El nazismo continúa haciendo metástasis en el ejército alemán. El gobierno de Berlín tuvo que ordenar esta semana el repliegue de un pelotón de la Bundeswehr, las fuerzas armadas unificadas, después de que los soldados fueran acusados de cantar el feliz cumpleaños y brindar en el aniversario del nacimiento de Adoph Hitler, lanzar consignas nazis y cometer, al menos, una agresión sexual. El incidente se produjo apenas unos meses después de que el Ministerio de Defensa se viera obligado a realizar una amplia reforma de su división militar de élite, el Kommando Spezialkräfte (KSK), y a disolver una de sus compañías después de que se descubriera que varios suboficiales y soldados pertenecían a organizaciones neonazis y estaban acumulando explosivos robados al ejército con la intención de realizar un atentado. Y el miércoles se lanzó otra investigación sobre varios policías del estado de Hesse pertenecientes a una unidad de elite del Comando de Operaciones Especiales, o SEK. Pertenecen a un grupo que difunde material del Tercer Reich en las redes sociales.
Durante años, los políticos y los militares alemanes rechazaron la noción de cualquier infiltración de extrema derecha en los servicios de seguridad. Decían que eran apenas “casos aislados”. La idea de que existieran redes nazis enquistadas en las fuerzas armadas era descartada de plano. En varios casos, los superiores de aquellos revelados como extremistas fueron protegidos y continuaron en sus puestos. Incluso se produjeron decenas de casos de desaparición de armas y municiones de los cuarteles sin que hubiera una investigación profunda.
Ahora, con esta sucesión de episodios, en los estamentos de poder de Berlín cundió la alarma. La situación se convirtió en demasiado peligrosa como para ignorarla. El problema se ha profundizado con el surgimiento del partido Alternativa por Alemania, o AfD, que legitimó una ideología de extrema derecha de estilo neonazi. El AfD consiguió una gran cantidad de adeptos utilizando la llegada de más de un millón de inmigrantes en 2015 y más recientemente la pandemia de coronavirus, para generar una sensación de crisis inminente y hacer “un llamado patriótico” para actuar. En esa corriente abrevan muchos de los militares que ahora comienzan a ser descubiertos.
La revista Der Spiegel fue la que reveló en su último número el escándalo alrededor de los soldados del pelotón de la Bundeswehr. Todo comenzó con una fiesta en un hotel del distrito central lituano de Rukla el 30 de abril a la que acudieron los militares alemanes. Terminó con el abuso sexual a una camarera, vivas al nazismo e insultos racistas y antisemitas. Actuó la policía militar alemana y comenzó una investigación en la que se descubrió que el 20 de abril, aniversario de Hitler, hubo una ceremonia en honor del dictador y que durante un ejercicio de tiro habían desaparecido una cantidad importante de municiones de alto calibre. El pelotón forma parte de una unidad de 600 soldados que estaba realizando ejercicios junto a sus colegas lituanos como fuerzas de la OTAN. La organización de defensa occidental mantiene estacionado en esa república báltica miles de soldados como muro de detención ante cualquier avance imprevisto de las fuerzas rusas.
“El hecho de que esto haya ocurrido en Lituania, donde defendemos los valores comunes junto a nuestros socios de la OTAN, hace que este comportamiento de los individuos no sólo sea inexcusable, sino absolutamente vergonzoso para todos nosotros”, dijo el jueves Christina Routsi, la portavoz del ministerio de Defensa alemán.
La unidad de contrainteligencia militar germana está investigando a más de 600 soldados por extremismo de derecha, entre los 184.000 que pertenecen al ejército. Y muchos de ellos forman parte de las KSK, la unidad de elite. De acuerdo a la prensa alemana, hay “un claro plan” de los neonazis para infiltrarse entre los militares mejor preparados y utilizarlos, eventualmente, en la concreción de atentados. En los últimos meses, terroristas de extrema derecha asesinaron a un político, atacaron una sinagoga y mataron a tiros a nueve inmigrantes. Thomas Haldenwang, presidente de la agencia de inteligencia nacional alemana, la BND, identificó el extremismo y terrorismo de extrema derecha como el “mayor peligro a la democracia alemana hoy en día”.
