Como parte de su visita oficial a Irak, el papa Francisco se dirigió este viernes a los cristianos del país desde la catedral de Nuestra Señora de la Salvación, que en octubre de 2010 sufrió un terrible ataque en el que murieron 53 personas.
Ante un grupo reducido de fieles, debido a las restricciones impuestas por razones de seguridad y por la pandemia del coronavirus, el pontífice recordó a los “hermanos y hermanas que murieron en el atentado terrorista en esta catedral hace diez años y cuya beatificación está en proceso”.
Por otro lado, agradeció al clero iraquí por su “presencia” y “cercanía” con los cristianos de Irak, que son unos 400.000 en un país de 40 millones de personas.
El papa arribó este viernes a Irak, donde permanecerá hasta el lunes en lo que significa la primera visita de un Sumo Pontífice de la Iglesia Católica al país.
Francisco fue recibido en el aeropuerto de Bagdad por el primer ministro iraquí, Mustafa Al-Kadhimi. Allí mismo mantuvieron un breve encuentro, tras el cual el papa se desplazó al Palacio Presidencial de Bagdad, donde se reunió con el presidente del país, Barham Salih.
Finalizado el encuentro privado, el Sumo Pontífice brindó su primer discurso en Irak, nación a la que calificó como “cuna de la civilización”. “Basta de extremismos, facciones e intolerancias”, exclamó.
Abogó ante las autoridades iraquíes porque “nadie sea considerado como un ciudadano de segunda clase” en un país musulmán, donde los cristianos ya sólo representan el 1% de sus 40 millones de habitantes. “Es indispensable asegurar la participación de todos los grupos políticos, sociales y religiosos, y garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos”, señaló.
Además, llamó a “luchar contra la corrupción” y los abusos de poder. “Hay que construir la justicia, hacer crecer la honestidad, la transparencia y reforzar las instituciones”, manifestó.
También se refirió a la pandemia que afecta al mundo: “Esta crisis del coronavirus es una llamada a repensar nuestro estilo de vida, debemos salir mejores que antes para que construyamos un futuro en base a lo que nos une, no lo que no nos divide”, señaló.
“La coexistencia fraterna entre las religiones necesita del diálogo paciente y sincero. No es una tarea fácil, requiere esfuerzo y compromiso de todos para superar rivalidades y contraposiciones. (...) Debemos crear oportunidades concretas en el ámbito económico y de la educación. Después de una crisis no basta con reconstruir, hay que hacerlo bien. De una crisis no se sale igual que antes, se sale mejores o peores”, enfatizó.
Por último, sostuvo: “Espero que las naciones no retiren la mano a Irak y sigan trabajando con responsabilidad sin interponer intereses políticos ni religiosos”.
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