El final definitivo en 2016 de la política del hijo único en China derivó en situaciones de discriminación a mujeres en el entorno laboral, según un informe de la ONG Human Rights Watch (HRW) que da cuenta de los perjuicios sufridos por quienes quedan embarazadas o de los recelos a contratar a jóvenes que puedan faltar en caso de querer ser madres.
El estudio está elaborado a partir de documentos judiciales, estudios, publicaciones en redes sociales e informaciones de medios de comunicación que reflejan los perniciosos efectos del aperturismo chino en materia de descendencia, precisamente ahora que Pekín anunció que permitirá tener hasta tres hijos en busca de una mayor natalidad.
Como explicó la investigadora Yaqiu Wang, una de las autoras del informe, “muchas mujeres han utilizado Internet, los medios y los tribunales para contar historias de abusos en el entorno laboral”, ya que las pruebas recabadas demostrarían que muchas empresas están perjudicando a las que no tienen hijos o solo tienen uno, en previsión de futuras bajas por maternidad.
“Al promover una mayor tasa de natalidad sin las protecciones adecuadas en materia de empleo, el Gobierno chino ha dado a los empleadores vía libre para acosar y discriminar”, señaló la investigadora, al hacer un balance de una presión que se nota incluso en anuncios de trabajo y entrevistas.
Así, numerosos anuncios plantean específicamente que quienes se presenten al puestos sean hombres o mujeres con hijos, mientras que una mujer recién graduada contó a HRW que en sus últimas cinco entrevistas le preguntaron expresamente por sus planes familiares de futuro y en tres de ellas le dejaron claro que no la contratarían si quería tener hijos.
La presión no cesa entre las ya contratadas, ya que por ejemplo una mujer de la provincia de Cantón fue despedida días después de que informase a su empresa de que estaba embarazada y en Fujian una compañía cesó a una empleada de baja por maternidad alegando “dificultades operativas extremas”. En Shandong, una mujer fue multada por su empresa con 2.000 yuanes (314 dólares) por tener su segundo hijo antes del tiempo que supuestamente estipulaba su contrato.
En otras ocasiones, las empresas presionan a sus empleadas en busca de que sean ellas mismas quienes dimitan, como le habría ocurrido a una mujer embarazada de siete meses y medio y que debía trabajar en un lugar en obras en pleno invierno en la región de Jilin.
Leyes ambiguas
HRW recordó que la Constitución china garantiza la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y las leyes prohíben expresamente la discriminación laboral, pero al mismo tiempo lamentó que las quejas y denuncias suelen caer en saco roto porque las directrices son poco claras, hay demasiadas trabas burocráticas o se requieren demasiadas pruebas para apuntalar un caso.
Incluso en las ocasiones en que la demandante gana y la empresa tiene que pagar algún tipo de indemnización, ésta es tan pequeña que no suele merecer la pena el proceso vivido, mientras que las multas tampoco alcanzan una cuantía que haga que las compañías revisen a fondo el trato hacia sus empleadas y eviten futuras situaciones de abuso.
“Solo quería una explicación, una disculpa, un trato justo”, pero “la dificultad de defender mis derechos ha ido más allá de lo que me imaginaba”, contó una mujer de Pekín que llevó su caso a los tribunales.
(con información de EP)
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