El empresario Nikolai Glushkov, conocido crítico del presidente ruso Vladimir Putin, fue encontrado muerto en New Malden, en el suroeste de Londres, en marzo de 2018. Hasta el momento había dos hipótesis: el sucidio o el homicidio. Ahora, tres años después, un nuevo estudio forense confirmó que fue asesinado.
Glushkov, de 68 años, debía acudir al Tribunal de Comercio de Londres para defenderse de una causa en su contra el 12 de marzo de 2018, cuando su hija Natalia descubrió su cadáver.
Ahora, y después de un largo recorrido judicial, el Tribunal Forense del Oeste de Londres finalmente validó las pruebas que evidencian que su muerte se hizo parecer a un suicidio y afirmó que había habido “participación de terceros”. Para el juez de instrucción Chinyere Inyama, Glushkov fue sin dudas asesinado.
Según el informe patológico en el que se basó el tribunal, las lesiones “son consistentes con una sujeción del cuello y que el agresor estaba detrás de la víctima”. Y añade: “No hay lesiones que sugieran un forcejeo o sujeción prolongada con el tercero, y no hay lesiones de naturaleza defensiva en las extremidades superiores”.
El paramédico Dominic Biel dijo en la investigación que la escena de la muerte de Glushkov era “sospechosa” y recordó cómo su compañero Denis Trushin dijo: “No toquen nada hasta que venga la policía: alguien lo mató”.
Glushkov trabajó en la década de los noventa para Aeroflot y LogoVAZ, la compañía automovilística de Boris Berezovsky fue un multimillonario reconocido mundialmente por su fuerte oposición política al régimen de Putin. Tras la caída en desgracia del empresario, que escapó a Reino Unido, Glushkov fue condenado por fraude y blanqueo de capitales y pasó cinco años entre rejas hasta 2004.
Tras escapar él también a Reino Unido, donde recibió asilo político, compareció ante un tribunal para declarar en contra del empresario Roman Abramovich, considerada una persona afín al Kremlin y al presidente Vladimir Putin. Según Berezovski, Abramovich le estafó 5 millones de dólares, pero la Justicia no le dio la razón.
Berezovski desapareció de la vida pública y en marzo de 2013 se localizó su cadáver en la vivienda de su ex mujer en Berkshire. La Policía atribuyó entonces el fallecimiento a un suicidio, una versión de la que dudó entonces su entorno pero que no se ha refutado en términos oficiales.
Por su parte, Glushkov recibió en 2017 una segunda condena por corrupción en Rusia, tras ser juzgado ‘in absentia’ por el presunto robo de 123 millones de dólares. El empresario fue sentenciado a ocho años de cárcel.
Como con su antiguo jefe, también se habló de suicidio cuando apareció el cuerpo de Glushkov pero ahora, la autopsia fue clara y quedó probado que se trató de un homicidio.
Su muerte se produjo una semana después del envenenamiento con Novichok en Salisbury del ex agente doble ruso Sergei Skripal y su hija Yulia. El caso se volvió mundialmente conocido después de Theresa May, Angela Merkel, Donald Trump, entre otros, culparan directamente al presidente ruso de haber intervenido en el intento de asesinato.
Muertes repentinas, misteriosos accidentes y envenenamientos
En el libro Desde Rusia con Sangre, la periodista Heidi Blake narra los presuntos asesinatos de Kremlin en el Reino Unido. Aquí algunos de los casos:
Alexander Litvinenko
Litvinenko encabeza la lista de disidentes y empresarios rusos muertos en Inglaterra durante el largo mandato de Vladimir Putin. El ex agente de la KGB huyó al Reino Unido por temor a que lo mataran después de rechazar una orden de matar a Boris Berezovsky -quien también se encuentra en esta lista.
En el exilio en Londres fue consultor remunerado para el MI6 y también fue un gran crítico del régimen de Putin, acusándolo de organizar atentados terroristas y otros actos para reforzar su poder.
