Según el informe de amenazas globales que publica anualmente el departamento de seguridad nacional de los Estados Unidos de acuerdo a la Sección 617 de la Ley de Inteligencia estadounidense, el gobierno de la República Islámica de Irán se mantiene a la cabeza de las amenazas locales e internacionales tanto para Estados Unidos como para sus aliados occidentales y árabes.
El informe se dio a conocer a fines de abril y describe de manera amplia el escenario global a través de información fehaciente basada en los hechos y verificada de forma independiente por la comunidad de inteligencia. El análisis de la información se distribuye a tomadores de decisiones políticas, fuerzas armadas desplazadas en zonas de conflictos y personal de fuerzas de seguridad de los países socios de Washignton para la protección del orden democrático y su seguridad interior con especial enfasis en la preservación de la vida de los ciudadanos y los intereses de EE.UU. en cualquier lugar del mundo. Ademas, focaliza las amenazas inminentes y de mayor gravedad para los aliados de Washington de cara al año en curso.
Los aspectos procedimentales se cumplimentan de acuerdo a lo normado por la ley estadounidense, el informe cumple un circuito legal y es entregado a los comités de inteligencia del Congreso, las comisiones de las Fuerzas Armadas, la Cámara de Representantes y el Senado; luego se distribuye a los aliados y socios de Washignton que tengan interés en su observancia para fortalecer su seguridad ante distintas amenazas como el terrorismo, el narcotráfico y otros flagelos cuyos objetivos sea el ataque a las instituciones democráticas y las sociedades civiles.
En la proyección para 2021 del informe, la República Islámica de Irán configura la mayor amenaza para los intereses estadounidenses y sus aliados en Europa, la región del Oriente Medio y América Latina.
La información indica que el régimen iraní continúa con sus planes y acciones para fracturar la influencia de EE.UU. en Europa y América Latina a través del soporte a comunidades chiítas fuera de Irán con la finalidad de afianzar su influencia e incrementar su poder en los países donde esas comunidades se encuentran con la finalidad de desviar la presión internacional y neutralizar las amenazas a la estabilidad del régimen khomeinista. En ello, Teherán utiliza una variedad de recursos que van desde la diplomacia hasta la expansión de su programa nuclear publicitado como pacífico, al tiempo que apoya la provisión de material militar a sus grupos afines para ayudar a que sus organización satelitales ejecuten ataques a contra quienes considera sus enemigos en cualquier parte del mundo para -de esa manera- avanzar en sus planes y objetivos tanto políticos como militares.
Desde la llegada a la presidencia estadounidense del ex-presidente Donald Trump, Irán ingreso a un escenario de crisis profundizada con EE.UU. y sus aliados. Así, las acciones del régimen se centraron en neutralizar cualquier política o energía que intentara recortar la expansión e influencia geopolítica iraní. Ese escenario no cambió con la llegada al salón Oval del presidente Joe Biden a pesar que éste está intentando acercamientos con Teherán principalmente en la re-negociación del Acuerdo Nuclear que su predecesor dejo sin efecto en 2018.
Para el liderazgo iraní, la hostilidad de EE.UU, Israel y los Estados sunitas del Golfo; hace necesaria una respuesta política y militar, por lo que considera necesario obtener armas nucleares para equiparar fuerzas.
En relación a futuros ataques sobre intereses estadounidenses, israelíes y sauditas, el informe indica que la voluntad de Irán de ejecutarlos dependerá de su percepción en materia de respuesta de Washignton, pero sobre todo de la capacidad de sus operativos para ejecutarlos sin generar un conflicto directo ni poner en peligro la posibilidad de aliviar el levantamiento de las sanciones económicas estadounidenses y europeas que están asfixiando las finanzas del régimen.
La estrategia del liderazgo de los Ayatolas es mostrarse contrarios al dialogo diplomático con Washington si es que las sanciones vigentes por sus violaciones del acuerdo nuclear (JCPOA por sus siglas en inglés) no se levantan previamente. Sin embargo, por otro lado, Irán se muestra cauteloso -como todo régimen que se sabe debilitado- ante la posibilidad de verse involucrado en un conflicto directo y abierto en el que sabe que sería perdedor. No obstante, las actividades desestabilizadoras de Irán en Irak, Líbano, Siria y Yemen son escenarios claves de la batalla para la influencia iraní durante lo que resta de 2021.
