La crisis desatada en el gobierno de Pedro Sánchez, que mantuvo en secreto hasta el sábado pasado la profundidad de los cambios que introduciría, parece recién haber comenzado. En el Gabinete español se sabía de la inminencia de la movida, pero la mayoría desconocía el sentido de tales modificaciones en el equipo de la Moncloa.
El presidente reorganizó su equipo diciendo que la prioridad sería “consolidar la recuperación económica y la creación de empleo” después de la pandemia del COVID-19.
Sin embargo, los cuestionamientos de la reforma llegan por el estilo de la renovación. Esta reorganización no afecta a la alianza entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Sánchez y el pequeño partido de izquierda radical Unidas Podemos, que conserva sus cinco carteras. Los cambios alcanzan solo a algunas de las 17 que ostentan miembros del PSOE o personalidades cercanas a ella.
El viernes, en una conversación entre Sánchez y Yolanda Díaz, miembro del Partido Comunista español y quien suplanto al retirado Pablo Iglesias, la socia del ejecutivo logro garantizar las posiciones de su partido y no dejar caer a ninguno de sus funcionarios.
Los justificativos de los cambios no bastan. Ni siquiera cuando el jefe de gobierno precisó que el nuevo equipo marca tanto “un relevo generacional”, ya que la edad media es de 50 años en lugar de los 55 años anteriores, y un aumento en la presencia de mujeres. “Esto volverá a convertir a nuestro país en un referente en cuanto a paridad de género”, comentó Pedro Sánchez.
El socialismo en su conjunto buscaba que el 40º congreso federal del PSOE, que se celebrará a mediados de octubre en Valencia, sea la puesta en marcha del proyecto con el que encararía 2023, un año singular con elecciones autonómicas, municipales y generales. No obstante, estos gestos de cambio, tensionan las líneas internas y ponen foco en los aliados de Pedro Sánchez para sostenerse en el poder.
Los impactos en las filas socialistas llegan por los nombres de los despidos. Carmen Calvo, una ministra de fuerte personalidad y José Luis Ábalos, el consejero de Transportes y actual secretario de organización del PSOE (número tres del partido), hasta ahora eran dos columnas para el presidente. Aunque hubo anticipos de estas jugadas, sorprende por lo gestual. El cambio de Miquel Iceta de Política Territorial a Cultura y Deportes sí confundió a la gran mayoría.
“Calvo, Ábalos y Redondo, un eximio experto en comunicación política, formaban el tridente que coordinaba el gobierno, la presidencia y el partido, [es decir] las principales personas de confianza que lo habían apoyado durante las primarias de 2017” , estima Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas de la Carlos III.
Arrinconados por el avance de la derecha, la jugada incluye que la vicesecretaria general y portavoz en el Congreso, Adriana Lastra, se enfoque en el partido en estos tres meses que faltan hasta la gran convención socialista. El objetivo es dotarle de renovación política para contrarrestar la crecida del Partido Popular y de la ultraderecha de VOX.
La otra gran decisión es el nombramiento de Santos Cerdán como secretario de Organización del PSOE en lugar de José Luis Ábalos. El actual secretario de Coordinación Territorial y Relaciones Gobierno-PSOE era hasta ahora el número dos del ex ministro de Transportes.
Cerdán es el designado por el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE para llevar los mandos de un área tan sensible como Organización de la interna partidaria.
Los cambios hablan de una renovación, aunque deja heridos. La impronta de Sánchez es intentar un modelo de partido aireado que espera aprobar en el 40º congreso federal.
Sin embargo, la resistencia será un gran reto. La renovación anunciada es amplia, con la incorporación de perfiles jóvenes, una nueva generación partidaria pero con poca experiencia. Además, no haber modificado la alianza con Unidad Podemos es algo que, para algunos, no descomprime la crisis política, incluso en un contexto pandémico que ya ubica al país en una quinta ola, afectando la buscada recuperación.
Con un gobierno y un socialismo radicalizado para muchos conservadores, Sánchez y su partido confían en que los fondos europeos les permitan contrarrestar el auge del Partido Popular en los últimos meses, en especial luego de la ruidosa derrota de las pasadas elecciones, particularmente el asenso de Isabel Díaz Ayuso en Madrid.
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