El regreso de los conservadores puede generar un “Fukushima iraní”

Un nuevo informe de inteligencia de la oficina de seguridad del Grupo de Países del Golfo, emitió una declaración donde se indica que la planta nuclear de Bushehr está funcionando nuevamente y advierte que las cuestiones más importantes en cuanto a la seguridad de su funcionamiento no fueron reparadas de forma adecuada, por tanto la planta no es segura para los propios ciudadanos iraníes que residen en la región

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Advierten que la central de
Advierten que la central de energía nuclear de Bushehr tiene graves problemas de seguridad

Luego del amplio triunfo de Ebrahim Raisi, presidente electo de Irán, las celebraciones del sector ultra-conservador y la efervescencia de su victoria parecieran estar descendiendo ante los problemas surgidos en una de las áreas de mayor importancia en políticas de estado de la República Islámica de Irán.

La central de energía nuclear de Bushehr, la más importante del régimen después de Natanz, ha presentado una serie de deficiencias técnicas en su funcionamiento que no han podido ser resueltos ni explicados claramente por los funcionarios iraníes. Tales problemas dieron lugar a su cierre de urgencia, aunque según el régimen de forma temporal. Sin embargo, fuentes de inteligencia saudita han indicado que los desperfectos llevan un tiempo prolongado y comenzaron a manifestarse a medidos de junio.

La información de las fallas fue comunicada por funcionarios de la agencia de electricidad del régimen y aunque no se brindaron mayores detalles técnicos a la prensa iraní, la información fue ampliada por la Agencia de Prensa Saudita (SPA por sus siglas en inglés) en idioma árabe el miércoles pasado. La agencia saudita confirmo que el cierre de la planta de Bushehr comenzó de forma intermitente el sábado 19 de junio y podría extenderse entre cuatro y cinco meses hasta que se realice el mantenimiento necesario que le permita volver a la normalidad. Sin embargo, los únicos detalles que acompañaron la información iraní indicaron que durante el mantenimiento podrían producirse cortes de energía en zonas cercanas a la central nuclear mientras se lleve adelante su reparación.

Hay que recordar que Bushehr es la planta más importante de Irán, según lo indicado por la Agencia de Energía Atómica y fue puesta en funcionamiento con asistencia de Moscú en el año 2011. Esta es la primera situación de un incidente de gravedad que dio lugar a su cierre, por lo que una docena de técnicos rusos fueron enviados a la zona portuaria donde se encuentra situada la planta.

En su informe, la agencia de noticias saudita muestra funcionarios iraníes lamentándose por el incidente de “una potencial fuga” que se produce en momentos en que la cancillería estaba en condiciones de informar al pueblo de Irán que tenían dos muy buenas noticias para dar. La primera de ellas era que el presidente electo ya preparó un dossier para presentar a Washington, el mismo incluye reuniones directas para cerrar mediante un dialogo diplomático entre las partes las conversaciones que que se habían llevado adelante recientemente en Viena entre Irán y las potencias mundiales para reflotar el acuerdo de 2015, con la condición que las demás plantas iraníes no fueran fiscalizadas por la Agencia de Control Nuclear y se respetara su soberanía científica. Aquel acuerdo fue suscripto durante el mandato del ex-presidente Barack Obama, aunque fue dejado sin efecto en 2018 por su sucesor, Donald Trump, quien acusó a Irán de violar lo acordado en él.

La segunda buena nueva, según las autoridades del régimen, era que la elección había dado a la República Islámica un presidente como Raisi, que podrá revertir la situación económica adversa del país logrando el levantamiento de las sanciones vigentes que descongelarían miles de millones de dólares restringidos desde 2018 en el marco de la segunda ronda de sanciones establecidas por el antecesor del actual presidente Joe Biden.

Aunque los pretendidos anuncios del régimen no parecen ir en consonancia con las declaraciones del secretario de Estado Antony Blinken y las condiciones expuestas por Washington para resolver el controversial, las que son muy diferentes a las publicitadas por el régimen, la administración estadounidense ha dado un gran número de señales a Irán de la voluntad del presidente Biden por reflotar el acuerdo, pero bajo condiciones distintas a las que publicitan los funcionarios iraníes.

Sin embargo, como es habitual, la propaganda del régimen ha culpado a Israel, a quien responsabilizó por acciones de guerra cibernética como causa de los daños sufridos en el funcionamiento de la central de Bushehr, con lo que no ha hecho más que mostrar su propia debilidad y vulnerabilidad. Así lo sugirió una declaración emitida por funcionarios que integraron el comité de campaña del presidente electo Ebrahim Raisi, en el que se mencionó que un nuevo y masivo hackeo del enemigo sionista pretendió dañar a la república de Irán, y con ello a toda Umma (nación islámica).