Litvinenko murió tres semanas después de beber té mezclado con polonio 210 -un elemento altamente radioactivo y letal- en una reunión con dos rusos en un hotel de Mayfair en 2006. En su lecho de muerte, de 44 años, acusó a Putin de asesinarlo, y una investigación pública luego dictaminó que el presidente ruso probablemente había personalmente aprobado
Gareth Williams
Gareth Williams era un matemático galés que trabajaba para el servicio de inteligencia militar británico, MI6. Su cuerpo desnudo fue encontrado descomponiéndose en una bolsa de deporte con candado en la bañera de un apartamento en Pimlico, una pequeña zona céntrica de Londres, que pertenecía al servicio secreto británico. Un forense independiente que supervisó la investigación sobre la causa muerte del espía señaló que esta había sido premeditada criminalmente. Esa conclusión “no era lo que el gobierno quería”, según un oficial de alto rango del MI6 que servía cuando murió el espía, porque “da validez a una suposición de que hubo cierta conspiración”. La muerte de Williams estuvo envuelta en una escandalo mediatico por el dictamen del medico forense, quien además dictaminó que era imposible que William hubiese cerrado la bolsa con candado por su propia cuenta, desatando una serie de preguntas sobre quien lo hubiese podido asesinar.
En 2015, un desertor ruso afirmó que Williams había sido exterminado por las agencias de inteligencia rusas porque se negó a convertirse en un agente doble y supuestamente sabía de la identidad de un espía del Kremlin que trabajaba en GCHQ.
Alexander Perepilichny
A pesar de que la versión oficial del gobierno británico es que Alexander Perepilichny murió de “causas naturales”, muchos cuestionan la verdadera historia detrás de su muerte. Perepilichny, de 44 años, fue encontrado muerto cerca de su casa de lujo en la exclusiva urbanización de St. George’s Hill en Weybridge, Surrey, después de salir a correr en noviembre de 2012.
La repentina naturaleza de la muerte de Perepilichny, quien había buscado refugio en Gran Bretaña en 2009, y su papel en ayudar a una investigación suiza sobre un plan de lavado de dinero ruso ha generado especulaciones de que podría haber sido asesinado. La policía de Surrey dijo que no había evidencia de esto, pero una audiencia previa a la investigación le dijo que había rastros de un veneno raro y mortal de la planta de gelsemium en su estómago.
El caso ha llegado a paralelos con el asesinato de Litvinenko, donde otro tipo de veneno muy raro y casi imposible de rastrear había sido usado.
Scot Young
El magnate de la propiedad y las telecomunicaciones, de 52 años de edad, cayó desde una ventana del quinto piso en Marylebone -un barro fino de Londres- sobre barandillas de acero con púas el 8 de diciembre de 2014, donde quedo empalado. Su muerte nunca se ha explicado por completo, ni el enigma que rodea los aproximadamente 400 millones de libras (525 millones de dólares) que se cree que tiene escondido en una cadena de paraísos fiscales. La policía dijo que su muerte había sido un suicidio.
Sin embargo, su hija, Sasha, dice estar segura que su padre fue asesinado por los agentes rusos con los que tenía negocios. Según su testimonio, su padre la llamó “tan solo ocho minutos antes del incidente” y habló con total naturalidad. “Nada en su voz indicaba que algo estaba malo. Me preguntó como estaba y me dijo que me amaba”.
Young había contactado varias veces a la policía durante esos días y en particular esa mañana. Temía que lo estuviesen siguiendo. Después de su muerte, un amigo reveló que mafiosos de la mafia habían colgado a Young del balcón de un hotel dos años antes. El amigo dijo: “No creo que por un minuto se haya suicidado. Creo que fue asesinado. Le debía mucho dinero a las personas equivocadas”.
Fue el quinto miembro de un círculo de amigos y socios comerciales en morir en circunstancias sospechosas.
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