Es un dato que la opinión pública occidental no tiene muy presente, tal vez porque ocurre mayormente en escenarios alejados.
En el vuelo hacia Irak, una periodista española, Eva Fernández, de Cadena COPE, le entregó al Papa Francisco un documento sobre el impuesto yihadista que ISIS les exigió a los cristianos de ese país. También le dio fotografías de sus casas marcadas por los terroristas con la letra ‘n’ del alfabeto árabe y un listado de los precios de venta de esclavas cristianas y yazidíes. Por ejemplo, 160 euros por niñas de menos de 9 años...
Es un siniestro recordatorio de la implacable persecución sufrida por los cristianos de Irak durante el reinado del terror del Estado Islámico.
“Es muy importante que la prensa mundial no pierda de vista quienes son realmente los protagonistas del viaje. Son los cristianos de Irak, que llevan tanto tiempo esperando que un Papa pise sus ciudades”, dijo Eva Fernández.
Uno de los documentos que recibió el Papa es un bando del Isis o Daesh, abreviatura de Estado Islámico de Irak y el Levante (Siria), del 17 de julio de 2014, conminando a “los jefes de los cristianos (el patriarca, los obispos y los sacerdotes) y sus seguidores” a comparecer ante ellos para “aclarar su situación en el estado del Califato” y acogerse a una de estas tres opciones: “1) Convertirse al islam. 2) Pagar el impuesto islámico a Daesh (ISIS) 3) Abandonar la ciudad inmediatamente. Si se negaran, no tienen más opción que la espada”.
Unos 340 millones de cristianos sufrieron persecución en el mundo durante el 2020, y la cifra va en aumento, según un informe de la ONG Puertas Abiertas, del 13 de enero pasado. “Las minorías cristianas perseguidas han tenido que hacer frente a una violencia sin precedentes y a una mayor discriminación. El covid-19 ha amplificado las tendencias que vemos emerger desde hace varios años”, dice esta ONG protestante al publicar la lista anual de 50 países en los cuales los cristianos -católicos, ortodoxos, protestantes, etc- son blanco de censura y distintas formas de persecución que van de la “opresión diaria discreta” a la “violencia más extrema”.
Esto es particularmente fuerte en el África subsahariana, en el sur de Asia y en Medio Oriente. Un cristiano de cada 6 en África y 2 de cada 5 en Asia son víctimas de este flagelo. Entre las causas que identifica la ONG están el nacionalismo religioso y el extremismo islámico.
El número de cristianos muertos aumentó un 60% en un año pasando de 2.983 a 4.761. “Más del 90% en el África subsahariana”, explica Patrick Victor, director de Puertas Abiertas Francia.
A veces la persecución es oficial -Corea del Norte al tope de la clasificación porque directamente prohíbe ese culto, mientras que otros países lo restringen o controlan, como China- y otras veces es producto de grupos extremistas o fanáticos, con diferentes grados de tolerancia por parte de las autoridades. En la India, la persecución no es obra directa del gobierno pero éste hace la vista gorda frente a la violencia que grupos extremistas y fanático desatan contra los cristianos, aunque formalmente existe libertad de culto.
Durante 2019, la Iglesia Católica y varias asociaciones habían denunciado que en ciertas regiones la persecución estaba llegando a niveles de genocidio. Por caso, el domingo de Pascua de ese año, 300 personas fueron asesinadas en iglesias y hoteles de Sri Lanka por grupos terroristas.
“Hoy hay más cristianos perseguidos que en los primeros siglos (bajo el Imperio Romano)”, había dicho el papa Francisco en noviembre de 2019. Y las cifras lo confirman.
En Irak, desaparecieron comunidades enteras, por exterminio o deportación. Es una Iglesia martirizada la que recibe a Francisco. El sacerdote sirio católico Naim Shoshandy, que tuvo que dejar Irak en 2013 por la persecución del Estado Islámico, dio su testimonio a ACIprensa: “Hemos vivido la maldad del ISIS, como todas las familias de mi ciudad que compartimos la fe en Jesucristo. La mayor crueldad de este grupo la hemos vivido en nuestra propia carne y sangre. Ellos mataron a mi hermano. Él murió asesinado en Mosul: le dispararon, solo por ser cristiano”.
“El Santo Padre nos traerá unidad (y) esperanza para el futuro. Su mensaje no es solo para Irak, sino también para todas las personas de Oriente Medio. Llegará en un momento crítico, pues hay muchas dificultades en la zona: conflictos, guerras e inmigración”, dijo el sacerdote.
En un video reciente, Francisco recordó a 21 cristianos coptos de Egipto degollados el 15 de febrero de 2015 por el ISIS en una playa de Libia. “Son nuestros santos, los santos de todos los cristianos (...). Hombres corrientes, padres de familia [que] dieron testimonio de Jesucristo. Degollados por la brutalidad del Isis, murieron diciendo: ‘¡Señor Jesús!’, confesando el nombre de Jesús”.
En diciembre pasado, el actual presidente de Irak, Barham Salih, musulmán sunita, asistió a una misa de Nochebuena en la Catedral de Bagdad, y dio un mensaje esperanzador al decir que el gobierno debía “hacer serios esfuerzos para permitir que los cristianos iraquíes regresen y vivan una vida segura y digna en su tierra natal».
“Se deben proteger sus derechos religiosos y culturales (porque), como muestra la historia del país, son una parte importante del pueblo de Irak”, agregó.
Aproximadamente el 40 por ciento de los miembros de la comunidad cristiana de Irak -138.000 bautizados- se vieron forzados al exilio. Según Khalid Jamal Albert, director de comunidades cristianas del Ministerio de Asuntos Religiosos de la Región Autónoma del Kurdistán iraquí, al menos 55.000 cristianos iraquíes siguen expatriados.
El presidente de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), Thomas Heine-Geldern, dijo que este año se han producido “ataques mortales a cristianos”, sobre todo en África, convertida “una vez más en un ‘continente de mártires’”. El accionar terrorista está “destruyendo la coexistencia antes pacífica entre cristianos y musulmanes”, lamentó.
La persecución de que son objeto los cristianos en esas regiones del mundo desde hace ya varios años había despertado también la preocupación de líderes de otras religiones.
En 2014, Ronald Lauder, presidente del Congreso Judío Mundial, preguntaba en una columna en The New York Times: “¿Por qué el mundo permanece en silencio mientras los cristianos están siendo sacrificados en Oriente Medio y en África?”.
“Pocos periodistas han viajado a Irak para dar testimonio de la ola de terror nazi que está arrasando el país. ¿Por qué la masacre de los cristianos no parece activar la sensibilidad social de las hermosas celebridades y viejas estrellas de rock?”, cuestionó.
El flagelo de la persecución religiosa que hoy afecta en primer lugar a las confesiones cristianas no está presente en el debate público ni parece estarlo en las preocupaciones de la dirigencia de los países occidentales.
En parte se debe a la condición mayoritaria que por siglos ha tenido la religión cristiana en esta parte del mundo; también a la tolerancia religiosa que es la norma en esos mismos países occidentales de tradición judeo cristiana que dificulta imaginar que estas persecuciones sean posibles; a un laicismo extemporáneo e interesado que culpa a la Iglesia por casi todos los males pasados y presentes; y, último pero no menos importante, a una corrección política hoy exacerbada que impide a veces señalar a los autores de estas violencias y que lleva a no criticar a ninguna otra religión a la vez que se denuesta con ahínco a la propia.
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