El Departamento de Estado de Estados Unidos manifestó que sigue “de cerca” los acontecimientos en Turquía”, incluidos “los preocupantes movimientos” de este miércoles para “despojar al diputado Omer Faruk Gergerlioglu de su escaño parlamentario”.
El portavoz del departamento, Ned Price, también anunció que siguen “el inicio de los esfuerzos para disolver el Partido Democrático del Pueblo (HDP)”, una decisión que consideró “subvertiría indebidamente la voluntad de los votantes turcos, socavando aún más la democracia en Turquía y negando a millones de ciudadanos turcos la representación que han elegido”.
Así, Washington hace un llamamiento al Gobierno de Ankara para que “respete la libertad de expresión de acuerdo con las protecciones de la Constitución turca y con las obligaciones internacionales de Turquía”.
Este miércoles, el Parlamento turco retiró su escaño al diputado del HDP Omer Faruk Gergerlioglu por sus presuntos lazos con grupos terroristas, una medida adoptada después de que la Justicia turca decidiera mantener la pena a dos años de prisión en su contra por difundir propaganda terrorista en redes sociales en 2016.
Gergerlioglu calificó la acción como “golpe en el Parlamento” y anticipó que “resistirá”. Otros dos diputados del HDP han sido expulsados del Parlamento en el último año después de que un tribunal aprobara su presunta vinculación con grupos terroristas.
Por otro lado, la Fiscalía turca presentó también este miércoles una demanda para disolver la formación opositora prokurda Partido Democrático de los Pueblos (HDP), al que el Gobierno turco acusa en gran medida de tener vínculos con la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Oscilantes en la era de Donald Trump, las relaciones entre Estados y Unidos y Turquía ya arrancan tensas bajo el nuevo gobierno de Joe Biden, y la disputa entre ambos países, que son sin embargo aliados, podría incluso agravarse.
Si el orden en el que el nuevo presidente estadounidense va contactando con sus pares es un espejo del estado de los lazos bilaterales, Recep Tayyip Erdogan tiene que estar preocupado: más de tres semanas después de ingresar a la Casa Blanca, la llamada aún no se ha producido.
Tampoco el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, se ha puesto en contacto con su homólogo Mevlut Cavusoglu.
El diálogo entre Washington y Ankara ciertamente no pasó por sus mejores momentos durante los últimos cuatro años, pero Trump y Erdogan “tenían una cálida relación personal”, recuerda el investigador Steven Cook, del grupo de expertos del Consejo de Relaciones Exteriores estadounidense.
Una “amistad” que los demócratas nunca han dejado de reprochar al magnate republicano.
Con información de Europa Press
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