El secretario de Estado norteamericano Antony Blinken en declaraciones efectuadas a la prensa durante el mes de marzo ratificó que: “No hay duda que las milicias chiítas iraquíes y libanesas apoyadas por Irán continuarán planteando la principal amenaza para el personal estadounidense en esos países”. Blinken agregó a principios de abril que informaciones de sus aliados regionales indicaron a Washington que “el aumento de ataques a instalaciones estadounidenses en Irak durante 2020 fueron ejecutados por milicias chitas iraquíes respaldadas por Irán”.
Por otra parte, Teherán conoce sus limitaciones, pero continúa aprovechando sus vínculos con grupos y líderes chiítas libaneses e iraquíes para evadir las sanciones de la comunidad internacional y forzar a Washington a declinar sus pretensiones mediante la profundización de la presión política. Sin embargo, aunque Irán sigue siendo un actor influyente en Irak, varios políticos locales como el primer ministro Mustafa al-Kadhimi, tratan de maniobrar en las relaciones de Bagdad con Irán y EE.UU. para evitar que Irak quede entrampado y como rehén en un escenario futuro de conflicto militar entre Washington y Teherán .
No obstante, Irán está decidido a mantener su influencia en la región a través de su presencia militar por medio de Hezbollah en Líbano o con acuerdos económicos con Siria a medida que la guerra civil baje su intensidad y exponga una victoria militar del regimen de Bachar al-Assad en Damasco. La fortaleza del grupo político-terrorista Hezbollah en Beirut y en el sur del Líbano sigue siendo vital en la amenaza iraní sobre Israel.
Teherán también constituye una fuerza desestabilizadora en Yemen, su apoyo abierto a los hutíes, incluyendo el suministro de misiles balísticos Tierra-Tierra, así como la provisión de drones representa una amenaza para los intereses de EE.UU. y sus socios sunitas regionales
También el régimen iraní sigue siendo una alta amenaza para Israel a través de las capacidades de sus misiles e indirectamente por su apoyo a Hezbollah en Líbano, a Hamas en la Franja de Gaza y a otros grupos terroristas afincados en la zona del Golán al otro lado de la frontera siria. Del mismo modo, el retiro de Afganistán ordenado por el presidente Biden, facilitara a Irán su expansión hacia el Este y permitirá su apoyo a grupos islamistas afganos. Teherán ha fortalecido sus lazos con el gobierno de Kabul y los talibanes para aprovechar política y militarmente el retiro de las tropas estadounidenses de ese país.
Las distintas capacidades militares de Irán y su estrategia de guerra asimétrica o su enfoque convencional de combate continuará representando una amenaza para EE.UU. y sus aliados en la región. El mapa político y militar actual no favorece presuponer un futuro previsible. Irán cuenta con una estrategia militar convencional basada principalmente en la disuasión y la capacidad de tomar represalias contra un atacante como sucedió con el lanzamiento de misiles contra una base militar estadounidense en Irak en respuesta a la neutralizacion física de Qassem Souleimani, comandante del Cuerpo de la Fuerza Al-Quds (QF por sus siglas en inglés) abatido en Irak en enero de 2020 por un dron estadounidense. En la operación de respuesta, Irán mostró que dispone de una aceptable capacidad misilistica a pesar de sus graves problemas económicos.
Las operaciones de guerra no convencionales, sus redes, militantes y aliados, le permiten al régimen iraní promover sus intereses en la región, mantener su profundidad estratégica y proporcionar represalias asimétricas. De allí que la actividad de sus milicias seguirá siendo fundamental para sostener y fortalecer su poder militar regional. De ese modo, Iran planifica continuar sus ataques a los intereses estadounidenses y Occidentales tanto como sea necesario y sigue trabajando en el desarrollo de redes dentro de los EE.UU. en Europa y América Latina, ese objetivo de los khomeinistas lleva más de una década. Sin embargo la mayor preocupación que genera Irán para la comunidad internacional apunta a que Teherán dejo de cumplir lo acordado en el acuerdo nuclear tras la retirada de Trump del JCPOA en mayo de 2018.
Desde enero de éste año, funcionarios iraníes reconocieron haber reanudado sus actividades excediendo los límites permitidos por el Acuerdo. Pero desde junio de 2019, Irán ya había aumentado el nivel de enriquecimiento de uranio más allá de lo permitido originariamente. Transcurrido abril, estimaciones de organismos internacionales, incluida la AIEA, sospechan que Irán comenzó a enriquecer uranio muy por encima de lo permitido en el acuerdo y avanza en esa producción con la intención declarada de producir uranio enriquecido que lo lleve al umbral de niveles aptos para alcanzar una ojiva atómica.
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