En Pakistán estalló una fuerte polémica por los repudiables dichos del primer ministro Imran Khan, quien responsabilizó a las mujeres por el aumento de casos de violación en el país al cuestionar su forma de vestir.
El mandatario realizó esos comentarios el pasado fin de semana en una entrevista televisada cuando se le preguntó qué está haciendo el Gobierno para frenar el aumento de casos de violencia sexual contra mujeres y niños.
Si bien reconoció la gravedad del problema y recordó las estrictas leyes que hay en el país contra casos de violación, Khan señaló que este tipo de ataques han “aumentado rápidamente” en el mundo moderno, viendo en ello una consecuencia normal “en cualquier sociedad donde la vulgaridad va en aumento”.
Luego explicó que la razón por la que las mujeres se cubren en el islam es para escapar de la tentación. “El concepto mismo de ‘purdah’ es evitar la tentación. No todos los hombres tienen fuerza de voluntad. Si sigue aumentando la vulgaridad, tendrá consecuencias”.
El término “purdah” se refiere a la estricta separación de los sexos y a la obligación de pudor de las mujeres en algunas comunidades musulmanas o hindúes.
“Si nuestra religión nos da el concepto del velo, entonces hay alguna filosofía detrás de ello y esa filosofía es salvar al sistema de la familia y proteger a la sociedad”, agregó el primer ministro paquistaní, un ex jugador de críquet.
La Comisión de Derechos Humanos de Pakistán repudió los dichos de Khan y exigió una inmediata disculpa al considerar que los comentarios del mandatario representan un “comportamiento inaceptable por parte de un líder público”.
“No sólo revela una desconcertante ignorancia sobre dónde, por qué y cómo se producen las violaciones, sino que además culpa a las sobrevivientes de las mismas”, indicó el grupo independiente.
El gobierno de Khan emitió el miércoles un comunicado en el que afirma que las declaraciones del primer ministro se habían tergiversado: “El primer ministro se refirió a las respuestas de la sociedad y a la necesidad de aunar esfuerzos para eliminar por completo la amenaza de la violación”.
“Lamentablemente, parte de su comentario, consciente o inconscientemente, se ha distorsionado para significar algo que nunca pretendió”, añade el texto.
Por su parte, cientos de personas firmaron una petición de forma virtual condenando las declaraciones “objetivamente incorrectas, hirientes y peligrosas”. “La culpa se basa únicamente en el violador y el sistema que favorece al violador, incluida la cultura fomentada por ciertas declaraciones (como las de Khan)”.
La británica Jemima Goldsmith, una de las ex esposas de Khan, se unió a las críticas contra el primer ministro paquistaní usando una cita del Corán que pide a los hombres que “contengan sus ojos”. “La responsabilidad es de los hombres”, dijo en su cuenta de Twitter.
Para los críticos, los comentarios de Khan son una nueva muestra de las actitudes misóginas que agravan el problema de las mujeres en Pakistán.
“Creo que el primer ministro de Pakistán es un monstruo machista, misógino y patriarcal. Y debe dimitir”, manifestó a la agencia EFE la veterana activista Tahira Abdullah en una pequeña protesta en Islamabad. “Si Zainab hubiese vestido un burka, ¿hubiese sido violada o no?”, se preguntó, en referencia a la violación y asesinato de una niña de siete años que provocó fuertes protestas en 2018.
Ante el aumento de casos de violación registrados en los últimos tiempos, cada vez es mayor la presión a la que se enfrenta el Gobierno para que se haga justicia por las mujeres. El incremento de ataques llevó a que varias personas y organizaciones pidieran que los responsables sean condenados a pena de muerte.
El pasado mes de diciembre el Ejecutivo aprobó una medida que establece que los hombres condenados por violación podrían ser sometidos a la castración química.
Sin embargo, las estadísticas en Pakistán sobre casos de violación son poco fiables. Según cifras oficiales, sólo 0,3% de los casos terminan en condena. Esto hace que este delito sea muy poco denunciado. Además, las víctimas suelen ser tratadas como delincuentes, o incluso culpadas de las agresiones, como hizo recientemente el primer ministro.
El año pasado miles de personas salieron a las calles después de que un jefe de Policía se preguntó en una entrevista cómo la familia de una mujer violada en una autopista delante de sus dos hijos le había permitido salir de noche.
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