El avance del escrutinio no refleja mayorías claras en el Parlamento israelí (Knéset) para formar Gobierno, pendiente de la entrada de un partido menor cuyo apoyo puede permitir o impedir el desbloqueo político.
El partido islamista Raam, separado de la Lista Unida árabe, superaría el umbral electoral, con un mínimo de cuatro diputados que podrían garantizar la mayoría del bloque parlamentario, liderado por Netanyahu, o del contrario, compuesto por un heterogéneo grupo de partidos, de complejas alianzas.
Los resultados provisionales también confirman al centrista Yesh Atid, de Yair Lapid, como segunda fuerza más votada y el previsible buen posicionamiento del centro izquierda del Partido Laborista y la formación Azul y Blanco de Beny Gantz, que temía no rebasar el umbral mínimo.
La Lista Árabe Unida perdería escaños, y el islamista Raam, que se separó de la coalición para estos comicios, quedaría fuera del Parlamento.
“¡Ciudadanos de Israel, gracias! Habéis dado una inmensa victoria a la derecha y al Likud bajo mi dirección. (...) Es evidente que una abrumadora mayoría de ciudadanos israelíes son de derecha y quieren un gobierno de derecha, fuerte y estable”, reaccionó Netanyahu, quien dice que habló con Bennett y “tiende la mano a todos los elegidos que creen en nuestros principios, sin excluir a nadie”.
Después de tres elecciones muy reñidas, los analistas contaban con un cierto “cansancio electoral”. No se equivocaron: la comisión electoral anunció una tasa de participación del 67,2%, 4,3 puntos por debajo de la de los comicios de marzo de 2020.
El viernes se conocerán los resultados completos de la votación.
Después se celebrarán las fiestas de Pésaj, la Pascua judía, y más adelante el presidente Reuven Rivlin pedirá a los nuevos diputados que elijan un candidato que pueda reunir una mayoría de escaños para dirigir el próximo gobierno.
La baza de Netanyahu para su campaña electoral fue el acuerdo alcanzado con el gigante farmacéutico Pfizer que permitió a Israel obtener rápidamente, desde finales de diciembre, millones de dosis de la vacuna contra el covid-19 a cambio de datos biomédicos sobre sus efectos.
El país ha realizado en las últimas semanas una de las campañas de vacunación más intensas del mundo, administrando las dos dosis necesarias a casi el 50% de la población, es decir más de dos tercios de los votantes.
Pese al desconfinamiento y la reapertura de los comercios, los partidos políticos no pudieron sin embargo celebrar grandes mítines y la campaña se desarrolló en las redes sociales.
El primer ministro apostó por su campaña de vacunación y la tímida recuperación económica y la oposición intentó sacar provecho del juicio de Netanyahu por “corrupción”, “malversación” y “abuso de poder”, que comenzó hace unos meses y que alimenta un movimiento de protestas cada sábado en todo el país, desde hace 39 semanas.
El sábado por la noche miles de personas se congregaron en Jerusalén al grito de “Yalla (vamos) lárgate Bibi” o “Bye Bye Bibi” (Adiós Bibi). Pero para sus partidarios es “Bibi, el rey de Israel”.
Desde la Franja de Gaza palestina se disparó un cohete contra una ciudad israelí donde se encontraba Netanyahu, pero cayó en un terreno baldío y no estropeó la noche electoral.
En represalia, de madrugada, el ejército israelí bombardeó posiciones del grupo terrorista Hamas en el territorio, según un equipo de la AFP en el lugar.
El Comité Electoral de Israel espera terminar el recuento de votos de los centros regulares esta tarde, pero todavía quedarían 450.000 papeletas, según el digital Haaretz, de las llamadas de “doble sobre”: diplomáticos, militares y contagiados de coronavirus y ciudadanos en cuarentena.
No se esperan resultados definitivos hasta el viernes por la tarde.La participación final de estos comicios, los cuartos en menos de dos años, ha sido del 67,2 %, la más baja desde 2013, con más de 4,4 millones de votantes de los 6,5 que tenían derecho a voto.
Con información de AFP y EFE
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