Durante la mayor parte de su vida, Mary McCarthy, una trabajadora de cocina en un hospital de Nueva Zelanda, vivió con un dolor en el lado derecho de su nariz, una molestia constante a la que se terminó acostumbrando.
Pero el año pasado, después de una prueba PCR de COVID-19 extremadamente dolorosa, esa molestia se volvió algo insoportable hasta el punto de enfermarse. La razón, sin embargo, seguía siendo desconocida.
Tras acudir a varios médicos, el cirujano del Hospital Christchurch extrajo una pieza amarilla de tiddlywinks, un juego de mesa infantil muy popular en el país, 37 años después de que se le hubiera alojado en la parte superior de la nariz cuando era niña.
El cirujano también eliminó el material calcificado que había crecido alrededor de la pieza.
Tiddlywinks, es un juego creado en Inglaterra en la década de 1860 que utiliza conjuntos de pequeñas piezas en forma de disco llamadas “winks” .
Resulta que cuando tenía tan solo 8 años, la mujer que hoy tiene 45 años de edad estaba jugando con sus siete hermanos y hermanas al tiddlywinks y en medio del juego terminó con una de las pequeñas piezas en su nariz. Es que los niños comenzaron a poner las piezas en su nariz y a soplarlas con fuerza a ver qué tan lejos llegaban.
“Una vez inhalé accidentalmente una en lugar de soplarla, y estaba un poco asustada para decírselo a mi madre, así que no lo hice. Recuerdo estar aterrorizada en ese momento, pensando ¿adónde se ha ido?”, dijo la mujer a medios locales.
McCarthy habló con la prensa estando aún en el hospital, donde ingresó el pasado viernes tras la cirugía. Dijo que todavía tenía dolor en la nariz, aunque se sentía emocionada porque por primera vez en más de tres décadas podía respirar por la fosa nasal derecha con normalidad.
Ahora le resulta insólita y risible su historia, que comenzó apenas siendo una niña temerosa de un castigo de su madre y terminó con una operación en su vida adulta para remover algo que la había molestado todo el tiempo.
“Siempre tuve dificultades para respirar por la nariz a lo largo de los años, pero nunca lo pensé mucho”, afirmó.
Pero el año pasado el problema empeoró. Después de una prueba de hisopado nasal de COVID-19 en octubre, sintió dolor durante varios días y luego comenzó a desarrollar problemas graves.
“Mi nariz goteaba constantemente y tenía mucho dolor”, afirmó la mujer. Acudió a varios médicos generales que atribuyeron el dolor a una afección crónica de los senos nasales.
“Tengo muchos problemas en mi vida, así que lo dejé en un segundo plano”, contó. McCarthy tiene un hijo severamente austita, Michael, de 22 años, quien no habla y vive completamente bajo su cuidado.
Así que decidió no revisarse sino hasta agosto de este año, cuando reservó una cita con un otorrinolaringólogo privado.
Pero la infección no era broma, y necesitaba atención con urgencia. Afortunadamente trabaja en la cocina de un hospital así que fue a que la revisaran cuando el dolor se hizo insoportable.
“Afortunadamente, la enfermera y el médico creyeron que era más que dolor en los senos nasales. Me preguntaron si alguna vez me había metido algo en la nariz y les conté sobre el tiddlywink, como riéndome”, recuerda McCarthy
Una tomografía computarizada reveló un objeto en la parte superior de la nariz, aunque no parecía un tiddlywink. El médico intentó quitárselo mientras estaba despierta, pero era demasiado grande y demasiado doloroso.
En la operación el objeto fue empujado por su nariz y extraído por su boca. La prueba de Covid había desprendido el disco y provocado una infección.
“Cuando me desperté dije, ‘¿qué era?’. Y dijeron que era la risa del hospital, un tiddlywink que ni siquiera había perdido su color. Había calcificación a su alrededor y probablemente por eso mi nariz se había torcido un poco”, concluyó.
McCarthy dijo que esperaba ahora tener una vida de respiración más fácil y una nariz más recta.
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