Una nueva erupción espectacular del Etna que comenzó anoche con una importante emisión de lava, ha provocado este miércoles el cierre parcial del aeropuerto de Catania, en la isla de Sicilia (sur de Italia), y la caída de cenizas en los pueblos adyacentes.
La decimosexta erupción del volcán activo más alto de Europa desde el pasado 16 de febrero ha producido una intensa y prolongada actividad que se inició en el cráter sureste. En este cráter la actividad estromboliana, un vulcanismo caracterizado por erupciones explosivas separadas por periodos de calma, provocó la emisión de una nube eruptiva de unos 6 kilómetros de altura, informó el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV).
“La actividad está aumentando gradualmente en el cráter sureste del Etna, y se está acumulando hacia el episodio eruptivo paroxístico número 16 en poco más de cinco semanas. Fuertes detonaciones audibles en el sector sur del volcán. La vista es desde casa en Tremestieri Etneo”, escribió en Twitter el vulcanólogo del INGV Boris Behncke.
La ceniza, arrastrada por el viento, cayó en dirección sureste y también en Catania, lo que ha provocado el cierre de un sector del espacio aéreo y de la pista del aeropuerto, donde se están llevando a cabo actividades de limpieza.
Algunos ciudadanos también compartieron en las redes sociales imágenes del día después de la erupción.
De las bocas del volcán surgen dos flujos de lava: uno hacia el Valle del Bove que ha descendido hasta una altitud entre los 1.900 y 1.800 metros aproximadamente, y otro menos alimentado hacia el sur que llega a la zona de la cumbre.
De las observaciones del INGV se desprende que la actividad explosiva continúa en el cráter sureste y aún se mantiene en valores altos, aunque ha ido disminuyendo durante la madrugada.
Además se registraron terremotos en la zona afectada por la erupción. A las 9.26 un terremoto de magnitud 2.3 se registró en Santa Venerina, a una profundidad de 8 kilómetros; ayer, alrededor de las 21 horas, se produjo un sismo de magnitud 2 en Zafferana Etnea, a una profundidad de 11 kilómetros.
Las erupciones del volcán de 3.330 metros nunca se detuvieron en los últimos meses. Este año estuvieron activos los cuatro cráteres de la cumbre, algo que no ocurría desde los años 1998-1999.
Un espectáculo anterior se remonta a la víspera de Navidad y a mitad de enero, cuando se registró una fase explosiva con cenizas de lava emitidas desde el cráter sureste. La última gran erupción, que amenazó a la pequeña ciudad de Linguaglossa, fue en 2002.
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