Lo concreto y peligroso, es que el pasado jueves, sin ampliar detalles técnicos, un nuevo informe de inteligencia de la oficina de seguridad del Grupo de Países del Golfo, emitió una declaración donde se indica que la planta nuclear de Bushehr está funcionando nuevamente, no obstante, las cuestiones más importantes en cuanto a la seguridad de su funcionamiento no fueron reparadas de forma adecuada, por tanto la planta no es segura para los propios ciudadanos iraníes que residen en la región cercana a la instalación nuclear.

La información también indica que el trabajo de reparación no terminó. El informe señala que el apresuramiento de las autoridades militares iraníes en colocar nuevamente operativa a la planta ha desatendido “medidas de seguridad elementales” que pueden ocasionar una gran fuga de energía que podría causar una catastrofe nuclear de dimensiones impredecibles dentro de Irán.

Lo extraño es que a finales de febrero la planta había comenzado a tener problemas operativos y en marzo, uno de los funcionarios más relevantes en las conversaciones nucleares, Mahmoud Jafari, había dicho que la planta podría estar afectada por reiterados intentos de penetración viral de hackers que la república islámica ya había identificado, pero que de afectarse ciertas piezas, el sistema general podría verse comprometido ya que Irán no puede adquirir piezas y equipos de Rusia debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos en 2018.

Ebrahim Raisi, el presidente electo
Ebrahim Raisi, el presidente electo de Irán

La preocupación de Jafari parece haber sido superada ya que técnicos rusos viajaron a Teherán -aún con las sanciones vigentes- y están ayudando al régimen a resolver las fallas recientes de la planta. Uno de los técnicos que encabezan la delegación enviada por Moscu ha dicho a la prensa, en lo que se considera una infidencia poco usual, que Rusia no desea otro Fukushima en la costa del Golfo donde se ubica la planta.

El dato que hace de Bushehr una planta peculiar y a la vez dependiente, es que se alimenta con uranio producido en Rusia, no en la república islámica de Irán y esto debería ser supervisado por el Organismo Internacional de Energía Atómica de las Naciones Unidas. La AIEA (por sus siglas en inglés) reconoció estar al tanto sobre los informes de la planta, pero no efectuó comentarios al respecto, muy probablemente por la posición adoptada por Irán de no permitir al organismo supervisar sus instalaciones.

La planta de Bushehr es de las más antiguas de Irán, su ubicación se encuentra al norte del país frente a la costa del Golfo Pérsico. Sin embargo, pocos saben que no fue el régimen khomeinista quien la construyó. La planta fue edificada durante la era del Shah Reza Pahlevi, a mediados de los años ’70. Cuando estalló la guerra entre los chi’itas khomeinistas y el Irak de Saddam Hussein en 1980, la central fue varias veces bombardeada, Saddam tenía una especial obsesión con su destrucción y para 1988, finalizada la guerra entre ambos países, el estado de la planta era de total deterioro y había quedado fuera de operaciones. Una vez firmado el armisticio, Irán suscribió un contrato con Rusia y Moscú la reconstruyó a nueva poniéndola nuevamente operativa.

La alta actividad de terremotos regionales y fallas geológicas de esa región iraní han puesto a la estructura de la central en grave peligro a pesar de haber sido construida considerando los reincidentes terremotos regionales. Aun así, los varios de temblores que se producen en la zona produjo nuevas fallas en la planta convirtiéndola en un verdadero peligro para los propios habitantes de esa área, de allí que la oposición política al régimen y los grupos de exiliados la llamen “la Fukushima iraní”, por la amenaza y el gran peligro que encarna para quienes habitan la zona. No obstante, en los últimos meses no se ha informado de terremotos graves en el zona de Bushehr, tampoco se han producido temblores significativos en los últimos días que pudieran afectar su normal actividad. Sobre Israel, como es usual no se ha pronunciado sobre el asunto ni ha confirmado o negando acciones de sus activos de inteligencia en esa área.

La respuesta iraní ante un nuevo incidente que golpea su estructura nuclear ha sido un mensaje de su presidente electo a la Unión Europea (UE), pero tambien a Washington y a Tel Aviv (aunque sin nombrar a los dos últimos). Raisi dijo: estar dispuesto a resolver los desencuentros y reflotar el acuerdo nuclear pero bajo ningún concepto negociará sobre su sistema balístico y el programa de sus misiles; del mismo modo aclaro que Irán no permitiría que extranjeros ingresen como observadores a sus plantas nucleares y se comprometió a castigar firme y dolorosamente a los responsables de lo sucedido en Bushehr.

Las declaraciones de Raisi no solo confrontan la intensión de Washignton y la UE para reflotar el acuerdo con su país que favorezca un regreso al acuerdo nuclear de 2015, sino que muestran con claridad que la política iraní ha vuelto a manos del sector conservador y las autoridades religiosas. Este escenario compromete peligrosamente no sólo a la región y al mundo, sino que ahora; ante la irresponsabilidad en el manejo de la seguridad de sus plantas de energía atómica, también a los propios ciudadanos iraníes.

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