Michael Rubinstein, israelí de padres argentinos y CEO de la Fundación Helpers Argentina, vivió un momento dramático el miércoles por la noche cuando debió interrumpir una conferencia por Zoom por el sonido de las alarmas que daban cuenta de un inminente ataque con misiles del grupo terrorista Hamas hacia la región de Tel Aviv y sus alrededores.
En una charla exclusiva con Infobae, el fundador de Helpers, una ONG sin fines de lucro que busca crear una red social de voluntarios capacitados para salvar vidas en caso de emergencia, cuenta cómo fueron los dramáticos segundos en los que debió abandonar de manera repentina la conferencia en la que se encontraba para ir en busca de su familia y protegerse en el refugio de su casa de los bombardeos.
-Se viralizó el video en el que abandonó un Zoom de repente por las alarmas y los bombardeos. ¿Qué le pasó por la cabeza en esos segundos de desesperación?
-Fue la primera vez que estuve en una situación así. A pesar de que en todo Israel ya llevábamos 24 horas así, estaba en medio del webinar contando especialmente sobre la solidaridad y la responsabilidad que hacemos con Helpers, con todo el entusiasmo, a las 12:30 de la noche, y de repente suena la alarma. En los primeros dos segundos no entendí lo que estaba pasando, aunque ya había escuchado cien veces que eso podía pasar. Me llevó como dos segundos y, mientras estaba en el webinar con gente, pensé en decirles “chicos discúlpenme, esperen”, pero de repente en mi cabeza dije “pará”, tengo 60 segundos, si no voy a buscar a mis hijos que estaban en el otro piso y los bajo al refugio, anda a saber si llego a tiempo. Entonces cuando capté eso dejé todo, corrí como loco para arriba, mi esposa ya llevaba a la beba para abajo, nos cruzamos en el medio y a mis hijos los levanté rápido. Estaban todos dormidos. Cuando bajo pude llevar la computadora porque en mi mente pensé en la gente que estaba esperando en la charla, y no sabían lo que estaba pasando. Tomé la computadora y el celular y entramos al refugio. Nos escondimos en un lugar que estaba más protegido. Y ahí, una vez que todos se tranquilizaron, pude tranquilizarme. Ahí volví al Zoom, me despedí de la gente, pero mi esposa me estaba diciendo todo el tiempo “Michael, cortá, estamos acá”. Ahí lo capté y le dije a la gente “perdón, no vamos a poder seguir”. Hubo un minuto más esperando en silencio, y de repente escuchamos dos “boom” muy fuertes que después supimos que eran los dos misiles que estaban arriba nuestro y que la cúpula de hierro los explotó.
-¿Y cómo es vivir bajo amenaza constante? ¿Uno se llega a acostumbrar?
Donde yo vivo, que no es la frontera, no sentimos nada de la amenaza en la rutina. En los últimos años, gracias a Dios, no hubo estas situaciones. No me acuerdo cuándo fue la última. Israel es un país muy seguro a nivel de seguridad interna. La relación que tenemos, en general, con los árabes-israelíes, es laboral, normal. Mis hijos, que tienen 10 y 8 años, caminan solos en las calles, algo que en Uruguay y en Argentina no les permitía hacer (él y su familia vivieron ocho años en Latinoamérica). En tiempos de guerras nunca tenemos la sensación de que queremos irnos de acá. Siempre sentimos que la pertenencia, la calidad de vida y la seguridad son altísimas. En tiempos de guerras, el sentimiento más fuerte que tenemos es la unión y la solidaridad con los demás. Somos todos solidarios con todos, intentando ayudarnos unos a los otros, nos mandamos flores de regalo para sorprendernos. Ese es el ambiente en estos días.
-¿Cuántos años tienen sus hijos? ¿Qué le cuenta sobre lo que está pasando?
