El jefe de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, pidió a China este martes que permita a la alta comisionada de derechos humanos de la ONU, Michelle Bachelet, visitar e investigar presuntas violaciones a los derechos humanos de los musulmanes uigures en la región de Xinjiang. También extendió el pedido a la situación en el Tíbet.
“Una vez más, instamos a China a permitir un acceso significativo a Xinjiang para los observadores independientes, incluida la Alta Comisionada Bachelet. Esto es clave para permitir una evaluación independiente, imparcial y transparente de las graves preocupaciones que tiene la comunidad internacional”, dijo Borrell al Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra.
Organizaciones internacionales de derechos humanos cifraron en un millón el número de uigures que estarían retenidos en campos de concentración en la región, cuya existencia fue reconocida por China, que los llama “campos de reeducación” y cuya existencia justifica con el argumento de que son centros “para combatir el extremismo”.
Pese a las reiteradas negativas de Beijing, numerosos reportes han documentado prácticas en los campos que van desde la alimentación forzada de cerdo a una población mayoritariamente musulmana -prohibido por la religión- hasta el trabajo forzado, el encadenamiento de estudiantes, violaciones en grupo y numerosas torturas.
El último de ellos fue publicado por la cadena CNN, que citó el caso de una maestra que fue llevada a uno de los campos para enseñar mandarín a un grupo de detenidos, dado que Beijing busca la asimilación del grupo étnico. “Cuando los guardias bebían por la noche, los policías se contaban cómo violaban y torturaban a las niñas”, dijo la docente. Sidik vio con sus propios ojos cómo una mujer murió como consecuencia de esas violaciones en grupo. En manada. “No había chispa de vida en su rostro. Sus mejillas estaban sin color, no respiraba”, recordó Qelbinur Sidik.
Hay países que se han pronunciado de manera más vehemente sobre las acciones del régimen chino. La administración de Donald Trump antes de dejar el Poder Ejecutivo catalogó a las acciones como “genocidio y crímenes de lesa humanidad”. El actual secretario de Estado de la administración de Joe Biden, Antony Blinken, dijo que Washington seguirá igualmente “defendiendo los derechos humanos y los valores democráticos en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong”.
En la misma línea, el Parlamento de Canadá adoptó el lunes una moción no vinculante que equipara el trato de China a su minoría uigur con un “genocidio”, una decisión que Beijing calificó de “provocación maliciosa”.
La moción, presentada por iniciativa de los conservadores (oposición), fue adoptada en la Cámara de los Comunes por 266 votos a favor (de los 338), y sin votos en contra. El texto aprobado también insta al gobierno de Justin Trudeau que oficialice esta decisión. Los ministros del gabinete fueron prácticamente los únicos que se abstuvieron en la votación.
El texto reconoce que “los uigures en China han estado y están sujetos a un genocidio”.
“Los conservadores pedimos al gobierno liberal que respete el Parlamento y reconozca oficialmente que está ocurriendo un genocidio en China”, dijo su líder, Erin O’Toole, quien desde hace meses exige al gobierno canadiense que endurezca su postura contra Beijing.
En otro ámbito relacionado con el régimen chino, Borrell solicitó a las autoridades que se respeten los principios democráticos y el Estado de derecho en Hong Kong.
“Se le debe garantizar un alto grado de autonomía bajo el principio de un país, dos sistemas”, expresó.
Por otra parte, el funcionario español denunció también la “represión inaceptable contra manifestantes pacíficos en Rusia” y pidió restaurar el “gobierno civil legítimo” en Myanmar, que fue derrocado en un golpe militar el 1 de febrero, dado que “como en todas partes, debe prevalecer la democracia”, señaló.
(Con información de Reuters, EFE y AP)
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