Dos estudios publicados el martes afirman que la cepa B.1.1.7, más conocida como “variante británica” del coronavirus no está vinculada con formas más graves de COVID-19, contrariamente a las conclusiones de investigaciones previas, aunque confirman que es mucho más contagiosa que las cepas anteriores.
La relevancia de los estudios está vinculado con la aparición de variantes con mutaciones específicas que plantean preocupaciones relacionadas con las campañas de vacunación masiva y el uso de anticuerpos monoclonales. Para los investigadores el objetivo fue describir la aparición de la preocupante variante británica, conocida así por haberse identificado por primera vez en Kent a finales del año. Las conclusiones indican que no experimentan síntomas más severos ni un mayor riesgo de desarrollar COVID de larga duración.
En este estudio, se secuenciaron y analizaron muestras positivas para SARS-CoV-2 en PCR, para pacientes ingresados de forma aguda en uno de los dos hospitales, el University College Hospital y el Hospital Universitario de North Middlesex, ambos de Londres. Los responsables del primer estudio, publicado en The Lancet Infectious Diseases, analizaron datos de 341 pacientes de Covid internados entre el 9 de noviembre y el 20 de diciembre, con la aparición de la variante 501 Y.V1, que ahora domina en gran medida en Europa y otras partes del mundo.
Según revela el trabajo, el 58% de ellos estaban infectados con la cepa B.1.1.7, y el 42%, con otras. El 36% de los pacientes del primer grupo se enfermaron gravemente o fallecieron, en comparación con el 38% del segundo grupo, lo que sugiere que B.1.1.7 tiene casi la misma letalidad que las otras.
No obstante, los investigadores demostraron que las muestras de pacientes infectados con la variante contenían, en promedio, una mayor cantidad de virus, lo que indica una mayor transmisibilidad para los contagiados con este tipo.
El secretario de salud británico, Matthew Hancock, había relacionado su aparición con una mayor letalidad. Incluso, el primer ministro Boris Johnson la señalaba como “más mortífera”.
Estas afirmaciones estaban basadas en un estudio publicado en marzo en el British Medical Journal (BMJ), que confirmaba esas primeras observaciones realizadas a finales de enero. Para los autores de este trabajo la variante inglesa no era sólo más contagiosa sino también un 64% más mortal que el coronavirus clásico. “Hay una alta probabilidad de que el riesgo de mortalidad aumente por una infección con la variante B.1.1.7.”, afirmaban.
Una tasa de reproducción mayor
Publicado en The Lancet Public Health, el segundo estudio analiza datos de casi 37.000 usuarios del Reino Unido de una aplicación móvil diseñada para informar sus síntomas por coronavirus, a quienes se les diagnosticó positivo entre el 28 de septiembre y el 27 de diciembre.
Los investigadores señalaron el objetivo de identificar las características genómicas y los resultados clínicos asociados con la infección por B.1.1.7 en pacientes ingresados en hospitales. También evaluar si había una diferencia en la carga viral, por los valores del umbral del ciclo de PCR (Ct) y las profundidades de lectura de secuenciación del genoma completo, entre los pacientes infectados con la variante B.1.1.7 y los infectados con linajes circulantes previamente.
Del número de personas que reportaron síntomas cada semana en una zona determinada, concluyó que la variante “británica” tenía una tasa de reproducción 1,35 veces mayor, es decir que cada paciente infectado contagia en promedio un 35% más de personas que con los que circulaban anteriormente. Por otro lado, la variante no provocó síntomas más graves ni una mayor probabilidad de presentar síntomas prolongados, lo que se menciona como casos de “COVID largo”.
“Al mismo tiempo los autores han comprobado que durante los confinamientos R bajaba por debajo de 1, incluso en regiones en las que domina la variante.”, según precisó Claire Steves, investigadora del King’s College de Londres y co-directora del estudio.
“Hemos podido confirmar el aumento de la transmisibilidad, pero también hemos demostrado que B.1.1.7. ha respondido a las medidas de reconfinamiento y no parece escapar a la inmunidad obtenida por la exposición al virus original creando reinfecciones”, agregó.
Aunque el estudio no observa una mayor mortalidad, los autores reconocen que más pacientes con B.1.1.7. tuvieron que recibir oxígeno por mascarilla o cánula nasal (44% frente a 30%) sin embargo no consideran este dato como concluyente, ya que los pacientes pueden haber recibido oxígeno por razones no relacionadas con la COVID-19 o por afecciones subyacentes.
En un comentario sobre el primer estudio, tres investigadores del Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas (NCID) en Singapur señalan que sus hallazgos contrastan con tres artículos anteriores, que asocian la variante ‘británica’ con una mayor probabilidad de muerte y formas graves. de COVID.
Señalan que el estudio publicado en The Lancet tiene la ventaja de haber utilizado la secuenciación completa del virus en sus análisis pero que su conclusión “tranquilizadora” debe “ser confirmada por estudios de mayor escala”.
Para el epidemiólogo Nicholas Davies, citado por el British Science Media Center, sin embargo observa que “este estudio se centra en los resultados clínicos de un grupo de personas ya hospitalizadas con COVID-19”, lo que no puede contradecir “elemento recogidos por estudios previos”
SEGUIR LEYENDO: