Dos estrellas de la televisión china decidieron poner punto final a sus abultados contratos con Nike, luego de que en un comunicado la compañía hiciera pública su preocupación por los campos de trabajo forzado existentes en Xinjiang que proveían el algodón con el cual fabrican algunas de sus prendas de vestir. La decisión de los actores responde a la política extranjera ultranacionalista que impone el régimen conducido por Xi Jinping para repeler cualquier tipo de crítica por las violaciones a los derechos humanos en aquella región norte del gigante asiático.
Wang Yibo y Tan Songyun mantenían un acuerdo con la empresa norteamericana que decidieron interrumpir luego de que la firma mostrara su “preocupación” por los reportes sobre campos de reeducación y esterilización de mujeres, entre otras aberraciones. Alrededor de un millón de uigures son sometidos por las autoridades locales bajo órdenes de Beijing. Los responsables de estos abusos señalan que no se tratan de campos de concentración sino de centros de entrenamiento laboral.
Pese a que el comunicado atribuido a Nike es del año pasado, los actores decidieron hacerse eco de las campañas de boicot contra las marcas extranjeras que decidieron denunciar las violaciones a los derechos humanos ocurridos en Xinjiang. Wang y Tan señalaron que finalizarán toda campaña promocional con la firma norteamericana, en una muestra de nacionalismo que desciende desde el Partido Comunista Chino (PCC) al resto de la población, sobre todo aquellas personalidades con ascendencia.
Un representante de Tan dijo que la actriz “se opone resueltamente a cualquier mal comportamiento de difamar y crear rumores sobre China”. El agente de Wang, por su parte, hizo una declaración similar. En los últimos días, los gobiernos de Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá y la Unión Europea impusieron sanciones sobre algunos de los responsables de tales abusos. Resulta llamativo que los actores hayan actuado un año después de emitido el comunicado, en coincidencia con el boicot estimulado desde Beijing contra otras marcas.
En los últimos dos años -intensificado tras la pandemia por coronavirus en 2020- el régimen chino impulsó una diplomacia mucho más agresiva que en tiempos pasado. Se la llamó Wolf Warrior en honor a una película de gran popularidad en el país cuya leyenda promocional es: “Cualquiera que insulte a China debe ser exterminado”.
El film reúne la mayoría de los lugares comunes de los nacionalismos a través de la historia: la amenaza externa, la afrenta al orgullo patriótico, la supremacía sobre el enemigo. Es encabezada por un héroe poco convencional y omnipotente que debe repeler los ataques arteros de un mercenario norteamericano en superioridad de condiciones.
El Ministerio de Relaciones Exteriores conducido por Wang Yi ordenó implementar esta política en cada dependencia externa para contrarrestar las críticas que pudieran generarse como consecuencia de la pésima gestión inicial de la pandemia de COVID-19 y las violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
Campaña contra empresas
El PCC, que gobierna China, arremetió en las últimas contra H&M y otras marcas de ropa y calzado, en su respuesta a las sanciones occidentales contra funcionarios chinos acusados de violaciones a los derechos humanos en la región noroccidental de Xinjiang. La Liga Juvenil del partido llamó la atención el miércoles en medios sociales sobre un comunicado de H&M de marzo de 2020, en el que la firma anunciaba que dejaría de comprar algodón cultivado en esa región. La empresa sueca decía estar “muy preocupada” por los reportes de trabajos forzosos en la zona.
El jueves, un diario del partido, el Global Times, señaló a Burberry, Adidas, Nike y New Balance como compañías que hicieron “duras declaraciones” sobre el algodón de Xinjiang en los últimos dos años.
Beijing suele atacar a las marcas extranjeras de moda, automóviles, viajes y otros sectores por acciones contra su gobierno o para presionar a las compañías para que acaten sus posiciones oficiales sobre Taiwán, Tíbet y otros temas sensibles.
Las empresas suelen disculparse y cambiar sus sitios web o su publicidad para mantener el acceso al enorme mercado chino. Pero Xinjiang es un tema especialmente espinoso. Las marcas occidentales se sienten presionadas en casa para distanciarse de posibles violaciones de derechos.
Más de un millón de personas, la mayoría de grupos étnicos musulmanes, han sido confinadas en campos de trabajo, según gobiernos e investigadores extranjeros. Beijing niega que fueran maltratados y dice que trata de fomentar el desarrollo económico y acabar con el radicalismo.
La Unión Europea, Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá anunciaron el lunes sanciones financieras y de desplazamientos para cuatro importantes funcionarios chinos acusados de abusos en Xinjiang. Beijing respondió anunciando sanciones indeterminadas contra legisladores europeos e investigadores alemanes que publicaron información contra los campos de detención.
La indignación oficial china se ha centrado en Europea, quizá porque las relaciones con la UE eran relativamente cordiales, en comparación con la acritud con Washington debido a disputas comerciales y acusaciones contra China por espionaje y robo de tecnología. En sus medios sociales, el Grupo H&M dijo que la compañía “no representa ninguna posición política” y “respeta a los consumidores chinos”.
La compañía dijo que trabaja con 350 fabricantes chinos para producir artículos que “cumplen los principios del desarrollo sostenible” y que está “comprometida con la inversión y el desarrollo en China en el largo plazo”.
(Con información de AP, Reuters y medios locales).-
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