Estados Unidos mira con perplejidad y preocupación el avance de dos buques iraníes rumbo al continente americano. Su destino final es incierto, pero la principal hipótesis de Washington es que podría ser Venezuela.
La entrada de buques de guerra en aguas caribeñas sería una provocación sin parangón por parte de la República Islámica. Los expertos en seguridad consideran que si penetran sin ninguna resistencia se sentaría un precedente muy peligroso que podría alentar a otras armadas a seguir los mismos pasos. Rusia y China estarían primeras en esa fila.
Al ser consultado sobre el destino de los buques, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores persa dijo que “Irán tiene una presencia constante en aguas internacionales, se lo permite el derecho internacional”, según The Wall Street Journal (WSJ). Y añadió: “Advierto que nadie debe cometer un error de cálculo. Los que viven en casas de cristal deben ser precavidos”.
Uno de los dos buques salió a fines de abril con siete lanchas de ataque rápido cargadas de misiles, informó el medio especializado USNI News. Según imágenes satelitales proporcionadas por la firma Maxar, el IRINS Makran lleva una flota de embarcaciones con las características de la familia Peykaap. Se trata de lanchas de tamaño mediano operadas por la Guardia Revolucionaria de Irán, el cuerpo de élite del régimen persa, utilizadas para acosar a los barcos estadounidenses en el Golfo Pérsico. Además, el barco podría llevar otro equipo militar que no se ve fácilmente en las imágenes, según USNI.
Un petrolero convertido, Makran es considerado el más grande fabricado en Irán y cuenta con una plataforma para transportar hasta siete helicópteros. El buque está diseñado para ser una base marítima móvil para pequeñas embarcaciones y aviones capaces de operar en cualquier parte del mundo. La conversión agregó una gran cabina de vuelo, la capacidad para transportar botes y otros equipos en la cubierta y carga adicional debajo.
El medio Político, que citó tres personas familiarizadas con el asunto que hablaron con la condición de no ser identificadas, dijo que Washington informó a funcionarios del régimen de Nicolás Maduro que recibir los buques sería un error. Se desconoce, sin embargo, la decisión de Caracas al respecto.
Desde que Hugo Chávez asumió la presidencia de Venezuela en 1999, Teherán ha cultivado una relación cada vez más estrecha con Caracas. Las Fuerzas Armadas de ambos países han participado en ejercicios militares conjuntos en el estado de Aragua y, de acuerdo con el WSJ, Venezuela suministra identidades falsas a los agentes iraníes para que se muevan por la región.
El nexo del régimen venezolano con Irán es Tareck El Aissami, ex vicepresidente y actual ministro de Petróleo. Teherán es un proveedor de energía esencial para Venezuela, cuya producción de combustible se ha hundido a niveles nunca antes vistos debido a la combinación de escasa inversión en mantenimiento con la corrupción generalizada que caracteriza al chavismo en todos los órdenes.
Las sanciones aplicadas por Estados Unidos contra PDVSA por las violaciones a los derechos humanos del régimen han bloqueado las importaciones regulares de gasolina y diésel, pero Irán ha logrado enviar a Venezuela suficientes buques cisterna para mantener a flote a la dictadura de Maduro. Los petroleros iraníes han apelado a distintas técnicas de evasión para navegar desde aguas internacionales hasta aguas venezolanas sin ser detectados.
Pero a la asistencia energética y económica se está sumando cada vez más la militar. Ya ha habido en el pasado reciente preocupación por la posibilidad de que Venezuela pueda intentar adquirir tecnología de misiles balísticos iraníes. En marzo, el comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, el almirante Craig Faller, advirtió al Senado que los dos países han seguido ampliando la cooperación para comerciar con recursos militares.
“Irán ha ampliado la cooperación económica y de seguridad con Venezuela en transferencias de combustible, alimentos básicos y asistencia militar, posiblemente ampliando la presencia de la Fuerza Quds en la región”, dijo Faller en un comunicado al Comité de Servicios Armados del Senado. “Teherán también se basa en un sistema de medios de comunicación patrocinados por el estado para dar forma al dominio de la información y generar empatía por Irán y el islam chiíta y disminuir la influencia occidental en el hemisferio”, agregó.
No es casual que ese intercambio pueda estar reforzándose justo ahora. El momento para el envío de los buques iraníes puede estar relacionado con los ejercicios militares conjuntos anuales entre Estados Unidos y sus aliados regionales programados del 12 al 26 de junio. Este año el anfitrión de los ejercicios es Guyana, país con el que Venezuela tiene una vieja disputa territorial. Por ende, una presencia naval iraní en aguas limítrofes conlleva serios riesgos de confrontación.
Estados Unidos y el resto de América Latina tienen muy buenas razones para ver este avance iraní en la región con gran preocupación. Por ejemplo, Venezuela, armada por Irán, podría tratar de afectar el transporte marítimo hacia o desde el Canal de Panamá, muy cercano a la costa venezolana. Las consecuencias de un movimiento en esa dirección serían imprevisibles.
Esto representa un gran incordio para el gobierno de Joe Biden, que asumió ensayando un acercamiento diplomático hacia Teherán, con la intención de sellar un nuevo acuerdo nuclear, luego de que el de 2015 se cayera por la salida de Washington durante la presidencia de Donald Trump. El objetivo de mediano plazo de una retirada estratégica de Medio Oriente podría verse súbitamente afectado por una intrusión directa de Irán en su patio trasero.
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