Con las restricciones de movimiento por la pandemia de Covid, los fines de semana muchas familias de las pequeñas ciudades canadienses hacen largas caminatas por las calles casi desiertas para sacarse de encima ese letargo que producen las cuarentenas. En eso estaba una familia de inmigrantes de origen paquistaní esperando la señal de un semáforo para cruzar una avenida de la ciudad de London, a 200 kilómetros de Toronto, cuando se les vino encima una camioneta. Mató a un matrimonio, a la madre de él y a una hija adolescente, el otro hijo de 9 años está en un hospital en condición crítica. Fue un crimen de odio inspirado por las redes sociales que tiene temblando al país desde el domingo pasado.
El primer ministro Justin Trudeau dijo que se había tratado de un “ataque terrorista” probablemente incitado por grupos de extrema derecha que lanzan sus mensajes a través de las redes sociales. “Si alguien piensa que el racismo y el odio no existen en este país, ¿cómo explicamos semejante violencia? ¿Cómo podemos mirar a las familias a los ojos y decirles que la islamofobia no es real?”, lanzó el premier en una sesión del Parlamento. Ya se anunciaron medidas extraordinarias que incluyen la creación de unidades especiales de la policía para detectar a los grupos extremistas y cerrar sus chats “antes de que ataquen”.
La prensa canadiense y británica hablan de un “terrorista nazi-cristiano” que, de acuerdo a testigos, se reía mientras cometía el crimen y que también lo hizo cuando fue arrestado unos minutos más tarde cuando estacionó su camioneta frente a un supermercado y bajó a ver las manchas de sangre que cubrían todo el lado derecho del vehículo. Fue identificado como Nathaniel Veltman, un muchacho retraído de 20 años que se había mudado a un departamento del centro de la ciudad de London hace unos meses y que trabajaba en una granja cercana alimentando animales. Otros testigos dicen que tenía puesto un chaleco antibalas sobre una camiseta pintada con esvásticas.
Las víctimas componían una familia arraigada desde 2007 en la tranquila ciudad. Salman Afzaal, de 46 años, era fisioterapeuta y trabajaba en residencias de ancianos. Madiha Salman, de 44 años, era estudiante de doctorado en ingeniería civil. Estaban casados y tenían dos hijos: Yumna, de 15 años, y Fayez, de 9 años, que fue hospitalizado con heridas graves. La madre de Afzaal, Talat Afzaal, de 74 años, también murió en el atentado.
Salman y Madiha llegaron como residentes permanentes a Canadá hace 14 años, participaban activamente en la mezquita local y eran voluntarios en varias organizaciones. Ella tenía un título de ingeniería civil de la universidad estatal de Pakistán, donde trabajó en un importante proyecto hidroeléctrico durante tres años. Tras obtener un máster en la Western University de London, estaba terminando su doctorado. Jason Gerhard, el profesor que supervisó el trabajo de posgrado de Salman, escribió en un correo electrónico que su investigación se centró en la descontaminación del suelo y las aguas subterráneas contaminadas por productos químicos tóxicos. Sus “innovadores experimentos”, dijo, demostraron que el aceite vegetal podía utilizarse en un proceso desarrollado en la universidad para limpiar las sustancias químicas del suelo. El trabajo, añadió, se ha comercializado y se está utilizando para limpiar emplazamientos industriales contaminados. Su marido, el Sr. Afzaal, trabajaba principalmente en dos residencias de ancianos en comunidades rurales de las afueras de London. Jeff Renaud, administrador de la Villa Luterana Ritz, dijo que Afzaal siguió acudiendo a lo largo de la pandemia cuando muchos otros trabajadores habían dejado de hacerlo. “Ayudaba a las personas al final de sus vidas para que mantengan la movilidad y la independencia durante el mayor tiempo posible”, dijo el Renaud. “Realmente era un alma extraordinaria”.
Canadá viene sufriendo ataques racistas en forma ascendente. En enero, Trudeau había comisionado al ministro de Patrimonio, Steven Guilbeault, que trabajara con el ministro de Seguridad Pública, Bill Blair, “para tomar medidas en la lucha contra los grupos de odio y el odio en línea”. Un mes más tarde puso a la milicia de los Proud Boys, que en Estados Unidos se proclamaron como una “resistencia armada” al servicio del entonces presidente Donald Trump, en la lista de organizaciones terroristas. Christian Leuprecht, experto en seguridad y terrorismo del Real Colegio Militar de Canadá, dijo al diario The Free Press que los datos oficiales muestran que “en 2018 hubo un pico de atentados de estos extremistas blancos y desde entonces se mantienen en esos índices muy altos”. “En Canadá estuvimos por mucho tiempo aislados de estos fenómenos, pero ya llegaron para quedarse y necesitamos crear las herramientas políticas especiales para hacer frente a los fenómenos del odio, el extremismo violento y la violencia extremista”, dijo Leuprecht.
Canadá tiene una larga reputación de ser un país tolerante, multirracial y de amplias libertades. Recibe inmigrantes desde siempre y en los últimos tres años llegaron decenas de miles de sirios que escapaban de la guerra en su país. Pero en su último informe anual, el Servicio Canadiense de Seguridad e Inteligencia informó de que “la pandemia del Covid-19 exacerbó las narrativas xenófobas y contrarias a la autoridad, muchas de las cuales pueden repercutir directa o indirectamente en las consideraciones de seguridad nacional”. En 2019, el año más reciente del que se dispone de estadísticas, la policía informó de 1.946 delitos de odio en el país, particularmente contra los musulmanes, y un aumento del 10% con respecto al año anterior.
Como en Estados Unidos, la confrontación se da entre los trabajadores blancos que perdieron sus trabajos en la vieja industria, que viven en la pobreza, y los nuevos inmigrantes a los que ven como una amenaza para su supervivencia. A su vez, London es una ciudad con una clara división. En el lado oeste, donde vive una amplia comunidad musulmana, está dominado por los empleados de las empresas de servicios financieros, en particular los seguros, y el extenso y frondoso campus de la Western University. El lado este alberga la industria pesada, incluida una planta de General Dynamics que produce vehículos militares blindados. Pero en esa misma área cerraron en los últimos años varias otras fábricas metalúrgicas.
En 2017, en London hubo una marcha contra la migración musulmana, organizada por la agrupación de “Patriotas de Canadá contra la Islamización de Occidente”. La mayoría de los manifestantes habían llegado de las afueras de la ciudad. Hubo una contramarcha de grupos de izquierda aunque no se registraron incidentes. Fue uno de los ejemplos de que los “antiinmigrantes” comenzaban a organizarse. La policía montada canadiense tiene registrados a unos 300 grupos antiinmigrantes y xenófobos que operan en el país y son muy activos en las redes sociales. Casi todos tienen, a su vez, conexiones con organizaciones similares estadounidenses.
Cruzando los lagos Huron y Superior se encuentra otra pequeña ciudad, Thunder Bay, conocida como “la capital del odio” donde se registraron decenas de actos racistas, vandalismo contra comercios de inmigrantes y asesinatos raciales. Allí no sólo son objeto de estos crímenes los inmigrantes sino también la comunidad indígena local.
“Si se tratara de cualquier otro tipo de delito, diríamos que estamos ante una crisis nacional”, dijo la doctora Barbara Perry, directora del Centro sobre Odio, Prejuicios y Extremismo del Instituto de Tecnología de la Universidad de Ontario. “Bueno, estamos ante una crisis nacional de racismo y el ataque contra la familia de la ciudad de London lo demuestra”.
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