Parecería que todo lo que lo rodea debe ser majestuoso. Desde su casamiento de 30 días de 400 millones de dólares hasta los escándalos y sus repudiables actos machistas. El jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum siempre es noticia: más por el estrépito que provoca su vida familiar que por la administración que hace del rico país que conduce como amo y señor, Emiratos Árabes Unidos. Esta vez, su nombre vuelve a estar en los titulares de todo el mundo por la desaparición de una de sus hijas, la princesa Latifa Al Maktum, cuyos videos vieron la luz en los últimas días.
Latifa, de 35 años, trató de escapar por primera vez cuando aún era adolescente, pero su caso dio la vuelta al mundo en 2018, después de que abandonase el país en un barco junto a una antigua monitora, Tiina Jauhiainen. Era la segunda vez que intentaba desesperadamente huir de las garras de su padre. Entonces, la embarcación fue interceptada tras ocho días de navegación frente a las costas de India. Comandos del ejército indio en el Océano Índico la “rescataron” y la devolvieron a la fuerza a Dubái. La vergüenza atravesó a la familia real que ordenó una vigilancia aún más privativa sobre la heredera confinada. El jeque jamás perdonaría semejante rebeldía.
Antes del frustrado plan, la princesa había relatado a sus amigos que quería irse del pequeño país debido a las restricciones que le imponía su familia y fundamentalmente su padre, Al Maktoum. Fue por eso que hizo públicas denuncias de supuestos abusos que siempre han negado las autoridades emiratíes. Aislada y sin contacto con el exterior, logró grabar los videos revelados en las últimas horas. Según estos, la princesa estaba sola en una casa con las puertas y las ventanas cerradas y vigilada por las fuerzas de seguridad, sin acceso a médicos o abogados. Fue su confidente y amiga, Jauhiainen, quien envió las grabaciones a la BBC.
El caso ya tiene ribetes diplomáticos. El ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Dominic Raab, dijo que le gustaría tener pruebas de que la princesa está “viva y en buen estado de salud”, tras la difusión de videos donde afirma que está secuestrada por esa casa real árabe. “Estas son imágenes muy angustiantes, es un caso muy difícil. Y creo que es preocupante”, declaró el funcionario a diferentes medios locales.
“Estoy en una mansión. Estoy secuestrada y esta mansión se convirtió en prisión”, dijo la princesa en el video grabado con un teléfono móvil desde el baño porque “es la única habitación con una puerta que puedo cerrar. Todas las ventanas están cerradas (...), hay cinco policías en el exterior y dos mujeres policías en el interior”. “Me preocupo todos los días por mi seguridad y por mi vida (...) la policía me ha dicho que estaré en prisión toda mi vida y que nunca volveré a ver el sol”, afirmó en el desesperante video que se viralizó rápidamente en todo el mundo.
En su segundo intento de huida, en marzo de 2018, Latifa también había grabado un video. Al borde de las lágrimas, dijo entonces que su padre la había “torturado” y “encarcelado durante tres años” tras un primer intento de fuga cuando era solo una adolescente, en 2002. Criticó a un “padre que solo piensa en su propia imagen” y que ha “destruido la vida de tantas personas”. “Estoy haciendo este video en caso de que falle (el escape)”, dijo. La grabación se publicó porque su segundo intento de fuga, digno de un thriller y lanzado el 24 de febrero de 2018, fracasó de manera espectacular por la intervención de tropas indias por pedido de los emiratos. El Gobierno de Dubái rompió su silencio sobre el asunto el 17 de abril de 2018, confirmando que la princesa había sido “devuelta” a su familia y estaba “bien”.
El renovado escándalo, lejos de desvanecerse, crece. Una portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Rupert Colville, declaró a la BBC que interrogará a Emiratos Árabes Unidos sobre la princesa. Diferentes ONG exigieron a ese organismo internacional que intervenga activamente para salvar la vida de Latifa, pese a la indiferencia del jeque. “Simplemente esperamos que la ONU pida de manera completa y clara su liberación y no solo una prueba de vida”, declaró Hiba Zayadin, investigadora sobre el Golfo en Human Rights Watch. “No sabemos cuál es la situación de la princesa Latifa en este momento. Los videos difundidos recientemente por la BBC no permitieron verificar cuándo y dónde fueron publicados”, agregó.
Mary Robinson, ex Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, señaló que había sido “horriblemente engañada” por el emir cuando investigó la situación en Dubái años atrás y dejó a merced del jeque la vida de Latifa a quien había descrito como “una mujer con problemas”. Ahora, la ex presidenta de Irlanda cambió de opinión: “Sigo muy preocupada por Latifa. Las cosas han cambiado. Pienso que debe investigarse”, dijo Robinson en declaraciones a medios británicos.
Tan fastuosa, prolífica como secreta y rodeada de un manto de misterio es la vida del emir que nadie accede a lo más íntimo de su vida. A lo largo de sus seis matrimonios tuvo 21 hijos, dos de los cuales murieron a temprana edad. Devoto de los caballos, su fortuna asciende -según Forbes- a los 18 mil millones de dólares, lo que lo colocan entre los más acaudalados mandatarios de todo el mundo.
El gobernante de Dubái, un emirato de los EAU, es accionista mayoritario de Dubái Holding, un conglomerado con participaciones en HSBC Holdings y Sony, así como múltiples propiedades inmobiliarias tales como el Essex House Hotel de Nueva York. Recientemente compró el Australia Ingham Stud Farm reportado en 460 millones de dólares. Figura entre los 15 miembros de la realeza más ricos del mundo.
Sin embargo, el de Latifa no constituye el primer secuestro -o intento de secuestro- en el seno familiar. En junio de 2019 una de las ex esposas del jeque también huyó. La princesa Haya Bint Hussein escapó a Londres en aquella época y una vez instalada allí solicitó a un tribunal de la capital inglesa el divorcio de Mohamed Al Maktoum, jeque de Dubái. Haya nació en Jordania, es hija del difunto rey Hussein I y media hermana del actual rey Abdalá II.
Fue gracias a este divorcio que comenzó a correrse el velo sobre lo que en verdad se escondía en el fastuoso emirato: una vida de zozobra para las mujeres de la familia real. De acuerdo con un tribunal británico, el emir ordenó el secuestro de dos de sus hijas (fruto de otro matrimonio) y llevó a cabo una “campaña de intimidación” contra Haya de Jordania, lo que la obligó a huir al extranjero. En unas conclusiones sobre ciertos puntos de procedimiento, el juez que llevó adelante la investigación consideró que el jeque “actuó de una manera destinada a intimidar y asustar” a la princesa. En el marco de este caso, Haya pidió a la corte londinense que se pronunciara sobre la suerte de dos hijas que el emir tuvo con otra de sus esposas, Shamsa y Latifa. Según el magistrado, el jeque “ordenó y orquestó” su secuestro.
La princesa Shamsa -nacida en 1981- había intentado huir de su padre en 2000 mientras estaba de vacaciones en Inglaterra, cuando tenía 18 años. Según el relato de Latifa, la chica fue encontrada tras dos meses de fuga, “drogada”, devuelta a Dubái en un jet privado y “encerrada”.
Hasta ahora, la actualidad de Shamsa se desconoce, no se sabe de ella desde hace años. Como también la de Latifa, cuyos videos recorrieron el mundo y colocaron una vez más al rector de los Emiratos Árabes Unidos en el centro de la escena mundial.
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