Una vez más, China posó sus ojos en África, donde difícilmente le digan que no ante cualquier propuesta millonaria de financiación de proyectos.
Esta semana se conoció que el régimen ha decidido donar en secreto 55 millones de dólares a Sierra Leona para financiar un polémico “puerto pesquero” en un tramo de costa sin desarrollar, que sirve de apoyo a la industria pesquera local, limita con la selva tropical protegida y es el hogar de tortugas y pangolines en peligro de extinción, según informó CNN.
El acuerdo salió a la luz después de que los funcionarios de la zona de Bahía de las Ballenas, donde está previsto el puerto, informaran a los residentes de que se había suspendido el intercambio de tierras debido a un acuerdo con China, señaló Jane Aspden Gbandewa, quien dirige un negocio de ecoturismo en al área.
De acuerdo a la CNN, el régimen de Xi Jinping se encontraba financiando una fábrica de harina de pescado que ha proliferado recientemente en la costa de África Occidental y que representa negocios devastadores para el medio ambiente local, devorando grandes cantidades de pescado y arrojando residuos tóxicos.
China y Sierra Leona se vieron obligados a negar los rumores, pero reconocieron que se había llegado a un acuerdo sin precisar los detalles del mismo.
El pasado martes, el presidente de Sierra Leona, Julius Maada Bio, dijo que el proyecto formaba parte de la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” de Beijing y que apoyaría al sector pesquero local. “Se hará toda la debida diligencia medioambiental”, añadió.
Sin embargo, estas medidas no concuerdan con los llamamientos de Xi Jinping para construir una “civilización ecológica” en China, ni con su determinación de ser un líder mundial en la lucha contra la crisis climática.
En declaraciones a la CNN, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China afirmó que “un muelle pesquero moderno” era un “deseo largamente acariciado” por el pueblo de Sierra Leona desde la década de 1970.
El Ministerio de Asuntos Exteriores se negó a precisar qué banco u organismo chino estaba implicado, cuándo se habían intercambiado los fondos, o si todavía estaban en China, y los términos de la subvención: si una empresa china llevará a cabo las obras de construcción, por ejemplo. Simplemente dijeron que “la propiedad de los terrenos y del puerto pertenece a Sierra Leona”.
La expansión de la industria pesquera de Sierra Leona, vital para su seguridad alimentaria y su exportación, podría ser muy importante para el país si se lleva a cabo de forma responsable. Sin embargo, la falta de confianza en el dinero genera sospechas, aunque sea un factor común en muchos acuerdos negociados por China. Un estudio de los contratos de préstamo chinos a principios de este año reveló que las cláusulas de confidencialidad son un elemento básico de los acuerdos de la Franja y la Ruta, según CNN.
Cobus van Staden, investigador principal sobre China y África en el Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales, afirmó esta semana que “el resultado es que cualquier acuerdo chino, por muy legal que sea, es objeto de sospecha, ya preñada por la enorme brecha de confianza entre los gobiernos nacionales y las comunidades locales”.
La trampa de la deuda
El caso de Sierra Leona no es el único caso. China tiene una práctica aceitada para instalarse en otros países a fuerza de donaciones pero también de préstamos que se vuelven impagables para las naciones en aprietos y, muchas veces, comprometen soberanía.
Expertos calificaron la política como la “diplomacia de la trampa de la deuda”: El régimen hace uso de su poder económico, geopolíticamente logra posicionarse en regiones que le interesan para hacer contrapeso a las potencias occidentales, y en caso de que los países no puedan pagar, se apodera de sus activos más adelante.
Por ejemplo, el mayor puerto de Kenia podría quedar bajo el control de China si el gobierno africano no cumple con el pago de una deuda de 364.000 millones de chelines (unos USD 3.346 millones) con Beijing por las obras para un ferrocarril de vía estándar que conecta la ciudad de Mombasa con Nairobi y se llevaron a cabo en 2017. En un informe presentado en el Parlamento de Kenia, el Auditor General del país reveló que los activos de la Autoridad Portuaria nacional (KPA) se utilizaron como garantía para el préstamo de dinero para la construcción de la línea ferroviaria y señaló que la nación renunció a su inmunidad en caso de litigio relacionado con el impago de ese préstamo.
Montenegro, la pequeña nación europea, es otro caso. Está en serios problemas económicos, le debe mil millones de euros a Beijing por la construcción de una autopista que nunca se terminó. En dos meses debe abonar el primer pago y, de no hacerlo, el gigante asiático podría quedarse con tierras y recursos del país.
“No es de extrañar que la narrativa de la “trampa de la deuda” haya resultado tan duradera en África”, añadió Van Staden. “Incluso cuando sus detalles han sido desmentidos muchas veces, la historia encaja tan bien en la experiencia vivida por el continente que probablemente nunca morirá”.
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