La principal duda que había alrededor de las vacunas contra el coronavirus ya fue despejada: todas las que han sido aprobadas tienen éxito en la prevención de casos graves y muertes por COVID-19. La incógnita que se abre entonces es con qué grado de eficacia pueden las vacunas prevenir que alguien se infecte y, quizás más importante, que una persona inoculada contagie a una que no lo está.
Las vacunas pueden provocar dos tipos de inmunidad. Por un lado, la “inmunidad efectiva”, que puede evitar que un patógeno cause una enfermedad grave, pero no puede evitar que ingrese al cuerpo o haga más copias de sí mismo. Y por el otro, la “inmunidad esterilizante”, que sí puede impedir la infección e incluso prevenir casos asintomáticos. Las del primer tipo no son capaces de evitar que alguien vacunado se infecte y contagie a alguien que no lo está, pero las del segundo tipo sí.
Un estudio que acaba de ser publicado en Israel en la revista científica Nature Medicine aporta evidencias muy esperanzadoras. En concreto, revela que algunas personas pueden contagiarse de COVID-19 después de haber recibido una dosis de la vacuna, pero tienen una carga viral menor y por tanto menores probabilidades de transmitir el virus.
La investigación, que aún no ha sido revisada por pares, fue realizada por el laboratorio del profesor Roy Kishony, en el Instituto Tecnológico Technion, en colaboración con el centro de salud Maccabi. “Quisimos investigar qué pasa en los infrecuentes casos en los que alguien vacunado se contagia”, dijo el doctor Idan Yalin, coautor del estudio, citado por Fuente Latina. “Y para lograrlo, no podíamos sólo ver si eran positivos o negativos, sino que entramos a ver el número de partículas virales que tenían”.
El principal hallazgo de los científicos israelíes es que los vacunados que se infectan con el virus presentan una carga viral cuatro veces menor que aquellos que no fueron inoculados. En esas condiciones, si bien no se puede descartar de plano que contagien a terceros, el riesgo es ostensiblemente menor.
El estudio analizó los datos médicos de niños, que aún no pueden ser inoculados, en unas 223 comunidades israelíes. La comparación entre ellas reveló que cuanto más extendida estaba la vacunación entre los adultos, menos probable era que los niños dieran positivo. Puntualmente, 20 puntos adicionales en la tasa de vacunación adulta en un lugar estaban asociados a una caída a la mitad en la tasa de infección de los menores.
“Estos resultados ofrecen pruebas observacionales de que la vacuna no sólo protege al individuo sino que también da ‘protección cruzada’ a los no vacunados en la comunidad”, escribieron los investigadores del Instituto de Tecnología israelí Technion y de los servicios de salud Maccabi.
La gran incógnita que deja abierta el estudio es si los mismos indicadores son transferibles a otros escenarios. Principalmente, si se encuentra con adultos no vacunados el mismo nivel de protección cruzada que se ve con niños no vacunados. Si fuera así, un país como Israel, que ya tiene a más del 50% de su población inmunizada, estaría ya en el umbral de la inmunidad grupal, incluso aunque aún quede un porcentaje importante de la población por vacunar.
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