Unicef denunció este domingo que las fuerzas de seguridad de Myanmar han asesinado a al menos 35 niños desde el golpe de Estado del pasado 1 de febrero y exigió que los responsables de estos crímenes rindan cuentas.
“En menos de dos meses, al menos 35 niños han sido supuestamente asesinados, innumerables otros heridos de seriedad y casi 1.000 niños y jóvenes han sido supuestamente detenidos de forma arbitraria”, señaló en un comunicado la directora ejecutiva de la agencia de la ONU para la Infancia, Henrietta Fore.
Fore destacó la muerte de varios menores, de entre 11 y 17 años, y las graves heridas que sufrió una niña de un año en la represión de protestas que tuvo lugar este sábado, el día más sangriento desde que comenzaron las movilizaciones que exigen a la junta militar el retorno a la democracia.
“Estoy indignada por los asesinatos indiscriminados, incluidos de niños, que están teniendo lugar en Birmania y por el fracaso de las fuerzas de seguridad para ejercer contención y garantizar la seguridad de los niños”, recalcó.
Según Fore, estas acciones constituyen “violaciones atroces de los derechos de los niños” y los responsables deben rendir cuentas.
Además, destacó el impacto a largo plazo que la crisis puede tener para los más pequeños, con millones de niños expuestos directa o indirectamente a escenas de violencia, y con los servicios de ayuda a menores prácticamente bloqueados.
Según Unicef, casi un millón de niños se han quedado sin acceso a vacunas, casi cinco millones no han recibido suplementos de vitamina A que necesitaban, más de 40.000 están sin tratamiento para malnutrición severa y unos 12 millones están en riesgo de perder otro año de escolarización.
“Esta falta de acceso a servicios claves, combinada con la contracción económica que empujará a muchos a la pobreza, pone a toda una generación de niños y jóvenes en peligro”, subrayó Fore.
El número total de muertos debido a la violencia militar y policial contra manifestantes y civiles en Myanmar asciende ya a 423, según informó este domingo la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) birmana.
El medio Myanmar Now sitúa el número de muertos en al menos 116 durante la jornada del sábado, en la que los soldados mataban en las calles al mismo tiempo que la capital acogía un desfile castrense por el Día de las Fuerzas Armadas. Fore dijo que, de acuerdo a informes, los niños fallecidos esa jornada fueron diez.
“Las fuerzas de seguridad deben abstenerse inmediatamente de perpetrar abusos a los derechos del niño y garantizar la seguridad de los niños en todo momento”, remarcó Fore.
Los jefes militares de una docena de países, incluidos Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Corea del Sur y Alemania, condenaron el uso letal de la fuerza contra los manifestantes el sábado.
“Un militar profesional sigue estándares internacionales de conducta y es responsable de proteger --no de dañar- a las personas a las que sirve”, aseguran en un comunicado conjunto, antes de “urgir” a las fuerzas armadas birmanas a que “cesen la violencia y trabajen para restaurar su respeto y credibilidad de cara a la población de Birmania”.
El domingo se celebraron funerales de algunas de las víctimas tras el día más sangriento desde el golpe.
“Las acciones vergonzosas, cobardes y brutales de los militares y la policía --que fueron filmados disparando a los manifestantes mientras huían, y que ni siquiera perdonaron a los niños pequeños-- deben detenerse inmediatamente”, dijeron, por su parte, dos altas responsables de Naciones Unidas, Alice Wairimu Nderitu y Michelle Bachelet, en una declaración conjunta.
Los militares tomaron el poder con la excusa de un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido de la líder depuesta y Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, y que fueron declarados legítimos por los observadores internacionales.
Desde el golpe, la junta militar ha detenido a más de 3.000 personas, incluida Suu Kyi y gran parte de su Gobierno, quienes se encuentran en su mayoría incomunicados.
Con información de EFE
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