Los rebeldes hutíes rechazaron este lunes la propuesta de efectivizar un alto al fuego en Yemen por parte de Arabia Saudita, asegurando que esta no representa “nada nuevo con respecto a lo que se ha discutido durante más de un año”.
Riad había extendido la propuesta poco después de que las milicias respaldadas por Irán intensificaran su campaña de ataques con misiles y drones contra sus instalaciones petroleras, lo que estremeció a los mercados energéticos, y en un momento en que la monarquía trata de congraciarse con el nuevo gobierno del presidente estadounidense Joe Biden. La guerra en Yemen le ha valido fuertes críticas internacionales a Riad por las muertes de civiles causadas por sus bombardeos y la hambruna generada por su bloqueo de suministros vitales.
“Arabia Saudita debe declarar el fin de la agresión y levantar el bloqueo por completo”, dijo sobre la propuesta el el portavoz hutí Mohamed Abdelsalam, en referencia al control del territorio aéreo y marítimo del país, actualmente controlado por Riad.
La ONU había dado la bienvenida a la propuesta de la monarquía saudií y aseguró que trataría de sumar a los rebeldes para avanzar hacia la resolución del conflicto. La organización, a través del portavoz Farhan Haq, había asegurado que la iniciativa saudí va en línea con los esfuerzos de la organización en Yemen.
“No hay duda de que se deben hacer todos los esfuerzos para poner fin al conflicto en Yemen y responder al sufrimiento de los yemeníes y Naciones Unidas espera continuar su trabajo con las partes para lograr este objetivo”, dijo el portavoz a la prensa.
El plan de Riad incluía dos concesiones a los hutíes, pero ninguna de las que los rebeldes deseaban previamente. Una de ellas es la colocación en una cuenta del Banco Central de Yemen de los ingresos provenientes de impuestos, aduanas y ventas de petróleo del puerto de Hodeida. Los fondos estarían disponibles para los hutíes y para el gobierno internacionalmente reconocido para pagarle a empleados públicos y financiar otros programas.
Ya el año pasado Arabia Saudita había declarado una tregua unilateral, pero esta no duró mucho y los combates se reanudaron. Actualmente los choques más intensos tienen lugar en la ciudad estratégica de Marib, donde los rebeldes llevan a cabo una ofensiva, mientras que también suceden nuevos bombardeos saudíes contra la capital de Yemen, Saná. Una misión de la ONU reportó que un aparente bombardeo destrozó una planta de producción de alimentos en el puerto de Hodeida.
La pérdida de Marib supondría un duro golpe para el gobierno y para Riad, pero también para los civiles, pues los campos de la región albergan a al menos un millón de desplazados. Además, los combates han dejado decenas de muertos en ambos bandos. Si los insurgentes tomaran la ciudad, podrían contar con una nueva fuente de ingresos y con una posición de fuerza en eventuales negociaciones.
El conflicto armado de Yemen comenzó en 2014 después de que los rebeldes hutíes, respaldados por Irán, se alzaran en armas contra el Gobierno reconocido internacionalmente del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi y tomaran la capital, Saná. La guerra se agudizó después por la intervención militar de la coalición árabe, liderada por Arabia Saudí, en apoyo de Hadi.
La ONU ha calificado la guerra en Yemen como la peor crisis humanitaria actual en el mundo y el mes pasado advirtió que la batalla de Marib podría tener unas consecuencias nefastas para los civiles.
El conflicto ha dejado decenas de miles de muertos y millones de desplazados, según las organizaciones internacionales.
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