El gobierno de Joe Biden está preparando sanciones y otras medidas retaliatorias para castigar a Moscú por un ciberhackeo masivo contra el gobierno y entidades privadas del país y el envenenamiento casi fatal del líder de la oposición rusa, Alexei Navalny.
De acuerdo con fuentes del Gobierno consultadas por el Washington Post, las acciones principales tendrían como objetivo responder a la operación conocida como SolarWinds, en la que agentes que la inteligencia estadounidense cree que fueron rusos piratearon sitios de agencias gubernamentales y empresas privadas.
Los funcionarios creen que las acciones pueden ser consideradas como “indiscriminadas” y potencialmente “disruptivas”. De efectivamente encajar en esa definición, podría distinguirse a la operación de aquellas de similar naturaleza que realiza cualquier país, incluido Estados Unidos, y por lo tanto sería posible imponer sanciones como consecuencia de ellas.
El Gobierno también está trabajando en medidas defensivas destinadas a dificultar que Rusia y otros adversarios comprometan las redes del gobierno federal y del sector privado, de acuerdo con las mismas fuentes, que hablaron bajo condición de anonimato.
Un funcionario de la Casa Blanca dijo la semana pasada que la campaña rusa contra SolarWinds afectó a nueve agencias gubernamentales de Estados Unidos y a unas 100 empresas privadas.
Consultada sobre la decisión de imponer sanciones, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca Jen Psaki rechazó confirmarlo o dar precisiones, pero dijo que Biden habló sobre los hechos catalizadores con el presidente ruso Vladimir Putin. También indicó que el gobierno continúa evaluando la gravedad del ciberataque y que “pasarán semanas, no meses antes de que respondamos”. “Nos reservamos el derecho de hacerlo en el momento y de la manera en que consideremos”, expresó.
Más allá de los detalles, el objetivo de la Casa Blanca es transmitir un mensaje más amplio contra Moscú, que durante años ha utilizado herramientas cibernéticas para sus acciones hostiles a los intereses de Estados Unidos y sus aliados: interferencias electorales, en las investigaciones de la vacuna contra el coronavirus y la creación de una atmósfera permisiva para los piratas informáticos criminales.
La semana pasada, durante una conferencia de seguridad celebrada en la ciudad alemana de Munich, el presidente Biden dijo que “es crítico bordar los ataques informáticos de Rusia contra Estados Unidos y Europa; se ha vuelto fundamental para proteger nuestra seguridad colectiva“.
El asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, dijo el domingo que los anuncios sobre este tema, que podrían llegar en las próximas semanas, “incluirá una combinación de herramientas visibles y no visibles; no serán simplemente sanciones”.
“Nos aseguraremos de que Rusia comprenda dónde traza Estados Unidos la línea divisoria en este tipo de actividades”, añadió a la cadena CBS.
La administración también está trabajando en una orden ejecutiva que mejorará la capacidad del Departamento de Seguridad Nacional para garantizar una mayor resistencia ante los ataques en las redes gubernamentales, informó el Washington Post.
Parte de eso es implementar una nueva tecnología que les dará a los defensores federales de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad del departamento la “visibilidad” de las redes que faltaban en los ataques de SolarWinds. “No puedes defenderte de algo que no puedes ver”, dijo el funcionario en una entrevista.
El castigo por los ciberataques está dentro de las medidas destinadas a responsabilizar a Moscú por otras acciones, como el uso de un arma química prohibida contra el activista anticorrupción y líder opositor Alexei Navalny, actualmente detenido en Rusia.
El lunes, otros medios estadounidenses habían informado sobre el plan de la administración Biden para imponer sanciones por el envenenamiento y encarcelamiento de Navalny, en coordinación con sus aliados europeos.
En enero, el gobierno caracterizó la operación Solar Winds como “un esfuerzo de recopilación de inteligencia”.
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