Ambas organizaciones palestinas atacaron ciudades israelíes disparando miles de cohetes y misiles. La situación no es nueva, ha sucedido antes por media docena de oportunidades desde el año 2008. Sin embargo, esta vez los misiles lanzados desde Gaza no han impactado solo el sur del estado de Israel, en la escalada de violencia actual alcanzaron lo que nunca antes, Jerusalén, la ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas y capital del estado hebreo. También Tel Aviv ha sido blanco de los misiles y cohetes de los extremistas.
Con esta nueva crisis, los dos grupos terroristas palestinos no solo diseminaron pánico y muerte entre la población civil israelí, su accionar colocó nuevamente a su propia población bajo fuego de la esperable respuesta israelí.
Los hechos se precipitaron a pocas semanas de las esperadas elecciones en las que Hamas incluso contaba con grandes chances de arrebatarle Cisjordania a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) conducida por Mahmoud Abbas (Abu Mazen). Sin embargo, nuevamente Hamas equivocó su estrategia y desde el pasado lunes decidió embarcarse en una guerra imposible de ganar en ausencia de cualquier estrategia sustentable contra un enemigo superior militarmente.
El viejo líder de Hamas, el ex Primer Ministro Ismael Haniyeh acompaño las ultimas declaraciones del liderazgo de Khaled Meshal con un comunicado desde la clandestinidad donde justificó la ofensiva lanzada desde Gaza refiriéndose a los desalojos del vecindario árabe de Sheikh al-Jarrah, en Jerusalem Oriental. En sus palabras, Haniyeh valoró el martirio de muchos comandantes y oficiales de Hamas, pero no pareció demasiado preocupado por la muerte de civiles palestinos o por la destrucción del 70 % de la ya derrumbada infraestructura de Gaza.
Seguramente cuando las armas hagan silencio y las operaciones militares cesen en los próximos días, Haniyeh y la conducción de Hamas que sobreviva volverán a festejar “una nueva victoria” más allá de la destrucción y las víctimas inocentes de ambos lados emergentes de sus acciones.
Lo cierto es que al quinto día de las operaciones militares en curso, expertos de la Unión Europea (UE) y funcionarios de Naciones Unidas (ONU), coinciden en que reconstruir los destrozos ocasionados por el contra ataque israelí en el enclave puede llevar hasta 15 años. De todos modos, desde algún lugar donde está protegido, Ismael Haniyeh estimula a los suyos y festejará en unos días una nueva victoria sobre los escombros de Gaza. Sin embargo, Haniyeh ha tenido razón en las últimas guerras de baja intensidad que lanzo su organización en el pasado, en algún sentido y según su mirada, obtuvo ciertas victorias, aunque fueran pírricas, pero él y sus bandas armadas, siempre y hasta hoy, han sabido mantener el control en Gaza”.
Al mismo tiempo, el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, parece no estar dispuesto -en esta oportunidad- hacer lo que ha hecho en el pasado tanto él como su antecesor Ehud Olmert, los dos carecieron en crisis similares y anteriores, de la valentía y la decisión política para terminar con Hamas. Hoy, el precio a pagar no sólo es esta nueva guerra sino algo mucho peor: “una probable Tercera Intifada palestina”.
Es cierto que Netanyahu debilito al grupo terrorista cuando destruyo Gaza a gran escala a traves de operaciones militares en el pasado reciente, pero también es cierto que permitió no sólo que Hamas se reponga, se rearme y siga existiendo para mantener el control sobre la población civil palestina en el enclave. Así, Hamas continuó encarnando una amenaza latente de lanzamientos de misiles y ataques sobre civiles israelíes que finalmente se hizo realidad el pasado lunes.
En cuanto a Haniyeh, su mensaje difundido por Al-Jazzera a los habitantes de Gaza fué el de siempre, repetido y conocido de años anteriores, el dijo a su gente: “Comenzamos la guerra cuando queremos y creemos que es necesaria y la terminaremos cuando pensemos que debe terminar”. Queda muy claro en el mensaje de Haniyeh que los habitantes de Gaza no cuentan ni tienen decisión alguna sobre nada. Ayer, el diario iraní Kayhan, editado y publicado por la oficina del Guía Supremo Ali Khamenei, valoró el sacrificio del pueblo gazerí y comenzó a hablar de una victoria en Gaza a nombre del régimen Khomeinista de Teherán.
Dicho de otro modo y en otras palabras, el mensaje de los khomeinistas de Irán al liderazgo de Hamas es que no hay nada gratis para el pueblo palestino en la medida de lo que decida Irán, esto debe leerse como: Nosotros les proveemos de misiles y les damos dinero, ustedes deben obedecer órdenes al igual que lo hace el Hezbollah libanés y el presidente Bashar Al-Assad en Damasco. Al mismo tiempo, un alto funcionario del grupo Yihad Islámico palestino, Ramez Al-Halabi, reconoció esta semana -según sus exactas palabras- en una nota publicada por el portal MEMRI: “Los cohetes que utilizamos para atacar Tel Aviv, nuestras armas, nuestro dinero y nuestro alimento son provistos por Irán, declaró Al-Halabi como para que no queden dudas.
En concreto, no hay ningún interés en la República Islámica de Irán en tener aliados, ni siquiera lo considera a pesar de los discursos ampulosos y grandilocuentes de liberación, paz y justicia o de todo lo que la opinión pública pueda leer y escuchar sobre la solidaridad árabe o persa islámica con la causa palestina. Irán sólo mantiene y quiere pueblos que estén bajo sus ordenes como siervos de la misma forma que cualquier régimen imperialista. Las constantes guerras inconclusas del Siglo XX, como las que están en curso en el primer cuarto del Siglo XXI contra las energías terroristas tanto en Gaza como en otras áreas del Oriente Medio lo confirman. Bueno sería que el liderazgo del mundo libre, incluido el israelí, leyera y reparen en los dichos del estratega chino Sun-Tzu, quien hace más de 2.000 años, sostuvo que “no se gana ninguna guerra a menos que un lado admita la derrota”. En ese aspecto el punto es que la cúpula política de Hamas, aún si es vencida en esta crísis que continúa escalando como para que una tercera y nueva Intifada tenga lugar, no podrá admitir su derrota porque la expondría en su total y absoluta irresponsabilidad.
Lo concreto es que el círculo político y la cúpula militar de Hamas han ignorado el consejo no sólo de Sun-Tzu, también el de Karl von Clausewitz, quien sostuvo que “no hay que lanzarse a una guerra sin tener por lo menos el 50 % de posibilidades de ganarla”.
Concluyendo, por más impresionante que parezca, nada nuevo está sucediendo allí que no haya ocurrido antes. No cuenta cuantos días o semanas más continúen hablando las armas, lo concreto es que Hamas condujo al pueblo palestino a lo último que la población de Gaza necesitaba: una nueva y desigual guerra que acabara en un cruento y doloroso costo para ese pueblo, aunque no para su liderazgo que ya ha dejado la Franja y se ha refugiado en Teherán, Qatar y Damasco.
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