En mayo del año pasado, en plena pandemia, la policía descubrió un importante arsenal en la casa de un sargento mayor de la KSK apodado Ovejita. Ya tenía un sumario por sus expresiones nazistas, algo que está absolutamente prohibido en las fuerzas armadas alemanas, pero allí se enteraron de que se trataba de un personaje aún más complejo y peligroso. Enterrados en el jardín, encontraron dos kilogramos de explosivos plásticos PENT, un detonador, un fusible, un AK-47, un silenciador, dos cuchillos, una ballesta y miles de municiones, muchas de las cuales se cree que fueron robadas al ejército alemán. También encontraron una colección de canciones grabadas por las nefastas SS, la colección de una revista para ex miembros de las Waffen SS y una gran cantidad de otros recuerdos nazis. “Tenía un plan”, dijo en ese momento Eva Högl, comisionada parlamentaria de Alemania para las Fuerzas Armadas. “Y él no es el único”.
De acuerdo a una investigación de un grupo de organizaciones no gubernamentales que se dedican a poner el foco en un posible resurgimiento del nazismo en Alemania, existen redes nacionales de soldados y agentes de policía, tanto en funciones como retirados, vinculadas con la extrema derecha. Dicen que se están preparando “para cuando el orden democrático de Alemania colapse”. A ese supuesto momento histórico lo denominan Día X. Y muchos temen que sea apenas “una señal de pretexto para lanzar actos terroristas o un golpe de estado”. “Estos extremistas se preparan para el Día X con la convicción de que es la única forma de salvar a la Patria que se encuentra en peligro de desaparición”, dijo en una entrevista Martina Renner, integrante del comité de Seguridad Nacional del parlamento alemán.
Algunos medios alemanes se refieren a estos grupos militares como “un verdadero ejército en la sombra”, trazando paralelos con la década de 1920, cuando las células nacionalistas dentro del ejército alemán acumularon armas, planearon golpes y conspiraron para terminar con la República de Weimar. “Una vez que realmente comenzaron a buscar, encontraron muchos casos”, dijo Konstantin von Notz, presidente adjunto del Comité de Inteligencia del Parlamento. “Cuando hay cientos de casos individuales es claro que se trata de un problema estructural. Es extremadamente preocupante”. Y cita el caso de un reservista, ahora suspendido, que tenía una lista con los números celulares y las direcciones de 17 destacados políticos. “Evidentemente ahí existía un plan y una organización”, agrega Von Notz. El caso estalló en julio del año pasado y condujo a nueve redadas en todo el país, pero los resultados de la investigación siguen siendo secretos. “Aquí estamos tratando con un enemigo interno”, concluyó el diputado Von Notz.
Otro antecedente grave es el manifiesto que dejó Brendan Tarrant, quien masacró a 51 fieles musulmanes en marzo de 2019 en una mezquita y un centro islámico de Christchurch, en Nueva Zelanda. Unos meses antes había viajado por Europa y tomado contacto con organizaciones neonazis. “Yo estimaría que la cantidad de soldados en las fuerzas armadas europeas que también pertenecen a grupos nacionalistas ascienden a cientos de miles, con la misma cantidad de empleados en puestos de fuerzas de seguridad”, escribió Tarrant.
De acuerdo a los parlamentarios alemanes, investigar a fondo estas conexiones es muy complicado. Creen que la agencia de contrainteligencia militar, encargada de monitorear el extremismo dentro de las fuerzas armadas, probablemente esté infiltrada. Cuando se descubrió el arsenal en casa del “sargento mayor Ovejita” hubo un investigador de alto rango trabajando en el caso que avisó a uno de los comandos del KSK que iba a haber redadas. Y éste pasó la voz a otros ocho soldados. La mayoría de estos comandos actuaron como parte de las fuerzas de la OTAN en Bosnia, Croacia y Afganistán. Y tienen entrenamiento especial en acciones de contrainteligencia. Están mucho mejor preparados que los policías que tienen que perseguirlos.
SEGUIR LEYENDO: