Las autoridades de Irán imputaron esta semana a diez funcionarios por el derribo del avión ucraniano de la aerolínea Ukraine International Airlines en enero de 2020 que causó la muerte de sus 176 ocupantes. Según anunció este martes el fiscal militar saliente de Teherán, Gholamabbas Torki, ”se llevó a cabo una investigación seria y precisa y se emitió la imputación para diez culpables y las conclusiones necesarias serán adoptadas en los tribunales”.
El fiscal militar de Teherán no dio más detalles ni identificó a los citados funcionarios en sus declaraciones, efectuadas durante la ceremonia de traspaso del cargo a Naser Seraj.
El Boeing 737 de Ukranian International Airlines (UIA) fue derribado con dos misiles poco después de despegar del aeropuerto de Teherán en la mañana del 8 de enero de 2020 con destino a Kiev. La tragedia creó mucha controversia en todo el mundo, debido a que Irán negó durante tres días que hubiera disparado contra el avión, aunque Ucrania había expresado sus sospechas de que el derribo no fue accidental.
El pasado 17 de marzo la Organización de la Aviación Civil de Irán publicó su informe en el cual concluyó que “el avión fue identificado como un objetivo hostil debido al error del operador del sistema defensivo aéreo situado en los alrededores de Teherán”. El informe identifica cuatro fallos clave de los militares iraníes, sin especificar una rama o unidad en concreto, incluyendo un error de 105 grados en la alineación de un sistema de defensa de corto alcance, una “comunicación defectuosa” entre los militares y civiles del espacio aéreo, la identificación errónea del avión y el incumplimiento de los procedimientos de comando de rutina requeridos para el lanzamiento de misiles. El documento detalla además que un “operador” había identificado el avión como un “objetivo” y disparó contra la aeronave, ya que las especificaciones del avión de que se trataba de un avión civil no llegaron al centro de mando. Por el momento, los supuestos implicados no han sido identificados.
Las Fuerzas Armadas de Irán se encontraban en máxima alerta ese día debido a que habían efectuado un ataque contra una base militar en Irak con presencia de tropas estadounidenses, en venganza por la operación contra el poderoso general iraní Qasem Soleimaní, y esperaban una acción de represalia de Washington.
El incidente provocó un aumento de las tensiones entre Teherán y los países de origen de los pasajeros del avión --Ucrania, Canadá, Afganistán, Reino Unido y Suecia--, ya que inicialmente las autoridades iraníes se negaron a admitir que había derribado la aeronave.
El Gobierno iraní ha aprobado una indemnización de USD 150.000 por cada una de las 176 víctimas: 82 iraníes, 63 canadienses, once ucranianos (dos pasajeros y nueve tripulantes), diez suecos, cuatro afganos, tres alemanes y tres británicos.
Al cumplirse un año del siniestro, el presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, pidió justicia para las víctimas y sus familias y subrayó que es “imposible” que Irán no supiera que el aparato que cubría la ruta Teherán-Kiev era un avión de pasajeros.
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