El Parlamento español aprobó definitivamente este jueves la ley que despenaliza la eutanasia y regula la ayuda médica para morir como un derecho y una prestación del sistema nacional de salud.
España se convierte en el séptimo país del mundo donde la eutanasia será legal, tras Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Colombia, Canadá y Nueva Zelanda.
Podrán solicitarla los mayores de edad que sufran “una enfermedad grave e incurable” o un “padecimiento grave, crónico e imposibilitante” que afecte a la autonomía y que genere un “sufrimiento físico o psíquico constante e intolerable”.
Después de ser enmendada por el Senado, el Congreso respaldó finalmente este jueves la ley con el voto a favor de 202 de los 350 diputados, con 141 en contra y 2 abstenciones.
La norma, que entrará en vigor dentro de tres meses, fue impulsada por el gobernante Partido Socialista, apoyada por el resto de los partidos de izquierda, liberales, nacionalistas e independentistas; y rechazada frontalmente por la oposición de conservadores y de extrema derecha.
Es una ley “muy consensuada” que da “respuesta a unas situaciones de fin de vida” marcadas por “el dolor, el sufrimiento”, expresó a la radio Cadena Ser la portavoz del gobierno español, María Jesús Montero.
Condiciones estrictas
Los interesados, de nacionalidad española o residente legal, debe mostrar ser “capaz y consciente” al hacer la petición. Esta debe formularse por escrito “sin presión externa” y ser repetida quince días más tarde.
El médico siempre podrá rechazarla si considera que no se cumplen los requisitos. Además, debe ser aprobada por otro médico y recibir luz verde de una Comisión de Evaluación. Y cualquier profesional de la salud puede alegar “objeción de conciencia” para negarse a participar en el procedimiento, costeado por la sanidad pública.
Esta regulación ha sido recibida con júbilo por organizaciones que defienden el derecho a morir dignamente, que mantuvieron una lucha de décadas, durante las cuales sonados casos visibilizaron la problemática.
El más emblemático, el de Ramón Sampedro, un gallego tetrapléjico que pasó 29 años reclamando el derecho a un suicidio asistido. La película sobre su historia, “Mar adentro”, dirigida por el hispanochileno Alejandro Amenábar y protagonizada por Javier Bardem, ganó un Óscar en 2005.
La ley es una victoria “para la gente que puede beneficiarse de ello” y también “para Ramón”, se congratuló en entrevista con la AFP Ramona Maneiro, la amiga que ayudó a morir a Sampedro. Fue detenida por ello, pero no juzgada por falta de pruebas. “No tiene ningún sentido que la gente (...) tenga que optar por una vida indigna”, dijo en Barcelona Sofía Malagón, una colombiana de 60 años enferma de párkinson. “No quiero que me tengan allí como una planta” llegado el momento, afirmó.
Del lado contrario, la legislación es rechazada por la iglesia católica, y su aplicación genera interrogantes en algunos sectores médicos.
La eutanasia “es siempre una forma de homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro”, indicó en una campaña en redes sociales la Conferencia Episcopal Española (CEE). “Un médico no quiere que se le muera nadie. Es el ADN del médico”, dijo Manuela García Romero, vicepresidenta de la federación Organización Médica Colegial, al expresar dudas sobre la implementación de la ley.
Además del de Ramón Sampedro, otros casos causaron impacto en España en las últimas décadas, como el de Luis Montes, un médico anestesista quien fue acusado de provocar la muerte de más de 70 pacientes terminales, pero fue finalmente sobreseído por un tribunal en 2007. Y más recientemente, en 2019, Ángel Hernández fue detenido y espera juicio por ayudar a morir a su mujer, inmovilizada por la esclerosis múltiple.
(Con información de EFE y AFP)
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