Ya no tenía edad para tener hijos, pero Qelbinur Sedik afirma que las autoridades chinas la esterilizaron a la fuerza en una campaña para reducir la población de las minorías musulmanas en Xinjiang.
En 2019, cuando tenía 50 años, imploró a su comité de barrio que se abstuvieran de ponerle un dispositivo intrauterino (DIU). Ya lo habían hecho dos años antes y ello le causó fuertes dolores y una hemorragia.
No tuvo opción y fue esterilizada con una ligadura de trompas en una clínica de su ciudad, Urumqi, bajo la amenaza de acciones policiales si se negaba. Cuando volvió a casa sangró durante varios días, según cuenta esta mujer china de etnia uzbeka desde Holanda, donde ha solicitado el asilo.
“¿Por qué imponer esto a una mujer con más de 50 años, menopáusica, y que no tiene ninguna razón de quedarse embarazada?”, se pregunta Sedik, en una entrevista con la AFP.
Los uzbekos son una pequeña minoría musulmana de Xinjiang, donde predominan los uigures (12 millones de habitantes).
En Xinjiang, la tasa de natalidad se ha prácticamente reducido a la mitad entre 2017 y 2019, según el Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI), a partir de un análisis de cifras oficiales.
Según esta fuente, se trata de la caída más pronunciada entre todas las regiones de China en estos tres años.
Cambio de tendencia
Durante décadas Xinjiang tuvo una de las tasas de natalidad más elevadas de toda China y la población uigur experimentaba un rápido crecimiento.
Sin embargo, la situación dio un vuelco a partir de 2017, cuando Pekín empezó a estrechar el cerco a los grupos étnicos que define como turbulentos en esta región estratégica ubicada en la frontera con Afganistán y Pakistán.
En China, la política del hijo único quedó abolida en 2016, pero la planificación familiar se aplica al dedillo en Xinjiang, según investigadores y organizaciones de defensa de derechos humanos, que hablan de cuotas de esterilizaciones, imposiciones de DIU y penas de prisión para las parejas que tienen demasiados hijos.
Acusaciones de “genocidio”
Estas medidas coinciden, según estos organismos, con el internamiento de más de un millón de uigures y otros musulmanes en campos de concentración.
Pekín desmiente esta cifra y asegura que se trata de centros de formación profesional, destinados a luchar contra la radicalización, en una región escenario de atentados islamistas o separatistas.
Qelbinur Sedik, quien trabajó en uno de estos centros para mujeres en 2017, explica a la AFP que entre 10 y 20 detenidas eran llevadas cada día a una clínica para recibir un DIU o ser esterilizadas.
A pesar de que en el conjunto del país el régimen comunista busca impulsar la natalidad, en Xinjiang se promueven otros principios, lo que ha llevado a algunos a acusar a Pekín de cometer un “genocidio”.
Esta acusación ha sido adoptada en los Parlamentos de varios países (Canadá, Holanda, Reino Unido) y el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, ha retomado la expresión.
Estadísticas suprimidas
En ciertos sectores de Xinjiang con mucha población uigur, especialmente en el sur, el crecimiento de la población ha caído a cero, o incluso es negativo, aseguró el año pasado el investigador alemán Adrian Zenz, bestia negra de Pekín por sus trabajos sobre la región.
A partir de cifras oficiales, afirma que las esterilizaciones en la región de Xinjiang han pasado de 3.000 en 2014 a más de 60.000 en 2018.
Según el ASPI, esta política está dirigida sobre todo a las minorías, “reduciendo la tasa de natalidad en el sur de Xinjiang a unos niveles entre los más bajos del mundo”.
Y por primera vez, el Anuario Estadístico de Xinjiang del 2020 no incluye los principales datos sobre la población, lo que refleja el carácter sensible del tema.
“Máquinas de reproducción”
El régimen del presidente Xi Jinping reconoce la caída de la natalidad en Xinjiang desde 2017.
Según un centro de reflexión vinculado con el gobierno, ahora las mujeres de minorías “aceptan tener una ligadura de trompas o que se les coloque un DIU”.
Este centro de investigación sobre el desarrollo de Xinjiang afirma que esto ocurre porque las mujeres “ya no están obligadas por los extremistas religiosos a ser máquinas de reproducción”.
Para determinar la existencia o no de un genocidio, la convención de la ONU sobre la cuestión establece la noción de “intención”.
Para el antropólogo Darren Byler, de la Universidad de Colorado, Estados Unidos, esta intención cada vez es más clara. “La caída sin comparación de la natalidad en Xinjiang confirma que los uigures y otros grupos étnicos son víctimas de un genocidio en curso”, denunció.
Por Laurie Chen con Jan Hennop en Ámsterdam (AFP)
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