Luego de una tregua de invierno, la oposición bielorrusa llamó a realizar manifestaciones el jueves para tratar de dar un segundo impulso al gran movimiento de protesta de 2020, debilitado por la represión del régimen de Alexandre Lukashenko.
El dictador de esta ex-república soviética en el poder desde 1994 se enfrentó el año pasado a protestas de gran magnitud histórica tras su controvertida reelección en agosto, denunciada en Occidente.
Pero la protesta, que reunió hasta 100.000 manifestantes pacíficos varios domingos sucesivos en su apogeo, fue progresivamente apagada con detenciones masivas, violencia con saldo de cuatro muertos, y fuertes penas de cárcel que siguen siendo aplicadas.
A inicios de febrero, Alexandre Lukashenko, de 66 años, aseguró haber triunfado frente al “Blitzkrieg” fomentado, según él, por la oposición a la que denuncia como secuaz de los occidentales.
La principal opositora bielorrusa, Svetlana Tijanóvksaia, en el exilio en Lituania, llamó a los ciudadanos a movilizarse el jueves tras un invierno caracterizado por la represión, pese a las sanciones europeas y estadounidenses contra el régimen, que se jacta del apoyo ruso.
“El mundo entero cree en ustedes”, proclamó en la mensajería Telegram, y llamó a cada bielorruso “a creer en sí” mismo y “manifestarse en la primavera”.
Todos los 25 de marzo, la oposición conmemora el “Día de la libertad” en referencia a la declaración de un Estado bielorruso independiente en 1918, derrocado meses más tarde por los bolcheviques, que instauraron allí una república soviética.
- Máquina judicial -
En Minsk, la capital, y en otras ciudades, las fuerzas del orden ya anunciaron que las manifestaciones serán prohibidas y los manifestantes se expondrán a detenciones.
La semana pasada, un viceministro del Interior, Nikolaï Karpenkov, afirmó estar seguro que solo “algunas decenas” de personas participarán en esas acciones.
En el verano y el otoño boreales pasados, las marchas que pedían la salida de Alexandre Lukashenko reunían cada fin de semana a decenas de miles de personas, antes de debilitarse frente a la presión policíaca.
Los opositores cambiaron luego de táctica y optaron un tiempo por pequeñas manifestaciones dispersadas, o veladas en los patios de los edificios.
“Muchas personas ya no se arriesgan, aunque quieran muchos cambios. Pues comprenden que el precio a pagar es muy elevado”, dice el politólogo Alexandre Klaskovski, del centro de reflexión Belapan.
Paralelamente, los tribunales trabajan a toda máquina en los procesos contra manifestantes, entre ellos periodistas, a veces acusados de haber organizado “disturbios masivos” o cometido actos de “violencia” contra la policía.
A mediados de marzo la fiscalía general del país indicó que más de 400 personas fueron condenadas en ese marco. Hasta ahora, la pena más severa aplicada fue de 10 años de cárcel, según defensores locales de derechos humanos.
Los principales opositores fueron encarcelados u obligados al exilio, como le ocurrió a Tijanóvskaia.
El Consejo de derechos humanos de la ONU reclamó el miércoles “elecciones libres y regulares” en Bielorrusia y llamó a la Alta comisionada para los derechos humanos a investigar sobre los abusos cometidos en ese país.
(Con información de AFP)
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