Tengo, gracias a Dios por ahora, cinco hijos, y se divide en dos partes la respuesta. Los grandes, que tienen 14 y 12, y también la chica de 10, son el grupo más grande, más adulto. Y los de 8 y 3 son chiquitos. Yo pensaba que la dificultad más grande iba a ser para los chiquitos porque no entienden la situación, pero me encontré con que la mayor dificultad es con los grandes, porque están todo el día escuchando sobre Helpers, de salvación de vidas y de Israel. Y de repente ellos ven que nos quieren matar. No son tontos, un chico de 14 años recibe toda la información por WhatsApp y las redes sociales. Entonces dice “papá, ¿qué es esto?”. Nosotros nos dedicamos día y noche a dar charlas para salvar vidas y estamos en una locura. No es una guerra de ejército contra ejército, es tirar cohetes a todos lados. Esta parte es la difícil. Cómo le explicás a un chico de 14 años, filosóficamente, prácticamente y humanamente, lo que está pasando, y cómo se lo justificas. No hay justificación, esa es la dificultad. A nuestros enemigos hay que tratarlos como enemigos, que son terroristas y nos quieren matar. Si una persona quiere matar a otra, de esa manera está amenazando el valor de la vida. A mis hijos les digo, necesitamos tener un ejército fuerte para reaccionar fuerte contra los terroristas. Pero con nuestras actividades (en Helpers), salvamos una vida más en Argentina, otra en Uruguay. Hace tres semanas salvamos a un bebé de un año en Uruguay. Para mí esa es la mejor respuesta al terrorismo.
-Usted participó de la guerra del Líbano en 2005. ¿Después de aquel momento, el actual es el peor que le tocó vivir en Israel?
-En la guerra del Líbano yo participé activamente. Fui soldado encargado de educación judía con los soldados que son comandantes de infantería. Lamentablemente en esa guerra perdí a varios amigos, entre ellos uno de mis mejores amigos. Hasta hoy cada vez que hablo de él me emociono y pienso en él. Ya pasaron 16 años de ese momento. Cuando te toca personalmente, es otro partido, otro juego, otra situación. Hoy en día soy padre de familia. En ese momento no era padre de familia, era recién casado. Hoy en día tengo hijos y ellos son el tesoro más grande que tenés en tu vida. Porque vos te vas a poder defender, tu cabeza va a estar bien porque tenés las cosas claras, pero cómo hacés para transmitir a la próxima generación tuya que vos los protegés, pero en realidad no les podés asegurar nada, porque no está en tus manos. Entonces es, sin duda, personalmente, la situación más difícil que vivimos desde la guerra del Líbano. Nuestros corazones están deseando que no la vivamos más, y que nuestros seres queridos y todos estén bien.
-¿Cómo cree que va a seguir el conflicto?
-Tengo dos niveles de respuesta. La realidad, la más real lamentablemente, es que sea una repetición de la historia. Y la convencional es una alternativa, que si pasa, va a cambiar todo, un “game changer”. En algún momento, Hamás va a ceder porque se van a destruir todas sus vidas, las bases de su ejército y no les va a quedar nada, como pasó en el Líbano. Eso es lo que va a pasar. Ahí vamos a hacer un alto al fuego y así va a seguir unos años más. Vamos a tener lamentablemente muertos de los dos lados y así se va a repetir. La alternativa es que en el mundo árabe, en el mundo musulmán radical o no radical, y el Estado de Israel, junto con los líderes israelíes, van a dedicarse realmente a construir algo juntos. No humo ni sueños, sino realmente atacar a los problemas de la violencia como valores que hay dentro de la religión musulmana y su cultura. Israel y los árabes van a necesitar convivir juntos. Desde la fe y nuestras fuentes, la historia del islamismo y el judaísmo terminan bien. Tenemos la fe de que eso pase pero depende de los líderes que necesitan romper los paradigmas y también, de alguna forma, poder perdonar la muerte de seres queridos, que es lo más difícil. Esa es la alternativa y yo deseo que eso pase.
-¿Qué mensaje puede enviar a América Latina sobre lo que está pasando?
-Si yo pudiera hablar muy honestamente con cada ser humano, con cada amigo, amiga, joven, niño y adulto en Latinoamérica, les diría que es momento para realmente empoderarse con el valor de la vida. Ayudá, conectate, colaborá. Hacé que tu comunidad, tu barrio y tu ciudad sean más colaborativos. Yo creo en la energía, y cuantas más personas quieran ayudar por la sensibilidad humana y por la solidaridad, vamos a tener un mundo diferente y mejor y, al final también, vamos a hacer la paz total.
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