Catalina II de Rusia, mejor conocida como Catalina la Grande, fue la emperatriz de Rusia por 34 años, desde el 28 de junio de 1762, hasta su muerte el 17 de noviembre de 1796 a los 67 años.
La vida de Catalina se divide en dos partes. Entre 1729 y 1762, pasó de ser una princesa alemana a una gran duquesa rusa; de 1762 hasta que falleciera en 1796, fue la emperatriz de Rusia.
Fue una princesa alemana de la dinastía Anhalt-Zerbst, enviada por su familia a Rusia en 1744, con apenas 15 años, para contraer matrimonio con el gran duque Pedro, nieto del zar Pedro I de Rusia, conocido como Pedro el Grande. El arreglo del matrimonio vino de parte de la zarina Isabel I, quien vio en la unión una buena alianza entre Prusia y Rusia.
Su nombre de nacimiento era Sofía Federica Augusta de Anhalt-Zerbst, pero una vez establecida en San Petersburgo y a punto de casarse, lo cambió por Catalina Alekséievna Románova. Ese no fue el único cambio, ya que dejo de lado el luteranismo y se convirtió en católica ortodoxa, religión predominante en Rusia. Se casó en 1975 y en 1962 ascendió al trono como emperatriz consorte de su marido, el zar Pedro III.
Pedro III, carecía del carácter que tenían su tía, la zarina Isabel I y su esposa. Cuando su tía murió en 1962, se hizo evidente que Pedro III era incapaz de dirigir un imperio. La misma Catalina lo llamaba “niño en cuerpo de hombre”. Su reinado duró poco. Asumió en enero de 1762 y fue depuesto en julio de ese mismo año por un golpe de estado dirigido por Catalina, apoyada por buena parte de la corte. Él aceptó la renuncia y pidió retirarse a una lujosa villa junto a su amante. La petición fue concedida, pero un mes después murió en circunstancias extrañas.
Catalina II de Rusia, asumió entonces el poder. Se inspiró en el legado de Pedro I de Rusia, “una ventana hacia Occidente en la costa del Báltico”, y lo agrandó, abriéndola en el mar Negro. Pedro importó tecnología, instituciones de gobierno y organización militar y Catalina trajo de Europa la filosofía jurídica, política y moral, además de medicina, arte, cultura y educación.
Tuvo poca suerte en la política interior, pero floreció en la exterior. Bajo su mando Rusia se extendió en todos los frentes, ganando espacio en el Báltico a expensas de Polonia y logrando acceso al Mar Negro a costa del Imperio Otomano. A partir de esto, el imperio ruso se convirtió en la potencia hegemónica del este de Europa.
La zarina, además, favoreció la inmigración de profesionales calificados de Europa, lo cual trajo modernización tecnológica e ideológica del Siglo de las Luces. A lo largo de su reinado, reunió la colección real de arte más importante de Europa, y fundó el museo Hermitage de San Petersburgo. La pasión cosmopolita de Catalina por la arquitectura neoclásica, la pintura holandesa y flamenca, los jardines ingleses y los enciclopedistas galos fue el caldo de cultivo que hizo posible que, en los siglos siguientes, existieran grandes mentes artísticas como Tolstoi, Dostoievski, entre otros.
Además implementó en el país un sistema sanitario y fue pionera en promover la vacunación contra la viruela. De hecho se inmunizó primera para dar el ejemplo y fomentar a sus súbditos a aplicarse la vacuna. Abrió hospitales, colegios y orfanatos. En más de treinta años de reinado, cambió la imagen que se tenia de Rusia en el resto de Europa. En vez de un país arcaico, de clima inhóspito, gobernado por bárbaros, empezaron a considerarlo una potencia exótica, acaudalada y culta.
De hecho, el nombre de Catalina no solo pasó a la historia por los cambios que hizo en Rusia, sino que también por la libertad con la que condujo su vida privada. En la corte se la conocía como “la catadora de amantes”, los cuales nunca le faltaron; el propio zarévich Pablo, su primogénito, era con casi toda seguridad, fruto de sus amores con su primer favorito, Sergéi Saltikov, ya que su esposo era impotente. Lo siguieron Grigori Orlov, de cuyos labios partió seguramente la orden de asesinar al depuesto zar Pedro III; Grigori Potemkin, quien fue el gran amor de la zarina y su esposo en todo menos en el título; y otros tantos militares y nobles. Catalina, a pesar de sentir verdadero afecto y pasión por ellos, nunca les permitió tocar el poder y, si tenía que despacharlos para hacer lugar a un nuevo favorito, se aseguraba de contentarlos con títulos, cargos y dinero.
En la madrugada del 5 de noviembre de 1796, Catalina sufrió un derrame cerebral y cayó al suelo, donde fue descubierta tres horas después. A las nueve de la noche, estaba muerta. Fue enterrada en la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo con gran solemnidad entre los nobles a los que tanto favoreció.
CATALINA LA GRANDE A LA PANTALLA CHICA
La historia de la emperatriz rusa tuvo sus distintas versiones tanto en películas como en series.
En los últimos años se volvió a convertir en una figura reconocida por las nuevas generaciones, gracias a la mini serie Catherine the Great (Catalina la Grande) y la serie The Great, (La Grande en español).
La primera salió en 2019, consta de 4 capítulos y representa a la emperatriz, desde 1764, dos años después de tomar el poder, hasta su muerte en 1796. Con la actuación de Helen Mirren como Catalina.
La segunda, estrenada en 2020 cuenta con una primer temporada de 10 capítulos y se espera que la segunda se estrene en 2021. Es un drama satírico y cómico sobre el ascenso de Catalina la Grande de forastera a la gobernante más antigua de la historia de Rusia. La serie es ficticia y retrata a Catalina en su juventud y matrimonio con el Emperador Pedro y se centra en la trama para asesinar a su depravado y peligroso esposo. Elle Fanning interpreta a Catalina, mientras que Nicholas Hoult a Pedro.
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