”, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, decidió imponer su uso en los metros y autobuses de la ciudad.
El menú para la confusión y la polémica está servido. Quienes lleguen a la capital desde los suburbios en tren y luego tomen un transporte metropolitano tendrán reglas distintas durante su viaje. Y quienes estén incómodos junto a viajeros sin mascarilla no tendrán argumento legal para pedirles que se la pongan.
Lo mismo ocurrirá a quienes viajen de Inglaterra a Escocia, cuyo gobierno autónomo decidió adoptar un enfoque más cauto.
También esa región de 5,5 millones de habitantes suavizará las restricciones contra el coronavirus el lunes, pero mantendrá “durante algún tiempo” la obligación de llevar mascarilla en lugares cerrados.
Allí, el teletrabajo terminará “progresivamente” a partir del 9 de agosto y los locales nocturnos seguirán cerrados.
El conjunto del Reino Unido conservará sin embargo las restricciones a los viajes internacionales.
Así, únicamente los ciudadanos británicos o residentes legales podrán llegar desde los países de la denominada “lista roja”, que incluye a toda Sudamérica, Panamá, Costa Rica, República Dominicana y desde el lunes a Cuba. Y deben aislarse durante 10 días en hoteles específicos pagando 1.750 libras por persona.
Sin embargo, quienes lleguen desde la “lista ambar”, donde figuran España y casi toda Europa, podrán escapar a la cuarentena en el hogar si recibieron las dos inyecciones necesarias en el marco de la campaña de vacunación británica.
(Con información de AFP/por Anna Cuenca)
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